IE 11 is not supported. For an optimal experience visit our site on another browser.

¿Dónde se detendrá Putin? Europa del Este contiene la respiración mientras Ucrania aguanta la invasión rusa

El objetivo de Putin de “invertir la historia y volver a la situación de Rusia de hace más de 100 años también afecta directamente a otros vecinos", asegura un experto.

Por Alexander Smith - NBC News

¿Dónde piensa detenerse el presidente ruso Vladimir Putin?

Esa es la pregunta que ha empujado a Estados Unidos y a sus aliados a una nueva e incierta era, abriendo una brecha entre Oriente y Occidente que no se veía desde la Guerra Fría y conjurando temores de los peores escenarios que eran difíciles de comprender hace días.

Putin siempre supo que Estados Unidos y Europa Occidental no intervendrían militarmente cuando lanzó su invasión la semana pasada. La Casa Blanca y otros Gobiernos siempre han dejado claro que no se enfrentarían a Rusia, el país con el mayor arsenal nuclear del mundo, en defensa de Ucrania, que no es miembro de la OTAN.

[Rusia ataca edificio residencial, EE.UU. y Europa envían armas a Ucrania y Kiev resiste: lo más reciente del conflicto]

Pero no ocurre lo mismo con Polonia, Lituania, Letonia y Estonia, que son miembros de la alianza. Eso significa que, en teoría, gozarían de la protección del artículo 5 de la OTAN, el principio que señala que todos los aliados, incluido Estados Unidos, acudirían en ayuda de cualquier miembro que fuera atacado.

Para los estados bálticos en particular, las amenazas de Putin contra Ucrania se consideran una amenaza de facto contra ellos. Dijo que ve a Ucrania como una tierra históricamente rusa, una reclamación territorial que también podría hacer sobre ellos.

Este trío de naciones del norte de Europa -Lituania, Letonia y Estonia- no tiene los mismos vínculos culturales y lingüísticos con Rusia que Ucrania. Pero han sido gobernados por Moscú durante gran parte de los últimos 200 años, primero bajo el Imperio Ruso y luego bajo la Unión Soviética.

Todos ellos votaron a favor de la independencia de la URSS en 1991 y se unieron a la OTAN en 2004, un hecho que forma parte de la larga lista de agravios de Putin contra Occidente.

El objetivo de Putin de “invertir la historia y volver a la situación de Rusia de hace más de 100 años también afecta directamente a otros vecinos”, explicó Keir Giles, miembro consultor senior de Chatham House, un grupo de expertos de Londres, a nuestra cadena hermana NBC News la semana pasada. “Esto significa Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y Finlandia”, apuntó.

[Hace tres años Zelenskyy era un cómico de televisión. Ahora se enfrenta al ejército de Putin]

Si la campaña del presidente ruso tiene éxito en Ucrania, Putin podría dirigir su atención a Moldavia o Georgia, dos antiguas repúblicas soviéticas que hoy tienen regiones escindidas ocupadas por tropas rusas, según Karin von Hippel, exasesora principal no política del Departamento de Estado bajo el expresidente Barack Obama.

Ni Moldavia ni Georgia son miembros de la OTAN. Pero si Putin “empieza a expandir lentamente su imperio, habrá varios otros lugares que están en la OTAN que van a estar muy estresados”, indicó von Hippel, directora general del Royal United Services Institute de Londres.

Antes de la invasión rusa de Ucrania, ese escenario parecía impensable.

En noviembre, el primer ministro británico, Boris Johnson, dijo a los legisladores que tenían que reconocer que "los viejos conceptos de librar grandes batallas de tanques en la masa terrestre europea han terminado”.

Al lanzar su ataque contra una democracia europea, Putin ha hecho añicos esa idea preconcebida.

[Cinco preguntas claves sobre por qué importa este conflicto bélico]

Las fuerzas rusas han encontrado una resistencia más fuerte de lo esperado en Ucrania. Pero los funcionarios de inteligencia y los expertos occidentales creen que el plan de Putin es tomar el control de la capital, posiblemente para instalar un nuevo régimen más favorable a Moscú.

El conflicto también ha visto a Putin atrincherarse aún más en Bielorrusia, su aliado que limita con Polonia y Lituania, y que parecía más bien un estado satélite después de haber acogido a algunas de las tropas rusas que rodaron hacia Kiev.

Existe una gran incertidumbre sobre hasta dónde pretende llegar el líder ruso en Ucrania, y los aliados de Washington en el Báltico están alarmados por la posibilidad de que no se detenga en Ucrania.


Lituania anunció el estado de emergencia el jueves, y Estonia y Letonia convocaron conversaciones urgentes sobre seguridad. Las tres naciones bálticas han dicho que prohibirán los vuelos comerciales rusos en su espacio aéreo.

En las últimas semanas, los líderes de estos Gobiernos han acudido a las capitales europeas para advertir que si no se consigue disuadir a Putin en Ucrania, podría envalentonarse para extender su alcance a otros lugares.

[“Yo solo le pido a Dios que lo regrese con bien”: madre de soldado latino que va rumbo a Europa del Este]

“La batalla por Ucrania es una batalla por Europa”, advirtió a principios de mes el ministro lituano de Asuntos Exteriores, Gabrielius Landsbergis. “Si no se detiene a Putin allí, irá más lejos”, afirmó.

Otros no están tan preocupados.

El almirante James Stavridis, excomandante Supremo Aliado de la OTAN, señaló la fuerza militar relativa de la alianza y dijo la semana pasada que confiaba en que “Putin no cruzará una frontera de la OTAN de la forma en que ha cruzado esta frontera ucraniana”.

Aun así, por primera vez en sus 73 años de historia, la OTAN dijo tras la invasión de Putin que estaba desplegando su “fuerza de respuesta” lista para el combate en Europa del Este y recordó a Rusia que el compromiso de la OTAN con el artículo 5 era “férreo”.

Ha sido un momento clarificador para la alianza transatlántica, que luchó por encontrar relevancia tras la Guerra Fría, y que en los últimos años había sido calificada de “obsoleta” por el expresidente Donald Trump y de “descerebrada” por el presidente francés Emmanuel Macron.

La visión de los tanques entrando en Ucrania ha dado un nuevo significado a la alianza. Suecia y Finlandia se unieron a su cumbre de emergencia la semana pasada, lo que llevó a especular que incluso podrían poner fin a su política de neutralidad militar adoptada desde la Segunda Guerra Mundial y tratar de unirse.

[La OTAN activa sus tropas de defensa por primera vez en la historia para disuadir a Rusia de extender su ataque a otros países]

Esa idea fue respondida con una advertencia de “consecuencias militares” por parte de la portavoz de Asuntos Exteriores de Moscú, Maria Zakharova.

Rusia está empujando a Finlandia “más cerca que nunca” de entrar en la OTAN, escribió en Twitter el exprimer ministro finlandés Alexander Stubb. “A este paso no tenemos otra opción que unirnos. La adhesión de Finlandia reforzaría la Alianza y ayudaría a mantener la estabilidad del norte de Europa", apuntó.

Tanto si se produce como si no, es innegable que el margen de escalada y de error de cálculo entre Rusia y la OTAN -que cuenta con tres potencias nucleares: Estados Unidos, Reino Unido y Francia- se ha ampliado.

La crisis también ha dejado a Rusia más aislada que en ningún otro momento desde el final de la Guerra Fría, condenada por las protestas y expulsada de varios eventos deportivos y de entretenimiento.

En un importante cambio de política, Alemania dijo el sábado que enviaría armas antitanque y misiles tierra-aire a Ucrania y describió la invasión de Putin como un “punto de inflexión”. Incluso los aliados rusos más recientes de la región, como Hungría y la República Checa, se apresuraron a censurar al Kremlin por la invasión.

[Así fue el primer día de ofensiva rusa en Ucrania en 5 momentos clave del ataque]

Putin, al que muchos veían como un táctico prudente, despotricó ante la cámara llamando al Gobierno ucraniano “drogadictos y neonazis” mientras ordenaba un asalto militar a su vecino democrático.

La cuestión ahora es hasta dónde llegan sus ambiciones.

“No está muy claro a estas alturas”, señaló von Hippel, “que alguien pueda convencer a Putin de hacer algo distinto a lo que quiere hacer”.