La mujer de New Hampshire que ganó 560 millones de dólares el 6 de enero en la lotería Powerball podrá quedarse con el dinero y con su secreto. O al menos con parte de su secreto.
Tras ganar el premio, la mujer firmó la parte trasera del boleto para cobrar el premio, sin darse cuenta de que eso le obligaba a hacer público su nombre y la localidad en la que vive. Así lo ordena la ley estatal: por lo general, los ganadores crean un fideicomiso y cobran el premio a nombre de este fondo, manteniendo su identidad secreta, pero esta mujer cometió “un error tremendo”.
Para evitar el riesgo de sufrir abusos “por parte de las personas deshonestas”, como “históricamente” sucede con los ganadores de la lotería, según sus abogados, la mujer acudió ante el juez y pidió cobrar el premio sin desvelar su identidad. En el pasado, algunos ganadores de premios millonarios han terminado asesinados o en la bancarrota.
El juez Charles Temple ha dictaminado este lunes la mujer podrá cobrar el premio y mantener su identidad en secreto, pero tendrá que desvelar su localidad.
“Ella está saltando arriba y abajo”, dijo su abogado, William Shaheen, para ilustrar la alegría de la mujer porque “podrá vivir su vida con normalidad”.
Lo único que se sabe pues es que la ganadora es de Merrimack, una localidad de 25.000 habitantes a 25 millas al sur de Concord. El boleto se vendió en el Reeds Ferry Market.
Según el juez, no hay dudas de que si su identidad se revelara, sufriría “una cantidad alarmante de acoso, peticiones y otras comunicaciones no deseadas”. Así, su derecho a la privacidad es más importante que el interés publico a la hora de revelar la identidad de la ganadora del octavo premio más importante de la lotería.
La mujer ha cobrado 264 millones, una vez descontados los impuestos. Ha prometido donar hasta 50 millones a la caridad.