El huracán María, que ha devastado Puerto Rico, también ha dejado en situación crítica a los hospitales de la isla caribeña.
Un reporte de la agencia Reuters da cuenta de que tras el colapso de la red eléctrica que dejó a la isla a oscuras, los generadores de reserva en algunos hospitales fallaron rápidamente, mientras otros funcionan con niveles críticamente bajos.
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El combustible es tan escaso que se entrega con guardias armados para evitar el saqueo, según declaró a la agencia el Dr. Ivan González Cancel, cirujano cardiovascular y director del programa de trasplante cardíaco del Centro Cardiovascular.
"Otro hospital quiere trasladar a dos pacientes críticos aquí porque no tienen electricidad", contó González Cancel. “No podemos tomarlos. Tenemos el mismo problema".
Pero no es el único y ni siquiera el menor. El centro cardiovascular estaba "en ruinas", dijo González Cancel: sin aire acondicionado, las paredes de la sala de operaciones gotean por la condensación y los suelos están resbaladizos.
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La mayoría de los pacientes habían sido dados de alta o evacuados a otras instalaciones, pero algunos permanecieron porque sus familias no podían ser contactadas por teléfono.
El cirujano calcula que no podrá hacer una cirugía a corazón abierto en al menos dos meses. El consejo de González Cancel a muchos es que viajen a Estados Unidos continental. Sin embargo, no hay cupos disponibles en aviones hasta por lo menos el 4 de octubre.
Entre los afortunados en salir primero de la isla estuvieron Cheira Ruiz y su bebé Gabriellyz, de dos semanas de nacida. La familia fue localizada por radio en la localidad de Guanica y las autoridades le tocaron la puerta para que la bebé fuera evacuada de emergencia. Sólo hubo cupo para madre e hija.
En el Centro Médico, el hospital público más grande de la isla, el equipo de asistencia médica en casos de desastre del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos está instalando unidades hospitalarias improvisadas.
El hospital pediátrico San Jorge -de 167 camas- corrió mejor suerte. Cuenta con un potente generador pero también están en una carrera contra el tiempo, y temen que se les acabe el combustible, reportó el diario Orlando Sentinel.
Además, enfrentan problemas de personal pues muchos o no tienen combustibles para llegar o han sufrido severos daños. La situación es común en muchos centros de atención médica.
Los médicos temen que todo pueda empeorar.
“Si no se toman medidas, la gente va a empezar a morir”, dijo a Reuters Juan Carlos Sotomonte, director médico de la unidad cardiovascular del Centro Médico.