Por Anne Cleary - The Conversation
¿Alguna vez sintió que ya pasó por una situación, o que está reviviendo algo que ocurrió en el pasado? Este fenómeno, conocido como déjà vu, ha desconcertado durante mucho tiempo a filósofos, neurólogos y escritores.
Desde finales del siglo XIX, han surgido teorías sobre qué lo origina.
Déjà vu, que viene del francés, significa “algo que ya se ha visto” y al principio se creyó que se debía a una disfunción mental, a algún problema en el cerebro o quizás un error temporal en la memoria.
Y el tema llegó al ámbito científico hace muy poco.
De lo paranormal o lo científico
A principios de este milenio, un científico llamado Alan Brown revisó todo lo que otros investigadores habían escrito sobre el déjà vu.
Mucho de lo que halló estaba enfocado en lo paranormal o sobrenatural –vidas pasadas o habilidades psíquicas– pero también encontró estudios con encuestas a personas sobre sus experiencias con este fenómeno. De estos trabajos extrajo algunas conclusiones.
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Por ejemplo, Brown determinó que unos dos tercios de las personas experimentan un déjà vu en algún momento de su vida. Escenas, lugares o conversaciones suelen desencadenarlo.
Además informó sobre las pistas, encontradas a través de casi un siglo de literatura médica, de un posible vínculo entre este fenómeno y la actividad de convulsiones en el cerebro.
Su trabajo apareció en una revista especializada para quienes estudian la cognición –que es la habilidad del ser humano de procesar información a través de la percepción y los conocimientos previos– y en un libro dirigido a científicos.
Su investigación sirvió para que se diseñaran experimentos para investigar el déjà vu.
El ‘déjà vu’ en los laboratorios
Impulsados por el trabajo de Brown, mi equipo realizó experimentos para comprobar las hipótesis sobre los mecanismos del déjà vu.
Investigamos una teoría casi centenaria que sugería que este fenómeno ocurre por la similitud en los espacios en una escena actual y otra en la memoria. Los psicólogos la denominaron hipótesis de la familiaridad de Gestalt.
Por ejemplo, imagine pasar por la estación de enfermería en un hospital de camino a visitar a un amigo enfermo. Aunque nunca ha estado en ese sitio, siente que sí.
La causa principal de esta experiencia de déjà vu podría ser la disposición de la escena, incluyendo los muebles y objetos específicos en el espacio, si es similar a otra del pasado con la misma distribución.
Tal vez la forma en que la estación de enfermería está ubicada —los muebles, los objetos en el mostrador, la forma en la que se conecta al pasillo— es parecida a cómo se dispusieron las mesas de bienvenida a la entrada de un evento escolar al que asistió hace un año.
De acuerdo a la hipótesis de la familiaridad de Gestalt, si no recuerda esa situación con una disposición similar, puede que sienta una intensa familiaridad con otra.
Para investigar la idea en el laboratorio, mi equipo usó la realidad virtual para situar a las personas dentro de los lugares. Así, podíamos manipular los entornos: ciertos escenarios compartían la misma disposición espacial, mientras otros eran distintos.
Como se creyó, un déjà vu era más probable de ocurrir cuando las personas estaban en una escena con la misma disposición espacial que una que habían visto pero no recordaban.
La investigación sugiere que una de las causas detrás del déjà vu es la semejanza espacial, pero no significa que sea la única. Es probable que existan muchos factores que ayuden a que una escena o situación nos resulte familiar, por ello se están realizando más estudios para analizar otras posibles circunstancias que intervienen en este misterioso fenómeno.
[La autora de este artículo es profesora de psicología cognitiva en la Universidad Estatal de Colorado]
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