Por Josh Lederman y Jennifer Jett — NBC News
Estados Unidos anunció este miércoles que comenzará a exigir prueba negativa de COVID-19 a todos los viajeros procedentes de China a partir del 5 de enero, en medio de la preocupación por el aumento de casos en el país asiático y los temores de que pueda aparecer una nueva variante.
Con la nueva política, los pasajeros que tengan como destino final Estados Unidos deberán hacerse un test dos días antes de su salida de China continental, Macao y Hong Kong, y presentar el resultado negativo antes de embarcar en un avión, dijeron en un comunicado los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades
Las medidas aplicarán a partir del 5 de enero, recalcó la autoridad sanitaria, para dar tiempo a que las aerolíneas ajusten sus lineamientos y a que los viajeros se preparen.
Las pruebas aceptadas por Estados Unidos serán las PCR o una prueba de antígenos, que se puede hacer en casa, siempre que el test esté aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos o una autoridad sanitaria equivalente.
Las personas que hayan dado positivo al coronavirus en los últimos 10 días o más, antes de viajar deben aportar una prueba negativa. Las aerolíneas podrán denegar el embarque a quienes inclumplan.
La nueva medida se aplicará a todos los pasajeros procedentes de China, independientemente de su nacionalidad o estado de vacunación contra el COVID-19. También a las personas que no tienen como destino final Estados Unidos, pero tienen que transitar.
Nuevo brote de casos en China
A Estados Unidos y a otros países les preocupa que China no esté comunicando de forma transparente las estadísticas de infecciones, dijeron funcionarios a NBC News esta semana. Y más aun, que no publique datos de la secuencia genómica del virus, esenciales para evaluar el peligro de potenciales nuevas variantes.
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Medidas similares con los viajeros chinos ya han sido adoptadas por países como Japón, que dijo el martes que todos los viajeros procedentes de China continental serían sometidos a pruebas a su llegada, y Malasia, que ha intensificado el seguimiento y la vigilancia de los viajeros procedentes de China.
Taiwán también dijo el miércoles que los viajeros procedentes de China continental tendrían que someterse a una prueba PCR a su llegada, y que los que dieran positivo podrían aislarse en casa. La semana pasada, India declaró que haría obligatorias las pruebas del virus para los viajeros procedentes de China, así como de Japón, Corea del Sur, Hong Kong y Tailandia. Al igual que en Japón, quienes den positivo deberán permanecer en cuarentena.
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Cuando le preguntaron por las posibles nuevas restricciones de Estados Unidos antes de este miércoles, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang Wenbin, declaró el miércoles que todos los países deben “luchar contra la epidemia de forma científica, trabajar juntos para garantizar la seguridad de los viajes entre países, mantener la estabilidad de las cadenas industriales y de suministro globales y restablecer un crecimiento sano de la economía mundial”.
Wang también afirmó que la situación del COVID-19 en China estaba “en general dentro de lo esperado y bajo control”, acusando a los medios de comunicación occidentales de desprestigiar los esfuerzos de China contra el coronavirus y restar importancia al caos pandémico que han atravesado sus propios países.
Preocupación por posibles mutaciones
Los funcionarios estadounidenses que hablaron con NBC News manifestaron su preocupación por una posible variante preocupante procedente de China, por cómo la identificarían y por cómo podría detenerse su propagación.
“Estados Unidos está siguiendo la ciencia y el consejo de los expertos en salud pública, consultando con sus socios, y considerando tomar medidas similares que podamos tomar para proteger al pueblo estadounidense”, dijo uno de los funcionarios.
A principios de este mes, China suavizó abruptamente su enfoque de la pandemia tras las protestas masivas, eliminando las normas nacionales y levantando los requisitos de cuarentena para quienes viajan a ese país. Desde entonces, el número de casos se ha disparado, presionando a los hospitales y otros centros sanitarios.
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La Organización Mundial de la Salud se declaró muy preocupada por los crecientes informes de casos graves de COVID-19 en China y ha planteado dudas sobre las cifras publicadas por Beijing.
No obstante, el doctor Siddharth Sridhar, virólogo clínico de la Universidad de Hong Kong, afirmó que el brote de China supone una pequeña amenaza para países como Estados Unidos, que tiene un alto nivel de inmunidad gracias a las infecciones y las vacunas, y que es poco probable que los nuevos requisitos para los viajeros procedentes de China sean eficaces.
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La variante ómicron y sus sublinajes “siempre encuentran la forma de infiltrarse en las fronteras y circular por todo el mundo, incluso a través de restricciones performativas como las pruebas PCR”, afirmó.
Aunque la oleada de infecciones que barre los 1,400 millones de habitantes de China podría en teoría dar lugar a una nueva variante, como cuando surgió la variante delta en la India a principios de la pandemia, “igualmente hay muchas posibilidades de que se acelere el ritmo al que empezamos a normalizarnos”, dijo el doctor David Owens, fundador de OT&P Healthcare en Hong Kong.
“De lo que debería preocuparse Estados Unidos es de vacunar a sus propios vulnerables”, añadió.