Los servicios secretos estadounidenses ejecutaron en 2017 un delicada operación para extraer de Rusia a uno de sus mejores espías, con información directa del Gobierno de Vladímir Putin, según ha informado la cadena CNN.
Fuentes citadas por este medio aseguran que la decisión se tomó apenas unos meses después de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, supuestamente entre el temor a que el nuevo presidente desvelara información clasificada que pusiera en peligro la vida de este agente secreto.
En concreto, fue una reunión en mayo de ese año entre Trump y el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergey Lavrov, la que desató las alarmas internas, puesto el presidente compartió supuestamente con sus interlocutores en el Despacho Oval de la Casa Blanca información altamente secreta sobre el grupo terrorista ISIS en Siria que había sido suministrada confidencialmente por Israel.
El entonces director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, en inglés), Mike Pompeo, aseguró a otros altos cargos del Gobierno que estaba conociéndose demasiado información sobre esa fuente secreta, según CNN. Antes de que pudiera especularse en los medios de quién podía tratarse, poniendo en peligro su seguridad, se decidió sacarle de Rusia, añade la cadena.
Un portavoz de la CIA ha asegurado que es falso que la agencia tome decisiones de vida y muerte basándose en otra cosa que no sea análisis objetivos y datos sólidos; y ha indicado además es “inexacto” que la especulación equivocada de que la operación se llevara a cabo por la forma en que Trump gestiona la información confidencial.
Cinco fuentes que sirvieron al Gobierno de Trump han indicado a CNN que la operación tuvo lugar en un momento en el que los servicios secretos temían que el presidente estuviera usando incorrectamente la información confidencial que le suministraban. Esa preocupación se agrandó cuando Trump se reunió en privado con Putin en julio de 2017 y confiscó las notas tomadas por el intérprete, haciendo imposible así conocer de ninguna forma de qué hablaron.