El estado de Alabama ejecutó este jueves a un preso con discapacidad mental condenado por asesinar a un hombre en 1996, después de que la mayoría conservadora de la Corte Suprema se negara a suspender la implementación de la pena capital.
En la segunda ejecución en Estados Unidos en un solo día, Matthew Reeves, un hombre negro de 43 años, falleció tras recibir la inyección letal hora local en la prisión de Holman, en Alabama, sin pronunciar últimas palabras ni querer comer nada durante todo el día, dio a conocer la agencia EFE.
Reeves fue declarado muerto a las 9:24 p.m. hora local, dijo el fiscal general del estado, Steve Marshall, en un comunicado

Su defensa había intentado detener su ejecución al argumentar que padecía de discapacidad intelectual y que no le dieron la ayuda necesaria para decidir cuando en 2018 le entregaron documentos que le permitían cambiar el método por el que se le aplicaría la pena de muerte.
Los abogados alegaron que eso le privó de la oportunidad de elegir un método supuestamente menos “tortuoso” que la inyección letal: la llamada hipoxia de nitrógeno, aprobada en el estado en 2018 y que nunca se ha usado en Estados Unidos. El nuevo método provocaría la muerte al reemplazar el oxígeno que respira el recluso con nitrógeno.
En 2018, los reclusos condenados a muerte en Alabama tuvieron la oportunidad de firmar un formulario eligiendo uno de los dos métodos de ejecución después de que los legisladores aprobaran el uso de nitrógeno. Pero Reeves estaba entre los reclusos que no completaron el formulario.
Los abogados afirmaron que el estado no lo ayudó a comprender el formulario. Pero el estado argumentó que no estaba tan discapacitado como para que no pudiera entender la elección.
Dos tribunales validaron el pedido de la defensa y detuvieron la ejecución, pero el estado apeló ante la Corte Suprema, que por una mayoría de 5 votos contra 4 permitió que la sentencia se aplicara.
Por un asesinato en Selma en 1996
Reeves fue condenado a la pena de muerte por el asesinato de Willie Johnson, un hombre que lo levantó en una autopista en Selma, Alabama, en 1996 y que murió de un disparo de escopeta en el cuello después de que le robaran 360 dólares.
Tras el crimen, Reeves habría ido a una fiesta donde bailó e imitó las convulsiones de muerte de Johnson, dijeron las autoridades. Un testigo dijo que las manos de Reeves todavía estaban manchadas de sangre en la celebración, según un fallo judicial dado a conocer por The Associated Press.
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La gobernadora Kay Ivey, en un comunicado, dijo que Johnson fue “un buen samaritano que echó una mano” y que fue brutalmente asesinado. La sentencia de muerte de Reeves “es justa y esta noche se hizo justicia”, agregó.
La segunda ejecución en un día
La ejecución de Reeves fue la segunda en lo que va de 2022 y también del día en Estados Unidos: unas horas antes, el estado de Oklahoma aplicó la pena capital a Donald Anthony Grant, un hombre negro condenado por asesinar a dos trabajadoras de un hotel durante un atraco en 2001.
Grant, de 46 años y diagnosticado con esquizofrenia, fue declarado muerto a las 10.16 a.m. hora local tras recibir una inyección letal en la penitenciaria estatal de McAlester, ubicada 160 kilómetros al sur de Tulsa, según el Departamento Correccional de Oklahoma.
En la última década, las encuestas indican que la mayoría en Estados Unidos no está de acuerdo con la pena de muerte. Las condenas han caído en picado y también lo han hecho las ejecuciones: de las 98 en 1999 repartidas por todo el país a solo 11 en 2021, limitadas a un puñado de estados sureños como Texas,Georgia o Alabama.
Veintitrés de los 50 estados han abolido ya la pena de muerte en su territorio, mientras que otros tres tienen una moratoria activa y diez más llevan más de una década sin llevar a cabo una ejecución, según el independiente Centro de Información sobre la Pena de Muerte (DPIC, por sus siglas en inglés).