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La inflación vuelve a subir en julio tras un año de caídas de los precios: llega al 3.2% por el encarecimiento de rentas y comida

La subida de los alquileres y de los alimentos en los supermercados presiona al alza el índice de precios pese a la agresiva política de tasas de interés de la Reserva Federal.

La inflación volvió a subir en julio, por primera vez tras un año de caídas debido a las agresivas políticas de la Reserva Federal, con un alza de dos décimas respecto a junio que deja la tasa interanual en el 3.2%, impulsada fundamentalmente por el encarecimiento de la energía (aunque también se incrementaron los precios de hoteles y boletos de avión, entre otros), según el dato publicado este jueves por el Buró de Estadísticas Laborales (BLS, por su sigla en inglés).

Sin embargo, expertos aseguran que este rebote puede deberse a factores temporales que no deben erosionar la caída de precios que la Reserva Federal está intentando forzar con el encarecimiento de las tasas de interés (que se refleja en las hipotecas, los préstamos para comprar autos, las tarjetas de crédito y otros aspectos de la economía de los hogares y las empresas de Estados Unidos), según informa el diario The Washington Post.

La inflación está muy lejos del máximo de junio del año pasado, cuando alcanzó el 9.1% interanual, la tasa más alta desde inicios de la década de 1980. Pero los precios de bienes como los huevos, la ternera, la gasolina, los autos usados o el alquiler han subido sin pausa desde los peores años de la pandemia de coronavirus, según informa la cadena NBC News. Y los economistas ven improbable que regresen a los niveles previos.

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La inflación subyacente (que no tiene en cuenta el volátil precio de alimentos y energía) también aumentó dos décimas en julio hasta el 4.7% interanual, su tasa más baja desde octubre de 2021 y una décima por debajo de los estimado por los expertos y mercados.

Casi todo el aumento mensual de la inflación (el 90%) se debió a los costos de la vivienda, que subieron cuatro décimas en julio hasta el 7.7% interanual. Los alimentos aumentaron dos décimas, y la energía una décima, a pesar de que el crudo se disparó y se notó en las gasolineras. Los precios de autos usados bajaron un 1.3 puntos porcentuales, y los servicios médicos cayeron cuatro décimas.

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Los salarios, por su parte, subieron tres décimas en julio hasta un 1.1% interanual, según informó el BLS en un comunicado.

En conjunto, estos datos muestra que, si bien la inflación se ha alejado de las cifras récord de mediados de 2022, las más altas en 40 años, sigue estando considerablemente por encima del nivel del 2% que la Reserva Federal desearía y es lo suficientemente alta como para que sea improbable que se produzcan recortes de las tasas de interés a corto plazo.

Después de subir las tasas de interés de referencia 11 veces desde marzo de 2022, se preveía que la Reserva Federal se tomara un descanso en septiembre. Sin embargo, lo que suceda a partir de ahí aún no se ha definido, y las declaraciones de sus responsables han mostrado cierta división, aunque parecen coincidir en algo: no habrá recortes por un tiempo.

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Las tasas de interés aún no han hecho mella en el crecimiento económico: en el primer semestre de 2023, el Producto Interno Bruto aumentó un 2% y un 2.4% en los dos primeros trimestres, respectivamente, y la Reserva Federal de Atlanta prevé un alza del 4.1% en el tercero. El desempleo, además, está cerca de su nivel más bajo desde finales de 1969.

Pero los consumidores empiezan a notar los incrementos y recurren cada vez más a las tarjetas de crédito y al ahorro para sus gastos. La deuda total de las tarjetas de crédito superó el billón de dólares por primera vez este año, según la Reserva Federal de Nueva York.

Aun así, cada vez son más los economistas que creen que Estados Unidos puede evitar una recesión a pesar de las agresivas subidas de las tasas de interés. Bank of America, Goldman Sachs y JPMorgan Chase han pronosticado recientemente que una contracción es cada vez menos probable.