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Un pastor podrá sujetar la mano de un reo latino y orar con él durante su ejecución en Texas, tras fallo de la Corte Suprema

John Henry Ramírez, de 37 años, había solicitado que su consejero espiritual esté a su lado, lo toque y ore en voz alta en la sala de ejecución, algo que impiden las reglas penales de Texas.

Por Pete Williams - NBC News

La Corte Supremo dictaminó el jueves que Texas violó las libertades religiosas de John Henry Ramírez, un latino condenado a muerte que ha pedido que su pastor lo toque y ore con él durante su ejecución.

La inyección letal para Henry estaba prevista para septiembre del año pasado, pero fue bloqueada por el máximo tribunal para estudiar su apelación. Ramírez afirmó que el estado había violado sus derechos religiosos al negarse a permitir que su pastor rezara con él en voz alta o a realizar una tradición conocida como imposición de manos.  

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La negativa del Estado, según el tribunal, significó que Ramírez “no podría realizar un ejercicio religioso protegido en los últimos momentos de su vida”.

La decisión de 8 a 1 fue escrita por el presidente de la Corte Suprema, John Roberts, y a ella se sumaron todos menos Clarence Thomas, que alegó que Ramírez estaba simplemente tratando de "‘manipular el proceso judicial’ para conseguir un mayor retraso” en la ejecución de la sentencia de muerte.

Texas permite que los asesores espirituales recen y aconsejen a un recluso hasta que éste sea llevado a la cámara de inyección letal. Impedir que hablen o toquen a un recluso a partir de ese momento preserva la capacidad del equipo de ejecución para detectar signos de angustia, según alegó el estado.

Pero el tribunal dijo que la prohibición categórica del estado era demasiado restrictiva. 

“No vemos cómo dejar que el asesor espiritual se sitúe ligeramente más cerca, extienda su brazo y toque parte del cuerpo del preso bien lejos del lado de cualquier línea intravenosa aumentaría significativamente el riesgo”, escribió Roberts.

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Roberts citó un historial de oraciones clericales en el momento de una ejecución, desde principios de 1700 en Inglaterra hasta la ejecución de los conspiradores en el asesinato de Abraham Lincoln, y la ejecución de los criminales de guerra nazis después de la Segunda Guerra Mundial.

John Henry Ramírez en una foto sin fecha.
John Henry Ramírez en una foto sin fecha.Departamento de Justicia Penal de Texas vía AP

En los últimos años, la Corte Suprema ha sido receptiva a las reclamaciones de que los estados negaban indebidamente la libertad religiosa de los reclusos que se enfrentaban a la pena de muerte. En 2019 bloqueó una ejecución programada de otro recluso de Texas que señaló que su libertad religiosa fue violada porque no se permitió que su asesor espiritual budista estuviera con él.

En respuesta, Texas prohibió a todos los asesores espirituales de la cámara de ejecución. En 2020, la Corte Suprema suspendió la ejecución de un recluso de Texas que desafiaba la política de no asesores, por lo que el estado volvió a cambiar su política, pero mantuvo la prohibición de rezar en voz alta o tocar. 

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Ramírez dijo que tanto él como su pastor creían que las personas ascendían al cielo o descendían a la condenación en el momento de la muerte. Sostuvo que negarle las administraciones tradicionales de su pastor violaba su libertad religiosa.


Texas alegó que su protocolo equilibraba muchos factores, entre ellos el mantenimiento de la uniformidad en las ejecuciones para reducir la posibilidad de errores, la protección de la seguridad y la intimidad del personal de ejecución y los derechos del recluso, y la posibilidad de dar un cierre a la familia de la víctima y a la comunidad.

Nueve estados –Arizona, Alabama, Arkansas, Idaho, Indiana, Louisiana, Montana, Dakota del Sur y Utah– instaron al tribunal a ponerse del lado de Texas. “La seguridad de los protocolos de ejecución estatales no debería estar sujeta a la microgestión de los tribunales federales”, afirmaron en un escrito de apoyo al tribunal. 

Sin embargo, varias organizaciones religiosas, entre ellas la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, afirmaron que la prohibición de Texas supone una carga para la libertad religiosa no sólo de los reclusos, sino también de sus pastores a la hora de llevar a cabo acciones clave del ministerio. 

Ramírez fue condenado a muerte por apuñalar y matar a un hombre durante un atraco a una tienda mientras estaba drogado. Huyó a México, pero más tarde fue detenido y llevado a juicio.

No trató de impugnar ni su condena ni su pena de muerte ante la Corte Suprema.