Por Lindsey Jacobson - CNBC
Estados Unidos tenía más de 9 millones de plazas de trabajo disponibles en junio y, aunque esa cifra es inferior a los 12 millones de marzo de 2022, sigue siendo una de las más elevadas en más de dos décadas.
"Se calcula que el país está perdiendo alrededor de 1 billón de dólares en producción cada año por estos puestos de trabajo vacantes", afirmó a CNBC David J. Bier, director asociado de estudios de inmigración en el Instituto Cato.
Con 5.8 millones de personas desempleadas en Estados Unidos, algunos economistas afirman que es improbable que todos estos puestos sean ocupados por personas que viven actualmente en el país.
Las políticas de inmigración vigentes en el país impiden a muchos empresarios contratar a inmigrantes sin calificaciones.
“En 1986, el Congreso prohibió a las personas trabajar sin autorización en Estados Unidos. Hicieron imposible contratar a alguien que estuviera en el país ilegalmente o sin una autorización de empleo”, explicó Bier.
Hay quienes argumentan que la decisión protege a los trabajadores que ya viven en Estados Unidos, pero el público está dividido casi a partes iguales al respecto. Al 51% de los estadounidenses encuestados por el Instituto Cato le preocupa que la inmigración pueda reducir el número de puestos de trabajo disponibles en el país.
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El número de plazas de trabajo disponible se mantiene en niveles históricos.
Darrell Bricker, coautor de Empty Planet: The Shock of Global Population Decline (Planeta vacío: el golpe del declive de la población mundial), y director general de Ipsos Public Affairs, afirmó que "la consecuencia de una población cada vez más envejecida es el declive de la innovación, combinado con el hecho de que se van a perder las cosas que impulsaron el crecimiento económico".
Añadió que "Estados Unidos tiene una gran oportunidad para mitigar algunos de los efectos del descenso de la natalidad y el envejecimiento de la población, con una política de inmigración un poco más centrada"
Y dijo que "no se trata necesariamente de aceptar a cualquiera por compasión, sino en traer a gente que cubra esas carencias de habilidades".
Canadá, el país de origen de Bricker, tiene una política de inmigración mucho más abierta y atribuye, en parte, su recuperación de la pandemia de COVID-19 a su enfoque en el tema de inmigración.
Dany Barah, profesor asociado de Práctica de Asuntos Internacionales y Públicos, de la Universidad de Brown e inmigrante venezolano, dijo que "se podría argumentar que Canadá se ha beneficiado mucho del sistema migratorio defectuoso de Estados Unidos".
Bahar y sus colegas están desarrollando lo que llaman la Red de Oportunidades Laborales, con el objetivo de mantener informados a los responsables de tomas de decisiones sobre cómo los inmigrantes pueden ayudar al crecimiento de la economía estadounidense.
"Al examinar cada ocupación en cada localidad de Estados Unidos y las proyecciones y datos históricos, somos capaces de llegar a cifras que son mucho más altas que los topes actuales en el sistema estadounidense, y esperamos que esas cifras sean la base para una reforma migratoria integral", comentó a CNBC.
Sin embargo, no todos los expertos en inmigración están de acuerdo en que es necesario tener más abiertas las fronteras.
Simon Hankinson, investigador principal del Centro de Seguridad Fronteriza e Inmigración de la Fundación Heritage, declaró: "Nos encontramos en un momento único. Estamos poniendo a prueba nuestra soberanía nacional y nuestra capacidad de recibir más personas".
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Hankinson explicó que el actual sistema de visados, concretamente el caso de las visas HB-1, socava el mercado laboral cualificado al traer trabajadores del extranjero.
"Nunca ha permitido que el mercado ejerza esa función en la que los salarios suben y entonces la gente se siente tentada a entrar en esos campos y cubrir esos puestos de trabajo", concluyó.