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Miles de trabajadores de esta compañía tuvieron que elegir: o asistir a un discurso de Trump, o perder su salario

El Servicio Secreto no permitió salir a los empleados que quisieron marcharse antes de que el presidente acabara su acto electoral en su empresa.

Miles de trabajadores sindicales en una planta petroquímica del oeste de Pensilvania enfrentaron una disyuntiva la semana pasada: presentarse al discurso del presidente, Donald Trump, el miércoles o quedarse en casa y perder parte de su salario semanal.

Uno de los contratistas del sitio de construcción escribió en las reglas para el discurso antes del evento que la asistencia de los empleados "no era obligatoria", aunque dijo que solo a aquellos que llegaron a las 7 am con sus identificaciones de trabajo escaneadas y se quedaron durante horas esperando al presidente se les pagaría por su tiempo.

"NO HAY SCAN, NO HAY PAGO", se lee en esas reglas, que fueron entregadas a los empleados antes del discurso. Ese memo fue informado por primera vez por el Pittsburgh Post-Gazette, que señaló que aquellos que optaron por no asistir al discurso de Trump tendrían una ausencia justificada y no pagada y no calificarían para el pago de horas extras el viernes.

La publicación informó que a los trabajadores se les dijo que "cualquier cosa vista como resistencia" a Trump estaba prohibida. El discurso fue organizado para fomentar la "buena voluntad" con sindicatos de la construcción, agregó The Post-Gazette.

Ray Fisher, un portavoz de Shell, dijo a NBC News en un correo electrónico que los trabajadores que optaron por mantenerse alejados del discurso recibirían un pago por la semana, pero menos que los que escanearon su identificación laboral y asistieron el miércoles al mitin.

El día "fue tratado como de capacitación (laboral) con un orador invitado que resultó ser el presidente", dijo Fisher, y agregó que la compañía hace esto "varias veces al año con varios oradores".

Fisher dijo que una sesión matutina antes del discurso, que se centró en "capacitación en seguridad y otras actividades relacionadas con el trabajo", comenzó a las 7 a.m. y duró tres horas.

Inicialmente presentado como que se enfocaría en la política energética, el discurso de Trump en la nueva instalación multimillonaria de Royal Dutch Shell del condado de Beaver -que convertirá el gas natural en plástico- a menudo se desvió hacia otros temas. Trump afirmó que la presidencia le estaba "costando una fortuna", que estimaba entre $ 3 y $ 5 mil millones. Dijo que "iba a hablar con algunos de sus líderes sindicales para decirles: "Espero que apoyen a Trump. ¿Está bien?"

"Y si no lo hacen, voten para sacarlos porque no están haciendo su trabajo", agregó. "Es verdad. Es verdad. Sáquenlos de su cargo".

El almacén en el que Trump habló estaba lleno de trabajadores con chalecos amarillos y naranjas que habían sido transportados desde una parte del sitio de construcción masiva. Dos empleados, que pidieron no ser identificados, le dijeron a NBC News que se perdieron la hora de almuerzo para asistir y que habían empacado bocadillos dentro de sus bolsillos porque no se les permitía llevar comida.

Varios empleados dijeron que mucha gente no se presentó porque no les gusta Trump, particularmente los partidarios de los sindicatos. Un trabajador dijo que realmente no quería ir, pero pensó que se vería mal perder un día de trabajo y quería recibir su salario completo.

El evento se extendió después de las 3 p.m., cuando muchos de los turnos regulares de los trabajadores terminaban, lo que hizo que a varios les preocupara que no se les pagaría por el tiempo extra que pasaban en el almacén.

Docenas de trabajadores intentaron irse temprano, incluso antes de que Trump terminara a las 3 p.m., pero les dijeron que el Servicio Secreto no los dejaría salir del almacén hasta que el presidente hubiera abandonado la propiedad. Después de que terminó su discurso, Trump realizó un recorrido por el sitio de construcción.

Una vez que Trump terminó de hablar, los trabajadores seguían detenidos y profirieron abucheos y gritos de enojo porque no los dejaban salir. A las 3:30 p.m., un empleado de la planta trató de calmar a la multitud y hacerle saber que les pagarían por el tiempo que todavía estaban allí.

El sitio emplea a por lo menos 5.000 personas y es uno de los más grandes de Estados Unidos. Hay al menos dos docenas de grúas de construcción que se levantan de las colinas onduladas, un detalle del que Trump tomó nota en su discurso.

"Hacer bien este trabajo masivo ha requerido más de 1,500 piezas de equipo pesado y una de las grúas más grandes de cualquier parte del mundo. Espero verlo", dijo Trump.

"Me encantan las grúas. Me encantan los camiones de todo tipo. Incluso cuando era un niño de cuatro años, mi madre decía: 'Te encantan los camiones'. Sí. Siempre me encantaron los camiones. Todavía me gustan. Nada cambia. A veces, ya sabes, podrías convertirte en presidente, pero nada cambia. Todavía me encantan los camiones, especialmente cuando veo la grúa más grande del mundo. Eso es genial. ¿Creen que voy a poder operarla? No lo sé. Pondremos a los medios de prensa en ella y les daré un pequeño paseo, ¿verdad? "

La Casa Blanca espera que el proyecto de construcción masiva sirva como un símbolo de la economía de Trump en un estado clave clave. Cuando se complete, la instalación empleará a unos 500 trabajadores que fabrican gránulos de plástico hechos de etano, un subproducto del fracking [proceso de extracción de petróleo de rocas subterráneas], que se puede usar en productos como empaques de alimentos y autopartes.

La Casa Blanca y Shell no respondieron de inmediato a las solicitudes de comentarios de NBC News.

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