Una familia está de luto por la muerte de uno de sus integrantes, un hombre de 39 años que dejó atrás a su prometida y cinco niños tras enfermar de COVID-19 y perder la batalla contra el virus. No estaba vacunado.
Michael Freedy no estaba en contra de la vacuna contra el coronavirus, pero él y su pareja habían decido esperar un año antes de inyectarse, para estar seguros de que no habría efectos secundarios demasiado adversos, contó al diario The Washington Post su prometida, Jessica DuPreez.
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Dos semanas antes de su muerte la vida pintaba bien para la familia de Las Vegas, Nevada. Habían ido a San Diego con los niños a disfrutar de una vacación en familia. El sol había sido intenso y Freedy se había asoleado demás y tenía el cuerpo quemado.
Cuando fue al hospital para que le tratan las quemaduras, le informaron que había dado positivo a una prueba de COVID-19.
Regresó a casa con la intención de esperar en aislamiento a que la enfermedad tomara su curso y saliera de su sistema. Pero las cosas empeoraron rápidamente.
“En la madrugada del martes, alrededor de las 3:00 am, me despierta muy asustado, me dice como ‘no puedo respirar’, me dice ‘sé que algo está mal, trato de levantarme y me caigo, no puedo quedarme de pie. Mi amor, algo no está bien, tenemos que irnos’. Así que lo llevé a la sala de urgencias a Salud Digna en Blue Diamond”, le dijo DuPreez a la estación local KVVU, afiliada de nuestra cadena hermana NBC News.
Allí, los médicos decidieron que tenían que internarlo porque tiene neumonía en los dos pulmones.
Unos días más tarde, en otro hospital al que lo trasladaron para que pudiera recibir la visita de DuPreez, tuvieron que transferirlo a la sala de cuidados intensivos.
“Le dije, tienes que mejorarte, tienes que reponerte de esto y volver a casa con nosotros”, recuerda ella. “Pude hablar con él por teléfono antes de que lo ingresaran, me dijo: ‘estoy tratando, estoy tratando de luchar, pero me van a intubar”.
"Debí ponerme la maldita vacuna", le escribió Freedy en un mensaje de texto.
Finalmente le permitieron ingresar para poder verlo. Pero la situación era muy complicada. Freedy no tenía pulso, las máquinas no dejaban de hacer ruidos y los médicos hablaban en códigos y entonces empezaron a tratar de reanimarlo con compresiones torácicas. Durante media los observó tratando de traer de vuelta a quien iba a ser su futuro esposo.
“Solo tenía 39 años y ahora sus hijos no tienen un papá”, lamentó llorando DuPreez en la entrevista con el medio citado, una de las muchas que ha dado desde la muerte de su pareja para hacer conciencia sobre la importancia de vacunarse contra el COVID-19 cuanto antes. Le sobreviven cuatro niños de 17, 10, 7 y 6 años, y un bebé de 17 meses.
A pesar de que casi el 50% de los estadounidenses ha sido inoculado por completo contra el COVID-19 y de que un 20% adicional ya ha recibido al menos una de las dos dosis que requieren la mayoría de las vacunas, la pandemia continúa propagándose entre la población no vacunada.
La propagación de la variante delta, que según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades se transmite dos veces y medio más rápido que la variante original ha traído un nuevo sentido de urgencia a los esfuerzos por vacunar a la población.
La inmensa mayoría de las personas que mueren o son hospitalizados por COVID-19 hoy por hoy son aquellos que como Freedy no se han vacunado. DuPreez ya recibió la inyección contra el virus junto con su hijo de 17 años.