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Una familia sufrió “una pesadilla” al cruzar la frontera por error. La Patrulla enseña un video para mostrar que mienten

“Estaremos traumatizados por el resto de nuestras vidas por lo que el Gobierno nos hizo", dijo la mujer, encerrada junto a su bebé. La Patrulla Fronteriza tiene un video para probar su supuesto engaño,

Una familia británica denuncia haber vivido “la experiencia más aterradora” de sus vidas tras cruzar desde Canadá a Estados Unidos supuestamente de manera accidental. Las autoridades migratorias estadounidenses han indicado en cambio que lo hicieron a propósito, y han publicado un video de vigilancia para desmentir sus acusaciones.

David Connors, su esposa Eileen y otros dos familiares conducían el 3 de octubre por una carretera de Vancouver con tres niños pequeños, incluido un bebé de tres meses, cuando un animal se interpuso en su camino y tomaron un desvío que les hizo cruzar la frontera a Estados Unidos, según su versión de los hechos.

De inmediato fueron detenidos por las autoridades migratorias estadounidenses y, aunque pidieron que les dejaran dar marcha atrás y regresar a Canadá, estuvieron encarcelados durante una semana.

En una queja presentada al inspector general del Departamento de Seguridad Nacional, Eileen Connors alega que toda su familia terminó detenida en un centro de detención para familias del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, en inglés) en Leesport (Pennsylvania), bajo condiciones de “suciedad” y “frío extremo”.

“Nunca lo olvidaremos, estaremos traumatizados el resto de nuestras vidas por lo que el Gobierno estadounidense nos ha hecho”, declaró Connors bajo juramento, “hemos sido tratados como criminales, despojados de nuestros derechos, y nos han mentido”.

Se encuentran ya en Reino Unido, según declaró el miércoles su abogada al diario The Washington Post.

La Oficina de de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) aseguró el martes que la familia fue arrestada por un intento deliberado de ingresar ilegalmente a Estados Unidos desde Canadá, y publicó un video de vigilancia tomado aproximadamente a las nueve de la noche de aquel 3 de octubre.

 En este se ven las luces de un auto “manejando lenta y deliberadamente a través de una zanja entre carreteras paralelas en la frontera en Lynden (Washington). Las vías no están conectadas por calles o senderos transversales, de forma que la única forma legal de cruzar el borde son las estaciones fronterizas con personal migratorio.

En los comentarios al video publicado en Twitter, una persona dijo: “Sí, no conozco a nadie que intente colarse en los Estados Unidos con las luces encendidas. Parece bastante extraño. Pero habiendo vivido en el área, no está bien marcado y su versión es plausible. No sé lo que es verdad, pero esto ciertamente no los vilipendia”.

La abogada de la familia argumentó en un correo electrónico al citado diario que el video "demuestra aún más la incapacidad de distinguir cada frontera, el camino no está marcado y está oscuro”.

"Lo que sea que este video pretenda mostrar, no justifica que la CBP coloque a un niño de 3 meses en condiciones potencialmente mortales. Las familias querían regresar a su país inmediatamente después de la detención, y tenían los medios para hacerlo. La CBP no debería haber sobrecargado nuestro sistema de inmigración y haber puesto en riesgo la vida de los niños por cualquier motivo", agregó.

En un comunicado, la CBP dijo que los agentes estadounidenses también determinaron que dos de los miembros de la familia -el matrimonio Connor- había solicitado autorización de viaje para visitar los Estados Unidos y le fue denegada por motivos que no ha aclarado.

Un funcionario que habló con The Washington Post bajo condición de anonimato dijo que la familia portaba además 16,000 dólares en efectivo al momento de su arresto.

La CBP añadió que Canadá no permitió el retorno de los británicos, y que fueron infructuosos dos intentos de contactar al consulado del Reino Unido. En cumplimiento de la ley, los detenidos fueron entregados así a ICE.

Allí fue donde comenzó la peor pesadilla, ha dicho Eileen Connors. Ella y su bebé fueron separados de su esposo y colocados en “una celda muy fría”, conocida por los inmigrantes como “hieleras”, en una estación de la Patrulla Fronteriza en Washington.

Recibieron unas “mantas delgadas” de un material metálico, así como una taza con sopa de fideos, que describieron como “no apta ni para animales”. “Nos dejaron en la celda todo el día, sin información, sin llamar a nuestra familia en casa, sin idea de cuándo seríamos libres de irnos”, agregó Eileen.

Para dormir, se vio obligada a colocar a su bebé sobre su cuerpo para que no estuviera sobre el “piso sucio”.

Al día siguiente, David Connors fue enviado al Centro de Detención Tacoma Northwest, mientras que Eileen y su bebé fueron conducidos a un hotel Red Roof Inn en Seattle para pasar la noche. Por la mañana coincidieron en el aeropuerto de Seattle, pero en vez de ser deportados a Canadá o Reino Unido, el vuelo los condujo a Pennsylvania.

Fueron trasladado a un centro familiar de ICE, al igual que la otra pareja que los acompañó en el viaje y sus hijos mellizos. La instalación ha sido denunciado sistemática por activistas como una “cárcel de bebés”.

Allí Eileen bañó a su hijo con una toallita y jabón, cuenta, porque la bañera que le habían proporcionado estaba “muy sucia y tenía pedazos rotos”.

El bebé se quedó sin ropa, mantas o baberos durante varias horas porque el personal del centro se llevó los artículos para lavarlos. “Las sábanas en nuestra habitación tenían un olor desagradable, como a perro muerto”, relató.

Un día su bebé "se despertó con el ojo izquierdo hinchado y lloroso" y la piel "áspera y manchada". Las autoridades le dijeron que su hijo era "un poco pequeño" para estar en el centro, y si querían poder firmar documentos que le permitieran separarse de él, según el comunicado.

"Nos sorprendió y disgustó la idea de que nos quitaran a nuestro bebé, y desde entonces no pude dormir pensando que alguien podría venir y quitármelo", escribió Connors.

Las autoridades migratorias rechazaron las denuncias de malos tratos y condiciones en el centro de detención.

En el comunicado, la mujer denunció que se les impidió entrar en contacto con la embajada de Reino Unido. Finalmente, el 7 de octubre -cuatro días después de su detención- pudo hablar con representantes diplomáticos.

Fueron deportados esta semana.

"Emocional y psicológicamente, están destruidos”, ha concluido su abogada, “están muy molestos por lo que les sucedió porque no tiene sentido. Cualquiera que lea su declaración o escuche su historia no entenderá cómo podría haber sucedido esto”.