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Analista Carlos Rajo opina sobre las opciones de EEUU ante el conflicto en Siria

Analista Carlos Rajo opina sobre las opciones de EEUU ante el conflicto en Siria

Columna de opinión

Por Carlos Rajo

El gobierno del Presidente Obama alega que Siria ha usado armas químicas contra su propia población, lo cual supone que el régimen de Bashar al-Assad ha cruzado “la línea roja” que Estados Unidos le advirtió a Siria que no cruzara. La pregunta ahora es ¿qué hacer?

Hay acaso opciones buenas y prácticas para dejar claro que cuando Estados Unidos da una advertencia esta se cumple. ¿Qué hace Obama para no perder su credibilidad?

¿Es posible así sin mayor problema bombardear Siria? ¿O armar a los rebeldes que combaten al régimen de Assad? ¿O declarar una zona del territorio sirio en la cual es prohibido el vuelo para el gobierno?

Ninguna opción es fácil y todas traen complicaciones. Con su advertencia Obama se ha puesto literalmente en un callejón sin salida. Algo habrá que hacer pero ninguna de las opciones es buena.

Esto de la “línea roja” lo dijo Obama debido a que es algo aceptado en las relaciones internacionales que un país no puede utilizar armas químicas -‘arma de destrucción masiva’- ni contra enemigos extranjeros y tampoco contra su propia población. Bien sea por mandato de las Naciones Unidas (ONU) o por el simple interés de Estados Unidos como potencia militar con intereses globales, la Administración Obama ve como una amenaza a la paz internacional el que un país, en este caso Siria, use armas químicas.

No extraña entonces que en su momento cuando Obama habló de esa “línea roja”, advirtió que si Siria la cruzaba cambiaría su “cálculo” o su “ecuación” en relación a lo que haría Estados Unidos sobre el conflicto sirio. Este es un conflicto que lleva dos años, en el cual una buena parte de la población se ha insurreccionado contra el gobierno de Assad.

Y aun cuando el gobierno sirio ha cometido cualquier clase de barbaridades y violaciones a los derechos humanos (el conflicto deja ya más de 70 mil muertos y millones de refugiados), en general la Administración Obama se ha resistido a intervenir en ayuda de los rebeldes. El cruce de la “línea roja” supondría un cambio de actitud de parte de Estados Unidos en el conflicto sirio.

Ciertamente que cuando la Administración Obama dio el aviso de que se habían utilizado armas químicas por parte del gobierno sirio lo hizo con ciertos condicionales, es decir, aun cuando señala que sí cree que se han utilizado -‘en pequeña escala’, dice-, aclara que necesita más tiempo para seguir investigando y determinar con más claridad qué tipo de armas químicas se usaron, cuándo y por quién. El problema por supuesto, es que ya se hizo el anuncio de que se utilizaron; lo demás es como la letra pequeña en las pólizas de seguro -nadie le pone atención.

El agente o gas que según la Administración ha utilizado el gobierno sirio es el llamado sarín. Este fue inventado o descubierto en la Alemania nazi aunque usado en esa época únicamente como pesticida. Fue sin embargo el mismo gas que se utilizó en los ataques en el metro de Japón en 1995 y antes por Saddam Hussein contra la minoría étnica de los Kurdos iraquíes en 1988.

Una vez expuesto al gas sarín la víctima sufre de vómitos, diarrea, pulsaciones rápidas y dolor en los ojos. Eventualmente, y expuesta a mayores dosis, la persona puede tener convulsiones, parálisis, dificultad para respirar y luego morir.

En el caso de Siria, ya se habían dado denuncias de que el gobierno lo había utilizado, sólo que en pequeñas cantidades o de manera muy focalizada. Hay fotografías de gente y animales muertos típicas de cuando se es víctima de ataque de gas (tirado en el suelo sin evidente herida o daño físico) aunque no en gran número como sí ve para el caso en las fotos de cuando Saddam Hussein lo utilizó en Irak.

Gran Bretaña y Francia estaban detrás de estas denuncias y habían pedido a las Naciones Unidas que se investigara. Esta semana además, Israel -vecino de Siria y con el cual mantiene una ‘paz fría’ y disputas territoriales luego de una guerra en 1973- denunció también que Siria había utilizado armas químicas. Hoy es Estados Unidos el que se une a este grupo de países. Por supuesto, ninguno de ellos tiene su credibilidad en la línea fuego como sí lo tiene Estados Unidos.

En el tema sirio, la Administración Obama ha sido criticada debido a que no obstante lo grave del conflicto, con las decenas de miles de víctimas mortales, los millones de desplazados y refugiados y en general la inestabilidad que se ha generado en la zona, ha hecho muy poco, bien para ayudar directamente a los rebeldes o para sacar del poder a Assad. El problema es que no habían buenas salidas. Hoy con lo de haber cruzado “la línea roja”, estas salidas u opciones siguen siendo malas.

Estados Unidos no quiere ayudar a los rebeldes, al menos de manera abierta y significativa -con armas, apoyo de inteligencia, etc.-, debido a que no sabe en manos de quienes terminarán esas armas. Entre los rebeldes hay de todo. Desde los insurgentes que iniciaron el conflicto y que lo único que querían era derrocar a Assad, hasta fundamentalistas islámicos que poco a poco han ido ocupando lugares importantes en la ensalada de grupos rebeldes y que desean imponer un régimen islámico radical en Siria.

Otra opción sería la de bombardear Siria, o al menos los sitios donde están las armas químicas, lo cual es complicado. No necesariamente en términos militares, sino políticos y en sus consecuencias. Un ataque de Estados Unidos contra Siria sería severamente criticado por la comunidad internacional ya que no habría mandato de Naciones Unidas para hacerlo. Aun peor, generaría más odio contra Estados Unidos en el mundo musulmán.

El presidente Obama además no ve con buenos ojos ninguna de estas opciones de intervención directa de Estados Unidos en Siria en parte por las lecciones de la guerra de Irak. No se quiere repetir lo de la guerra de Irak basada en la premisa falsa de informes de inteligencia de que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva. Y tampoco se quiere repetir lo de la invasión militar misma que abrió una herida profunda en el sentimiento de muchos árabes y musulmanes (hay musulmanes como los iraníes, pakistaníes y otros que no son árabes) que ven como algo inaceptable la presencia de uniformados estadounidenses en la región.

Pero también por supuesto, no será fácil venderle al público estadounidense la idea de una intervención militar en el Medio Oriente precisamente por todo lo que sucedió con lo de Irak y en menor medida con Afganistán (enormes costos en vidas y fondos, un tema que dividió al país, etc.). Casi con seguridad, el bombardeo o la presencia de “botas en el terreno” están literalmente descartados, aun si Assad cruzó la “línea roja”.

La otra opción es que se declare una zona del territorio sirio como prohibida para los vuelos del gobierno de Assad. Con esto se protegería a la población de buena parte de Siria de los ataques del gobierno y se permitiría además que los rebeldes consoliden su control en esa parte de Siria. Esto es algo que se hizo en Irak varios años antes del derrocamiento de Saddam Hussein y que en efecto permitió que los iraquíes que vivían en esa parte de país -la mayoría kurdos- vivieran seguros y establecieran su propio gobierno.

El problema con esta zona de no vuelo en Siria es que el implementarla no es tan simple. Siria tiene buenas defensas anti aéreas y los militares estadounidenses no aceptan poner en práctica una zona de no vuelo sino están seguros que al país otro -en este caso Siria- se le han destruido esas defensas anti aéreas. En otras palabras, para que se eche andar la zona de no vuelo habría primero que literalmente entrar en guerra contra Siria.

De nuevo, ninguna opción es buena pero tampoco el no hacer nada es buena opción. Si se comprueba a satisfacción de Obama y su círculo de asesores de inteligencia y otros que lo de Siria y las armas químicas es cierto, más allá de lo que ahora se sabe, Obama estará en una situación imposible. La gran potencia militar tiene que hacer ciertas sus advertencias. De lo contrario en el futuro nadie le creerá (Irán y Corea del Norte ven todo esto con especial atención).

Pero además, Obama no puede quedarse de brazos cruzados por algo más simple: no se puede pretender ejercer liderazgo internacional si se acepta que un gobierno utilice armas de destrucción masiva contra su propia población.

Por más de dos años Obama ha logrado en términos generales mantenerse al margen del conflicto en Siria. Hoy parece haber llegado la hora de la verdad. Quizá la opción menos mala sea la de armar a los rebeldes. Aunque con ello no se impedirá que un gobierno sirio que se vea contra la pared vuelva a utilizar armas químicas. Vaya que tendrá el plato lleno el presidente. Inmigración y otros temas controversiales en la agenda interna y el conflicto en Siria y otros puntos calientes en la agenda internacional.