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La presión de los manifestantes franceses empuja al Gobierno a suspender la subida de la gasolina

La inconformidad por el costo creciente de la vida entre las “petite gens” o “personas insignificantes” —como muchos manifestantes se llaman en alusión a la forma peyorativa en que se conoce a los asalariados de bajos ingresos—, ha crecido junto con la sensación de marginalización

El primer ministro francés, Édouard Philippe, ha anunciado este martes la congelación de los precios del gas, la electricidad y de los carburantes como medidas de choque para "apaciguar" las protestas de los llamados "chalecos amarillos", cuyas protestas han derivado en una crisis social sin precedentes en el país.

Según han adelantado medios locales como la agencia France Presse o el diario Le Monde, el alza de los impuestos que ha provocado disturbios quedará suspendida varios meses.

 

En una declaración televisada, Philippe ha dicho que "ningún impuesto merece poner en peligro la unidad de la nación", y adelanta que también se suspende el endurecimiento de la inspección técnica de vehículos, otra de las demandas originales del movimiento. 

 

"Esta cólera, que viene de lejos y durante mucho tiempo ha estado muda, hoy se expresa con fuerza y de forma colectiva. Habría que estar sordo y ciego para no verla y escucharla", apunta el primer ministro, quien dijo que se abrirá un diálogo nacional para revisar por completo el sistema fiscal francés. 

Los "chalecos amarillos", que el pasado sábado protagonizaron protestas de una violencia inédita en Francia, en particular en París. Hubo al menos 133 personas heridas y 412 detenidas. Los manifestantes incendiaron vehículos, rompieron ventanas, saquearon comercios y mancharon el Arco de Triunfo con grafiti. La policía respondió con cañones de agua y gases lacrimógenos, clausurando calles y estaciones del Metro.

La inconformidad por el costo creciente de la vida entre las “petite gens” o “personas insignificantes” —como muchos manifestantes se llaman en alusión a la forma peyorativa en que se conoce a los asalariados de bajos ingresos—, ha crecido junto con la sensación de marginalización. La estrategia del presidente Emmanuel Macron de aumentar el impuesto al combustible en enero con el fin de desestimular el consumo de combustibles fósiles, provocó que estallara la protesta.

Los manifestantes dicen que quieren igualdad de condiciones, las cuales creen que están inclinadas a favor de la élite y de los habitantes acaudalados de la ciudad. El impuesto al combustible “fue la chispa”, dijo en entrevista Thierry Paul Valette, un coordinador de la protesta en París. “De no haber sido eso, hubiera sido algo más”.
 

El movimiento, que se organizó en redes sociales en octubre, inicialmente estaba compuesto por retirados, autoempleados, artesanos y otros que enfrentan dificultades para sobrevivir, con frecuencia de zonas rurales de Francia, y de entre 30 y 50 años, dijo el sociólogo de la Sorbona Jean-François Amadieu, experto en movimientos sociales.

Amadieu señala que muchos consideran la violencia un medio necesario para el cambio. “Todos aprendimos sobre la toma de la Bastilla y la Revolución Francesa... El cambio siempre es a través de la concurrencia de fuerzas”, reflexiona. “Eso está, desafortunadamente, muy arraigado en Francia”.