John Henry Ramírez, quien se encuentra en el pasillo de la muerte por matar al empleado de una tienda en Corpus Christi durante un asalto en 2004, ha solicitado que se le permita a su sacerdote rezar junto a él y tocarlo mientras lo ejecutan en Texas.
El caso, que ha llegado hasta la Corte Suprema, podría sentar un precedente importante sobre qué consideraciones deben tener las autoridades por motivos religiosos con los reos que serán ejecutados, pero no eximirá a nadie de la pena de muerte.
Los miembros de la mayoría conservadora de la Corte Suprema ya se han mostrado escépticos, alegando que exigirle al estado de Texas que se adapte a la solicitud de Ramírez podría abrir la puerta a una avalancha de peticiones similares de otros casos.
Un abogado de Ramírez le dijo a la agencia de noticias The Associated Press que se conformaría con que le permitieran a su cliente que su asesor espiritual le toque un pie durante su ejecución.
"¿Qué sucederá cuando el próximo prisionero diga que tiene una creencia religiosa por la que le deberían tocar la rodilla o le deberían tocar la mano o la cabeza. Tendremos que pasar por toda la anatomía humana con tantos casos", afirmó el magistrado Samuel Alito.
El presidente de la Corte Suprema, John Roberts, y el magistrado Brett Kavanaugh también expresaron su preocupación sobre las implicaciones que podría tener a futuro conceder esa petición. Kavanaugh preguntó si todos los estados tendrían que seguir las mismas adaptaciones que decidiese hacer Texas.
"¿Qué pasa si un estado permite que haya pan y vino en la sala de ejecución justo antes de la ejecución o [permite que el ministro] abrace al preso? ¿Otros estados tienen que hacer lo mismo?", preguntó.
Kavanaugh también sugirió que si el máximo tribunal fallaba a favor de Ramírez, entonces se vería obligado a resolver muchas peticiones similares: "Será una parte importante de nuestra agenda en los próximos años”.
En 2004, Ramírez apuñaló 29 veces a Pablo Castro, quien trabajaba como cajero de una tienda, y le robó 1.25 dólares.
Derechos limitados
Los abogados de Ramírez demandaron a Texas por no permitir que su ministro orara en voz alta y lo tocara mientras le administraban la inyección letal. Después de que los tribunales inferiores fallaron a favor de Texas, la Corte Suprema decidió aplazar su ejecución (agendada para el 8 de septiembre) para revisar su caso.
La ley de Texas establece que los reos tienen derecho a que un consejero espiritual ore y los acompañe hasta la cámara de ejecución. Pero después de que sujetan al reo a la camilla, el consejero espiritual no puede seguir hablando ni puede tocarlo.
Este debate legal sobre si los asesores espirituales pueden tocar a los reclusos y orar en voz alta mientras los ejecutan, ha retrasado las dos últimas ejecuciones programadas este año en Texas.
El mes pasado, los jueces reprogramaron las ejecuciones de Kosoul Chanthakoummane, quien iba a morir el 10 de noviembre, y Ramiro Gonzales, quien estaba fijado para el 17 de noviembre. La nueva fecha de ejecución de Gonzales es el 13 de julio del próximo año, mientras que la de Chanthakoummane es el 17 de agosto.