Andrés Mendoza, conocido como el feminicida de Atizapán, no ha mostrado ningún arrepentimiento en sus primeras declaraciones desde la cárcel tras ser arrestado en mayo acusado del asesinato de al menos 19 mujeres en los suburbios de Ciudad de México.
"Yo sé que se arrepiente uno, pero demasiado tarde ya, ya sucedieron las cosas. [...] Si fuiste ratero, fuiste secuestrador, mataste, pues ya, uno ya lo hizo", aseguró desde el penal de Barrientos, en Tlalnepantla, una población del Estado de México.
"Las cosas que ya se hicieron, hay que aguantarse, ya no se remedia nada", añadió el hombre, de 72 años, en una entrevista concedida al canal local Telediario.
El arresto de Mendoza se produjo a raíz de los descubrimientos realizados por Bruno Portilla, quien buscaba a su esposa desaparecida, Reyna González, de 34 años.
En la casa del feminicida halló su cédula de identidad, lo que le permitió dar la voz de alarma. Las autoridades encontraron luego sus restos desmembrados en el sótano de la vivienda.
"En ningún momento tuvo una relación sentimental [con él]. Por ser un viejo es que lástima se le tenía y se le iba a visitar”, contó Portilla el 20 de mayo cuando el juez ordenó el procesamiento de Mendoza.
Las excavaciones permitieron localizar casi 4,000 restos humanos. Durante la inspección de la casa también fueron hallados decenas de identificaciones de mujeres, bolsos, zapatos y otro tipo de ropa.
La fiscalía también informó del hallazgo de 53 grabaciones en video, 29 fotografías instantáneas, 44 fotos medianas, 17 infantiles y una tamaño pasaporte.
Otra de las víctimas identificadas mediante los análisis forenses fue Flor Mejía, cuya tía, Silvia Mejía, llevaba meses buscándola.
"La soñaba. No lo niego, caí en depresión", dijo Mejía a Noticias Telemundo sobre lo que supuso la desaparición de su sobrina.
Mendoza se enfrenta a una condena que va de los 70 años de cárcel a la cadena perpetua. A la espera de conocer su sentencia, permanece aislado por el peligro de ser atacado por otros presos.