El joven mexicano Cruz Velázquez Acevedo portaba una tarjeta que le permitía cruzar legalmente la frontera de Estados Unidos, pero murió allí mismo, delante de oficiales de inmigración estadounidense que según su abogado lo conminaron a beber el líquido de dos botellas que transportaba.
El incidente ocurrió en noviembre de 2013, pero ha vuelto a estar en los titulares gracias a un video obtenido de los últimos momentos del joven de 16 años.
El gobierno de Estados Unidos ha acordado pagar a la familia de Acevedo un millón de dólares tras una demanda contra dos oficiales fronterizos y las autoridades estadounidenses.
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Las imágenes ilustran nítidamente que el incidente se produjo según describe la demanda.
El 18 de noviembre de 2013, Velázquez, residente en Tijuana, cruzó el puente fronterizo de San Ysidro llevando una pequeña mochila a sus espaldas. Notándolo nervioso, los oficiales lo separaron para una segunda inspección.
Un video publicado por ABC ahora muestra al joven frente a la oficial Valerie Baird, quien inspecciona su mochila y extrae de ella dos botellas, una pequeña y otra más grande, ambas con un líquido amarillento.
Baird consulta con el oficial a su lado, Adrian Perallon y ambos le indican a Velázquez que beba.
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“Le pregunté qué era; dijo que era jugo”, dijo Baird según su propio testimonio. "Le dije: 'Entonces demuéstralo'".
El adolescente tomó sorbos – y hasta ahí llega el video divulgado por ABC News.
Luego, según describe la demanda judicial, empezó a sudar profusamente. Gritó y apretó los puños.
En minutos, su temperatura aumentó a 105 grados F, dijo el abogado de su familia, Eugene Iredale. Su pulso llegó a 220 latidos por minuto - más del doble de la tasa normal para adultos.
"¡Mi corazon! ¡Mi corazón!", gritó Acevedo, según los archivos de la corte: "¡Mi corazón! ¡Mi corazón!"
Dos horas después había muerto.
Iredale reconoció que el adolescente cometió un error cuando trató de introducir drogas a Estados Unidos.
"Pero era un muchacho de 16 años con toda la inmadurez y el mal juicio que podría ser característica de cualquier niño de 16 años", comentó al diario The Washington Post.
"Era básicamente un buen chico, no tenía antecedentes, pero hizo algo estúpido. En cualquier caso, lo peor que le hubiera pasado a él es que habría sido arrestado y puesto en un centro juvenil por algún tiempo”.
Iredale alega que los oficiales de inmigración tenían recursos para someter a prueba ambos líquidos y no lo hicieron, y su trato fue “cruel e inhumano”.
"No estoy preparado para decir que sabían con certeza que iba a matarlo. ... Es obvio que sospecharon desde el principio que era metanfetamina ", dijo Iredale. "Jugar un chiste cruel con un niño no es algo que sea justificable de ninguna manera. Tienen kits de prueba disponibles que habrían dado resultados en dos o tres minutos ".
Un portavoz de Aduanas y Protección Fronteriza señaló en un comunicado que la Oficina de Responsabilidad Profesional de la agencia investigó el incidente y "determinó que no se justificaba ninguna otra acción y que los oficiales involucrados no fueron disciplinados".
Perallon y Baird siguen siendo empleados de Aduanas y Protección Fronteriza en San Diego, dijo la agencia en un comunicado anterior.