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El cine latinoamericano seduce al mundo con películas de terror y fantasía que le dan "licencia para hablar de lo incómodo"

Filmes de género como 'Huesera', 'Brujería' y 'Vuelven' traspasan fronteras y acuden a grandes festivales tratando temas universales y polémicos con historias particulares.

CIUDAD DE MÉXICO.- Igual que el mundo literario volvió la mirada hacia América Latina y el Caribe por unos escritores que jugaban con el realismo y la magia, en los últimos años cineastas que tratan con lo sobrenatural para hablar de temas como la violencia, los retos para las mujeres, los sistemas de salud y los estragos del colonialismo han reverberado en el mundo cultural.

Están haciendo uso de géneros como el horror, suspenso y fantasía, que por mucho tiempo han sido populares entre las audiencias latinoamericanas, pero comúnmente no han sido producidos en América Latina.

La mexicana Michelle Garza Cervera, por ejemplo, ha recibido laudos por Huesera, apenas la segunda película de terror que se estrena en México dirigida por una mujer en un siglo (también se puede rentar en Estados Unidos como The Bone Woman).

Huesera, cuyo título hace referencia a una fábula del norte mexicano sobre una mujer que crea criaturas usando huesos, usa el terror físico y psicológico para cuestionar las expectativas que pesan sobre las mujeres en torno a la maternidad.

Una toma de la película de terror "Huesera/The Bone Woman", de Michelle Garza Cervera muestra a una mujer contra una ventana. Frente a ella hay una cuna y dos manos saliendo del piso agarrando la cuna
Una escena de 'Huesera'.Foto de Nur Rubio Sherwell. Cortesía de Michelle Garza Cervera

El chileno Christopher Murray fue invitado al festival de cine de Sundance en enero con su película Brujería/Sorcery, que ya está en los cines de México y Chile. El filme retrata un juicio real a finales del siglo XIX contra pobladores indígenas acusados de brujería en la isla de Chiloé, para hablar de cómo los pueblos originarios fueron forzados (y aún lo son) a dejar atrás sus tradiciones.

Que tales filmes resuenen fuera de Latinoamérica "demuestra lo potente que es el cine de género", explica Garza Cervera a Noticias Telemundo, pues "da licencia para hablar de todo lo incómodo, de lo innombrable, de lo difícil, de desmenuzar lo cotidiano".

"Exploran procesos que aún están abiertos, heridas que aún están abiertas, conflictos que aún están abiertos".

Christopher murray cineasta

Antes causó revuelo la película La Llorona, del guatemalteco Jayro Bustamante, que juega con la leyenda (también retratada de forma muy diferente por Hollywood) para contar una historia de la resiliencia indígena ante generales que cometieron atrocidades contra pueblos mayas. Fue nominada al Golden Globe en 2021 y quedó en la lista corta de prenominados al Oscar de Filme Internacional de ese año.

Vuelven, el filme de la mexicana Issa López sobre niños que conviven con los fantasmas de la violencia del narco, también fue aclamada en su estreno mundial en 2019; López fue inundada con invitaciones, entre ellas la de dirigir la nueva temporada de True Detective.

"Es emocionante que películas autorales que podrían haber resultado tan pequeñas o tan específicas de un lugar tengan tanta respuesta del público en diferentes lugares del mundo, que logren conectar", comenta Garza Cervera, quien logró una beca del Sundance Institute en marzo y dos premios del Festival de Tribeca.

Recomendaciones desde el sincretismo

Para Murray, el interés por estas películas se debe a que reflejan el sincretismo de las naciones latinoamericanas, la mezcla de tradiciones milenarias indígenas y otras coloniales cristianas, con conmemoraciones como Día de Muertos.

Una escena de "Brujería", película chilena de 2023 sobre una joven que fue llevada a juicio por supuestamente ser bruja. En la escena se ve a la joven caminar en un prado donde todas las ovejas de un rebaño parecen estar muertas.
Una escena de "Brujería" (2023)Cortesía Pimienta Films

[Latinos se disfrazan de ‘monstruos’ para ganar dinero]

"Vincula cierto espacio más mítico — ciertas cosmovisiones y cierta comprensión del mundo distinta a la tradicional — combinándolas con elementos políticos y temáticas muy sociales", resume. Y eso se mantiene ya sea con una película ambientada en el siglo XIX, como la suya, o aquellas que transcurren en épocas más recientes.

"Exploran procesos que aún están abiertos, heridas que aún están abiertas, conflictos que aún están abiertos para la sociedad y por lo tanto es interesante y relevante de llevar a la pantalla", dice.

[El cine de terror] te da una licencia de hablar de todo lo incómodo, de lo innombrable"

Michelle garza cervera cineasta

Algunos de los cineastas que retratan las crudas realidades a través de una atmósfera fantasiosa han construido en parte sobre los cimientos del surrealismo de Luis Buñuel o los filmes de Guillermo del Toro ambientados en España.

Otro filme reciente de terror que se centra en la realidad de las mujeres en Latinoamérica es Los que vuelven (2019), de la argentina Laura Casabé. Ambientado en una comunidad guaraní a inicios del siglo pasado, explora mediante la historia de una madre que quiere revivir a su hijo el poder de comunidades indígenas y su relación con los conquistadores europeos.

Morto Não Fala, del brasileño Dennison Ramalho y estrenado en festivales como Fantasia Fest en 2018, imagina a un forense que puede hablar con los muertos en su mesa, una temática paranormal que sirve para tratar el machismo y violencia en ciudades como Río.

En Tony Manero y en Post mórtem, Pablo Larraín cautivó a públicos internacionales al captar el terror político de la dictadura chilena entretejiéndolo con aspectos de fantasía, especialmente un manejo clave de la edición del sonido. Larraín más recientemente ha ayudado a producir cine similar, incluyendo Brujería, de Murray.

Monos, una coproducción de varios países suramericanos, mezcla folclore y suspenso al retratar a un grupo de adolescentes en una suerte de grupo guerrillero selvático. El filme del colombiano-ecuatoriano Alejandro Landes fue visto a nivel internacional en 2019 con participación en festivales como Sundance y el Berlinale.

[¿Por qué nos gustan las películas de terror, aunque den miedo?]

Matar al dragón, de Jimena Monteoliva (2019), hace alusión al robo de menores en la dictadura argentina; Clementina, de la misma cineasta, es en cierto modo una alegoría de la violencia de género. Un monstruo de mil cabezas, de Rodrigo Plá, recurre a elementos de suspenso en su retrato de cómo la burocracia para los cuidados de salud deja a muchos sin posibilidad de necesitados tratamientos.

Hace bien "sumergirse en los padecimientos que Latinoamérica ha vivido y hacer de eso una experiencia sensorial, narrativa, emocional, inmersiva. Revivir momentos que, aunque sean crudos, es importante mirar de frente dado que son eventos que de una u otra manera siguen sucediendo", dice Murray sobre este cine. "Habla además de las proyecciones futuras que América y otras latitudes pueden tener en cuanto a estas temáticas", concluye.