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Estos latinos trabajan en el aseo y otras funciones clave de hospitales que intentan frenar el coronavirus. Piden más protección

Sin ser médicos o enfermeras, miles de hispanos trabajan en hospitales en labores de limpieza, mantenimiento y atención a pacientes, y corren el mismo riesgo a enfermarse del COVID-19
/ Source: Telemundo

WASHINGTON.— Desde hace tres años, *Luis traslada a pacientes a sus exámenes, laboratorios y quirófanos en un hospital en Los Angeles (California), y ahora figura entre quienes, sin estar en la “primera línea” del combate al coronavirus, han contraído el COVID-19. Lleva 23 días encerrado en su casa, y espera que su empleador le cubra el tiempo perdido.

Protegidos con gorras, guantes y tapabocas, recorren los pasillos de hospitales con carritos de limpieza, transportan pacientes entregan comida en las habitaciones o atienden en la cafetería: son hispanos que, como *Luis, a diario están expuestos al riesgo de enfermarse.

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Noticias Telemundo ha entrevistado a varios empleados en Nueva York, California, y Florida, la mayoría de los cuales pidieron el uso de pseudónimos para hablar de sus riesgos y temores, de modo que sus nombres reales han sido modificados para protegerlos. 

Nacido en Estados Unidos de inmigrantes salvadoreños, Luis dijo que su empleador ahora ha designado un piso para pacientes con el COVID-19 pero, al inicio de la pandemia, no alertaba a empleados como él sobre quiénes estaban contagiados.

“Estuve en contacto con pacientes contagiados. Al principio no nos daban mascarillas porque no había suficiente y porque no somos proveedores directos”, explicó Luis, de 29 años.

“Empecé a sentirme mal, con dolores de cabeza, fiebre, y mi supervisor me mandó a pasar consulta. No me hicieron la prueba porque no reunía todos los criterios... el médico me despachó a casa y me dijo que tomara Tylenol”, agregó.

Luis no trabaja desde el 17 de marzo, pero ya se siente "un poco mejor", y piensa regresar a trabajar pero, según dijo, le preocupa que está agotando sus días personales.

Su madre, una asistente de enfermería, señaló que el hospital aparentemente no estaba listo para pacientes con COVID-19, y trabajadores como su hijo estuvieron “menos informados, y menos preparados”.  

“No vieron la magnitud de lo que se avecinaba, o pensaron que iba a pasar pronto, como en las temporadas de gripe”, observó.

Aunque también engrosan las filas de médicos y enfermeras, los hispanos son parte de la cuadrilla de empleados que realizan labores de limpieza, lavandería, mantenimiento, cafetería y transporte, además de trabajar en laboratorios, oficinas administrativas y servicios de intérpretes.

No reciben aplausos ni la cobertura mediática que los profesionales de salud en todo el mundo, pero son “esenciales” en el ecosistema de cuidado de salud en Estados Unidos, y muchos no se sienten a salvo del peligro.

Según el Buró de Estadísticas Laborales,  los hispanos conforman el 10,8% de los trabajadores en los hospitales, pero el porcentaje es mayor si se incluye a los que realizan labores fuera del campo médico.

La peruana Gina Rejas, quien trabaja en limpieza en el Hospital White Plains del Condado Westchester, en Nueva York, dijo sentirse “muy protegida” por las medidas adoptadas por su empleador, aunque sabe que en otros lugares impera la escasez de mascarillas y demás equipos.

Rejas y sus compañeras han recibido capacitación del departamento de control de infecciones, y pasan revisión de sus equipos antes de iniciar cada turno, pero eso no elimina el temor.

Gina Rejas, una inmigrante peruana, realiza labores de limpieza en un hospital en Nueva York, uno de los estados más afectados por la pandemia
Gina Rejas, una inmigrante peruana, realiza labores de limpieza en un hospital en Nueva York, uno de los estados más afectados por la pandemiaFoto cortesía de Gina Rejas / Noticias Telemundo

“Lo que se respira en el hospital es algo tenso porque todos, enfermeras, doctores, personal de seguridad, de transporte, todos estamos atemorizados”, agregó Rejas, para quien las enfermeras han sido “la extensión de la mano de Dios”.

Rejas envió un mensaje a quienes desobedecen las órdenes de quedarse en casa: “los que salimos a trabajar vamos llenos de temores… tenemos que hacer fuerza común para salir de este momento tan terrible que nos ha tocado vivir”.

Trabajan con miedo

Es el mismo consejo de *Elsa, quien, enfundada en su bata, gorra, mascarilla y guantes azules, recorre una clínica geriátrica en California con su carrito repleto de toallas, sábanas, y botellas de desinfectantes.

“Es un riesgo trabajar allí, pero también necesitamos trabajar, y la verdad es que sí da miedito”, dijo Elsa, quien emigró de Guatemala en 2008 y trabaja en la clínica para ancianos desde 2011.

Como parte de su rutina, saca la basura de los cuartos y limpia y desinfecta, casi con obsesión, los muebles, picaportes y demás superficies. La clínica ha racionado las mascarillas, y Elsa firma una hoja para obtener una por cada turno.

“El virus queda en las superficies, y siempre estamos pensando que el virus se le puede pegar a uno”, señaló Elsa, madre de dos hijos, de 15 y 6 años, respectivamente.

“No seas otro paciente 31”

El sentimiento de desprotección afecta también a *Claudia, una colombiana que ostenta un alto cargo administrativo en un hospital en Miami (Florida).  

“El temor es tan grande y constante que a veces con solo que un compañero le ponga a uno la mano en el hombro, uno piensa en si se lavó las manos, si estuvo con pacientes y tomó precauciones. Ahora pensamos dos veces antes de agarrar una puerta, buscamos guantes“, dijo.

Claudia ha adoptado un riguroso régimen de limpieza en casa, y estuvo en cuarentena después de que su esposo se enfermó de una fuerte gripe.

Pero también insta a quienes no se toman en serio la pandemia a “no ser otro paciente 31”, al referirse al sonado caso de una mujer que en enero pasado viajó a lugares concurridos e infectó a más de 1,000 personas en Corea del Sur.

También le indigna la gestión de la Administración Trump de la pandemia, sobre todo la escasez de pruebas de diagnóstico y la lentitud del proceso de evaluación.

“Creo que dentro de muy poco vamos a tener muchos estados, no solamente Nueva York sino también Florida, en los que el sistema va a colapsar. El proceso de revisión es nefasto; lo están haciendo lento, complicado, muy mal”, advirtió Claudia, al señalar que Alemania actuó con rapidez “y no ha escatimado en recursos para las pruebas”.

La demanda de mascarillas es grande y, aún con las donaciones de empresas, celebridades y grupos cívicos, éstas no llegan a tiempo, lo que ha disparado su racionamiento o reciclaje. Algunos hospitales han impuesto una especie de mordaza a sus empleados para que no denuncien la continua escasez de equipos de protección personal.

Según un recuento de la cadena NBC, más de 333,000 personas han contraído el coronavirus, y más de 10,000 han fallecido.

Tanto el presidente, Donald Trump, como su director de Salud Pública, Jerome Adams, han advertido de que las próximas dos semanas serán “muy difíciles”.  Aún con las medidas para limitar la estela de contagios y muertes, no hay indicios de un pronto retorno a la normalidad.

Un mensaje de apoyo

Entre el zumbido de máquinas y el vaivén de médicos y enfermeras, los hispanos que limpian cuartos, lavan platos o desbloquean lavabos e inodoros, no quieren quedar en el olvido.

Trump firmó tres leyes para reforzar la respuesta a la pandemia y apoyar a los trabajadorespero los legisladores demócratas ya elaboran un cuarto plan de estímulo económico.

La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, ha dicho que ese plan debe incluir otra ronda de cheques directos a las familias trabajadoras, y fondos para la compra de equipos de protección personal para los trabajadores en “la primera línea de defensa”.

Rebecca L. Reindel, director de asuntos de Salud y Seguridad de la federación sindical AFL-CIO, considera que, ante la evolución de la pandemia, es urgente que todos los trabajadores en el sector de salud, sin importar su estatus o puesto, cuenten con la debida protección.

“Los empleadores no sólo deben elaborar planes para los peores escenarios sino también capacitar a sus empleados y protegerlos de represalias si denuncian condiciones de inseguridad”, dijo Reindel.

“Algunos trabajadores, como los latinos y los inmigrantes, son especialmente vulnerables por reclamar su derecho a un sitio de trabajo seguro… sólo podemos prevenir y controlar un brote cuando nos preparamos bien, y los trabajadores son nuestra primera línea de defensa”, enfatizó.

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