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“Mamá nunca regresó”. El narco agrava la epidemia de mujeres desaparecidas en México

Son de todas las edades, pero la mayoría son adolescentes secuestradas para ser prostituidas. Le explicamos con mapas dónde y cómo desaparecen.

Cyntia Moreno, de 25 años y madre de dos niños, fue reportada como desaparecida el sábado 30 de noviembre, tras abordar un taxi en San Antonio La Isla, bajo la sombra del volcán mexicano Nevado de Toluca.

Salió de su casa y no se supo más de ella.

“El día que yo me muera, no voy a llevarme nada”, cantaron días después en su emotivo funeral, “lo que pasó en este mundo, nomás el recuerdo queda, ya muerto voy a llevarme, nomás un puño de tierra”.

Moreno fue hallada muerta 48 horas después de darse por desaparecida, encerrada en la cajuela de un taxi en la Ciudad de México, con los pies y las manos atadas, los ojos vendados y una bolsa de plástico en la cabeza.

A su lado había otro cadáver.

Sólo esa semana, fueron reportadas otras cinco mujeres como desaparecidas en el valle de México, entre la capital y Toluca. Tres fueron halladas con vida. Brenda Aguilar, de 17 años sigue desaparecida. Y como ella, casi 10,000 mujeres más.

Niña delgada de 7 años con una cicatriz en la rodilla izquierda por una caída tipo raspón. Adolescente mediana de 13 años con lunares en el cuello. Joven delgada de 13 años con pecas en la cara… Y así hasta 9,522 bebés, niñas, adultas y ancianas; delgadas y robustas, altas y bajas. Todas desaparecidas en viviendas o en la calle y de las que sólo se sabe el lamento de quienes las aman, además de sus datos fríos consignados en el Registro de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas.

También desaparecen hombres, y allí figuran, en el mismo registro, y más que las mujeres: hay tres nombres de varón por cada una de ellas. Pero las mujeres tienen un rasgo en común que escalofría: la mayoría son menores de edad, y su secuestro puede estar vinculado al tráfico de personas con fines sexuales.

Así se sospecha por su edad: cuatro de cada 10 eran menores, la mayoría entre 15 y 17 años. Hasta abril del año pasado, cuando fue actualizado por última vez el listado, había 3,899 niñas y adolescentes sin localizar en todo el país. En comparación, sólo 1 de cada 10 hombres desaparecidos era menor de edad.

Y también por el lugar donde desaparecieron: la zona de mayor riesgo es el llamado “corredor de la trata de personas”, en los estados al centro del país (México, Morelos, Puebla y Tlaxcala), según explica en entrevista telefónica Juan Martín Pérez, director de la organización Red por los Derechos de la Infancia.

En esa zona operaban pequeños grupos criminales que engañaban mujeres para traficar sexualmente con ellas en la Ciudad de México o Estados Unidos. Ahora, los grandes carteles del narcotráfico han tomado el testigo.  

“Los grupos criminales que antes se dedicaban solo a la droga se han diversificado y han cooptado a estas mafias locales”, explica Pérez, “tienen la posibilidad, ante la gran impunidad, de masificar ese modelo criminal”.

En la última década se han abierto 3,000 carpetas de investigación por trata de personas, explica Pérez.  Sólo se han resuelto 1 de cada 10: “Cada día recibimos más denuncias, más quejas. Parece que ha estallado más esta epidemia porque la impunidad está garantizada”.

Epidemia no es una palabra usada en vano. En el estado de México, que encabeza el registro nacional (una de cada 10 desapariciones tiene lugar en esta zona limítrofe con la capital), hay 1,796 nombres en el registro. Equivale a 1 de cada 5,000 mujeres que viven en ese estado.

Tamaulipas, en la frontera con Estados Unidos, ocupa el segundo lugar con 1,298 desapariciones de mujeres. Sólo la semana pasada fueron reportadas Guillermina Hernández, Berenice Ureta y Velma Vázquez. Habían salido a hacer unas compras, cada una por su cuenta, cada una en su ciudad. Nunca regresaron

“Mamá estaba en casa con dos de mis hermanas y se preparaba para haber la cena”, contó el hijo de Ureta, “notó que faltaba algo y dijo que iba al OXXO; una de mis hermanas le pidió una recarga telefónica”.

Mamá nunca regresó”, añade.