IE 11 is not supported. For an optimal experience visit our site on another browser.

Mayoría de estadonidenses católicos conformes con la gestión del Papa

mayoria aprueba gestion papal

Por Carlos Rajo

En el primer aniversario de la gestión del Papa Francisco, el 60 por ciento de católicos en Estados Unidos señalan que el pontífice ha contribuido a fortalecer su fe y compromiso con la Iglesia Católica.

El Papa además es visto favorablemente por un 55% de esos mismos católicos y únicamente de manera desfavorable por un 7%, según una encuesta de la cadena NBC y el diario Wall Street Journal.

Cuesta creer que este es apenas el primer aniversario del popular Papa de origen argentino. Ha sido tal su presencia en los medios y su manera afable y campechana de mostrarse en público e interactuar con la gente, que pareciera haber estado en el Vaticano por mucho más tiempo. 

No sorprenden entonces sus índices de aceptación o popularidad, que aunque no tan claves como en un político, sí importantes al fin para cualquier Papa que rige una Iglesia global sin otro poder que su fuerza moral. 

Pero igual de valioso, y que de seguro traerá satisfacción al Papa y al Vaticano en general, es la otra cifra sobre como Francisco ha contribuido a que los fieles se sientan más cerca a la Iglesia. Por fin, cuando el Papa inicia su mandato uno de los grandes desafíos que tenía en frente era algo que sucedía al interior de la Iglesia misma: la gran cantidad de gente que se sentía molesta o decepcionada y los muchos que la habían abandonado.

Lo de la popularidad del Papa no es broma. Es no sólo que las peregrinaciones a Roma han roto todos los récords -se habla que siete millones de personas han asistido a los eventos públicos del Papa-, sino también que el Pontífice ha sido portada de la revista Time como el personaje del año de 2013, e igualmente, tapa en la revista The Rolling Stone (dedicada a la música, la política y la cultura popular).

Parte de esta popularidad tiene que ver con la novedad de que era el primer Papa de origen latinoamericano y de que ha rechazado varios de los privilegios que vienen con el cargo -dejó el apartamento destinado a los Papas optando por una austera habitación en un hospedaje cercano y se moviliza en un pequeño automóvil.

O también, de que hace cosas como llamar por teléfono a desconocidos con la frase: Hola, soy el Papa Francisco, o la de subir a su Papamobil a un cura argentino al que vio entre la gente para dar una vuelta en la plaza de San Pedro. Y ni hablar -con el buen sentido de oportunidad de un político- de los besos a los bebés. En todo esto una constante: acercarse a la gente, a los fieles. Sacar la Iglesia de los muros -e intrigas- del Vaticano y la sacristía y llevarla a la gente de a pie.

Pero también ha habido sustancia en lo del Papa. En su primer año ha dejado claro que la Iglesia es una Iglesia pobre para los pobres. No necesariamente la Iglesia de la Teología de la Liberación que tanto conflicto causó al Vaticano en los años 70s y 80s en América Latina, pero sí una Iglesia que critica al capitalismo y la globalización, y que por cierto, ha rehabilitado a varios de los grandes nombres de esa Teología de la Liberación -Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff- que fueron hostigados por los dos Papas anteriores. 

Una de las primeras salidas del Papa fuera del Vaticano fue a la Isla de Lampedusa para dar misa ante refugiados africanos. En otra salida el Papa besó los pies de un preso, de una mujer y de un musulmán. Acciones sólo simbólicas si se quiere, pero con el mismo mensaje: el Papa y la Iglesia con la gente. Nada que ver con el intelectualismo y lejanía del anterior Papa Benedicto XVI.

En términos doctrinarios, el Papa es todavía una incógnita. No se ha manifestado sobre los grandes temas que van al corazón de la doctrina de la Iglesia como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y el rol de las mujeres dentro de la Iglesia. Pero lo que sí ha hecho es al menos mostrar cierta humanidad y humildad cuando ha hablado de estos temas. Ha dicho por ejemplo que quien es él para juzgar a los “gay”, o que la Iglesia ha estado obsesionada con el tema del aborto. Ha criticado severamente también a la curia vaticana -la burocracia que gobierna la Iglesia Católica- llamándola “la lepra del papado”.

El Papa ordenó hace unos meses que se elaborara un cuestionario que sería enviado a todos los fieles católicos para que respondieran preguntas precisamente sobre estos temas doctrinarios y así saber si hay coincidencia -o una brutal separación- entre lo que es la doctrina de la Iglesia y lo que es la vida de cada fiel -para el caso, ¿usan métodos contraconceptivos o siguen la orden de la Iglesia de que están prohibidos?

Otro tema en el cual el Papa no ha dicho mucho y que es también una de las materias pendientes es el abuso sexual cometido por sacerdotes. Ante el reciente informe de la ONU sobre el tema, el Papa dijo frases que causaron sino alarma al menos sorpresa ya que muchos esperaban otro tipo de reacción. Según el Papa, no es justo que se ataque sólo a la Iglesia ya que esta ha respondido con “transparencia y responsabilidad” ante las acusaciones. 

Más allá de si se le critique o alabe al Papa, de si lo suyo ha sido más simbolismo que sustancia, y de si tiene todavía mucho que decir sobre los grandes problemas de la Iglesia, el punto es que a un año de su llegada al Vaticano, el Pontífice ha conseguido lo que un comentarista religioso describe como “el detener la narrativa del declive” de la Iglesia Católica. El Papa, explica, les ha dado a los católicos un pretexto para volver, para creer. Quieren que el Papa tenga éxito.