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Mascarillas de tela y gafas caseras contra el coronavirus: las enfermeras denuncian su miedo y falta de protección

"Somos enfermeras porque amamos nuestra profesión, no por dinero o fama, pero también tenemos vida y familias fuera del hospital", lamenta una enfermera. Le contamos cómo se ha llegado a esta situación de alarma.

Por María Peña

WASHINGTON.— Ante la escasez de mascarillas, gorras, batas quirúrgicas y desinfectantes en Estados Unidos, enfermeras y otros profesionales de la salud aseguran asistir a la “guerra” contra el coronavirus racionados y con la boca protegida sólo por retazos de tela, y lamentan trabajar con el temor de sucumbir a la enfermedad.

[Una de cada tres personas tiene orden de quedarse en casa en Estados Unidos]

La escasez de equipos de protección personal, conocidos como PPE por su sigla en inglés, se ha generado en gran medida por una fuerte caída en las importaciones desde China, y ha provocado un extenso racionamiento.

No obstante, bajo presiones políticas de agilizar medidas de auxilio, el presidente, Donald Trump, desoyó el domingo el llamado de varios gobernadores de nacionalizar el suministro de equipos médicos, aduciendo que no es parte fundacional del país y basta con las medidas voluntarias de los fabricantes. 

Las mascarillas se han convertido en un bien codiciado, sobre todo las conocidas como N95, que son de calidad industrial y filtran el 95% de las partículas en el aire. 

En muchos hospitales,  éstas son recicladas o severamente racionadas, y las enfermeras las improvisan con materiales caseros.

  

Noticias Telemundo entrevistó a enfermeras en distintos estados, la mayoría de las cuales pidió el anonimato por temor a represalias o despidos por denunciar las condiciones de indefensión frente a la pandemia, que en EE.UU. ya lleva más de 30,000 casos confirmados y al menos 370 muertos.

El Gobierno federal ha comenzado a distribuir cinco millones de mascarillas N95 pero, según médicos y enfermeras, serán insuficientes, y han sonado la alarma en Twitter con la etiqueta "GetMePPE".

“Tenemos miedo, nos preocupa lo que nos pueda pasar a nosotros y a nuestras familias sin protección”, asegura una enfermera en Chicago (Illinois), quien a partir del viernes recibe sólo una mascarilla a la semana.

“Son mascarillas de papel, ni siquiera son N95... tengo una amiga que sabe coser y nos hizo algunas de tela con una abertura para insertarle un filtro de aire”, agrega.  

“Las enfermeras saben que usar una sola mascarilla para todos los pacientes es algo arriesgado, y que una de trapo no es lo mejor, pero cuando se las llevé, se echaron a llorar”, añade.   

Otra enfermera de urgencias en un hospital de Chicago celebra que por ahora no sufren esa escasez de mascarillas o guantes porque están racionados.

Su mayor frustración son los confusos y cambiantes protocolos de protección y de cómo cuidar de los pacientes, aún cuando el hospital recibió guías de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés), la Organización Mundial de Comercio, y el Departamento estatal de Salud.

“Eso crea ansiedad y preocupación. Somos enfermeras porque amamos nuestra profesión, no por dinero, fama o reconocimiento, pero también tenemos vida y familias fuera de las paredes del hospital”, afirma esta profesional, madre de dos jóvenes.

Las enfermeras no reciben pruebas a menos que presenten síntomas, y viven con el temor de que, sin saberlo, estén portando o transmitiendo el coronavirus a sus familias.

Al llegar a casa, afrontan la escasez de desinfectantes, productos de limpieza y papel higiénico igual que el resto de la población, con la rutina añadida de lavar a diario sus uniformes y zapatos con agua caliente y cloro.

También se apoyan recurriendo al humor y a conversaciones en grupo para discutir mejores prácticas, las investigaciones científicas, y sus temores de que, conforme avance la pandemia, los hospitales no darán abasto.  

A otra enfermera en un hospital en Washington DC  le ofende la sugerencia de un funcionario de los CDC de que usen una bandana para protegerse el rostro, “como si fuésemos bandoleros a punto de asaltar un banco”.

“¿Te imaginas si entro así a tu casa, con una bandana?”, pregunta, "supe cuando los CDC recomendaron las bandanas, contrariando toda recomendación médica hasta la fecha, que estábamos fritos".

"Tienen que incrementar la fabricación de estos productos, al menos tenemos jabón, ¡Pero no me sorprendería si esto se vuelve darwinesco!", añade.

Otra enfermera en una clínica para inmigrantes pobres, también en Washington, asegura que le quedan 20 mascarillas e igual número de pruebas, y una sola mascarilla N95, insuficiente para la carga de trabajo que tiene.

“Mi esposo trabaja en otra clínica, y los dos tenemos que seguir viendo pacientes. Yo he estado enferma y así estoy tratando a pacientes, también muy enfermos, porque no calificó para la prueba”, señala.

“¡Claro que esto es imprudente! Mi tía me está haciendo mascarillas con una tela que le envié”, dice la enfermera, quien dejó a su pequeña hija a su hermano porque las escuelas están cerradas.

Christine Michalek, miembro de la Asociación de Enfermeras de Illinois, asegura que la pandemia no está afectando la moral de sus compañeras, pero el retraso en el envío de estos equipos "es muy alarmante". 

“Lo más grave para nosotros es el temor a llevar este virus a nuestras familias. Mis hijos no me pueden tocar hasta que me baño", añade Michalek, madre de cuatro hijos.

Leo Angulo, asistente médico en una clínica privada en Austin (Texas), añade: "No sólo tenemos que bregar con la escasez de equipos sino con el temor de la gente, especialmente si estuvieron en contacto con personas contagiadas, y la necesidad de información en la comunidad inmigrante”.

“Estamos haciendo lo mejor posible pese a que no estamos recibiendo guías claras de los gobiernos local, estatal o federal, así es que adoptamos mejores prácticas y ejemplos de los grupos hospitalarios grandes en Texas”, precisa.

Exigencias del gremio

Bonnie Castillo, directora del principal sindicato de enfermeras del país, National Nurses United (NNU, en inglés), ha dicho que EE.UU. “está en guerra con una pandemia” que, según epidemiólogos, tendrá más muertos que “el total de todos los estadounidenses que han muerto en todas las guerras”.

Según los expertos, continuó,  la pandemia afectaría a entre el 40% y el 70% de la población en el próximo año y medio, y tendría una tasa de mortalidad del 1%.

Las instalaciones médicas no están en condiciones óptimas para eso, advirtió Castillo, que reiteró el pedido de su gremio de un aumento sustancial en las mascarillas N95, vestimentas y demás PPEs. 

“Las prácticas gerenciales en los hospitales de esperar al último momento han antepuesto las ganancias a crear suficientes suministros y a contratar a suficientes enfermeras para cuidar bien a los pacientes", se quejó.

El Congreso ya aprobó más ayudas para los trabajadores afectados por la pandemia, y más fondos de Medicaid para los estados, entre otros elementos.

Pero Rick Pollack, presidente de la Asociación de Hospitales Estadounidenses (AHA, en inglés), reiteró el domingo que el Congreso debe establecer una estrategia que garantice que los hospitales y trabajadores en primera línea reciban más apoyo para responder a la pandemia. 

La AHA, la Asociación Médica Estadounidense, y la Asociación de Enfermeras enviaron una carta a Trump en la que le urgieron que utilice el Acta de Producción de Defensa para incrementar la producción doméstica de equipos y suministros médicos.

¿Por qué hay escasez?

La escasez se debe a las interrupciones en la cadena de suministros en China y el retraso en las órdenes de compra de materiales en EE.UU., según una investigación de la agencia de noticias Associated Press.

La súbita caída en los cargamentos comenzó a mediados de febrero pasado, cuando China ya registraba decenas de miles de casos y tuvo que cerrar sus fábricas e interrumpir sus exportaciones. Cuando las fábricas reactivaron parte de sus operaciones, la prioridad de Pekín fue abastecer a los hospitales en China.

En el último mes, la importación de desinfectantes y de hisopos bajó en un 40% mientras que la de las mascarillas N95 descendió en un 55%. La importación de batas ha regresado a la normalidad, ahora que Honduras ha suplantado a China, según AP.

Pero las importaciones no llegan a tiempo y escasean cada vez más las mascarillas N95, batas y mascarillas para habitaciones de aislamiento médico, mascarillas quirúrgicas, gafas de protección, pruebas de diagnóstico, y equipos para cuidados intensivos.

El estado de Nueva York tenía el domingo 15,168 casos confirmados -el 5% del total mundial-, y está a sólo diez días de quedarse sin suministros.

Acopio de suministros

Por ello, el gobernador, Andrew Cuomo, ha instado a los hospitales a incrementar su capacidad "al 100%", para lo cual levantó ciertas restricciones. 

Cuomo ordenó el envío de un millón de mascarillas N95 a la ciudad de Nueva York, aunque el sábado pasado reconoció que esa cantidad, aunque es "significativa", no resolverá la crisis.

“Estamos peinando el globo terráqueo en busca de suministros médicos… hay empresas de confección de ropa que se están dedicando a la manufactura de mascarillas", señaló. 

La empresa Target retiró de sus tiendas en el estado de Washington las mascarillas N95, que "por error" puso a la venta al público, y las ha donado para su distribución a proveedores médicos.

En agradecimiento a los "héroes" en esta pandemia, Apple dijo que donará "millones" de mascarillas en EEUU y Europa. 

Otras empresas, grandes y pequeñas, dentro y fuera de EE.UU., han arrimado el hombro a la causa,  y algunas han reconfigurado sus instalaciones para producir desinfectantes, entre otros dispositivos.

La destilería Bentley Heritage, en Nevada, planea producir hasta 1,400 galones de desinfectante de manos por semana, y un esfuerzo similar anunció J. Rieger & Co, en Missouri. 

Por su parte, la empresa 3M dijo que ha duplicado su producción mundial de mascarillas N95 a una tasa anual de más de un billón, o casi 100 millones por mes. 

Para Angulo, resulta inaceptable que países como Corea del Sur le ganen la carrera a EE.UU. en la expansión de pruebas de diagnóstico y tratamientos, cuando el país tuvo un incremento de casi 16,000 casos en un solo día.

"Las clínicas y hospitales necesitamos estas pruebas, equipos y productos, pero ya... no tengo nada personal contra la Administración, pero todo esto debió estar disponible cuando se declaró la pandemia, porque ahora muchos estamos en peligro, especialmente las enfermeras", puntualizó Angulo.

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