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“Teníamos a este monstruo viviendo bajo nuestro techo y no lo sabíamos”

En menos de tres años, Nikolas Cruz iba a heredar casi un millón de dólares. Pero esa noche cenó un sándwich y se fue a la cama pronto. Al día siguiente no quería ir al colegio porque era San Valentín. Mató a 17 personas. Así fueron las últimas horas antes de la matanza en una escuela de Florida, según la familia con quién vivía el asesino.
Nikolas Cruz, llevado el jueves ante la juez, acompañado por su abogada.
Nikolas Cruz, llevado el jueves ante la juez, acompañado por su abogada. AP / AP

“Teníamos a este monstruo viviendo bajo nuestro mismo techo y no lo sabíamos”, ha explicado Kimberly Snead al diario South Florida Sun Sentinel.

Ese “monstruo” es Nikolas Cruz, el joven de 19 años que se ha confesado autor de la matanza de 17 estudiantes y profesores en la escuela Marjory Stoneman Douglas, en Parkland (Florida), el pasado 14 de febrero.

Cruz vivía con Kimberly y su marido, James, en esta tranquila localidad cerca de Miami. “Todo lo que ahora todo el mundo parece saber, nosotros no lo sabíamos”, indicó James, “es tan simple como eso”. “No vimos ese lado suyo”, añade su esposa.

El matrimonio ofreció esas mismas declaraciones en una entrevista al programa "Good Morning America", en el que ambos subrayaron que Cruz cumplía perfectamente las directrices que se marcaban en su casa.

Antes de que se fuera a vivir con ellos, hace unos tres meses, lo habían conocido en más de una ocasión porque pasó alguna noche en su casa al ser amigo de uno de sus hijos. "Era educado y parecía normal", subrayó James. 

La pasada festividad de Thanksgiving, uno de los tres hijos de la pareja les pidió que alojaran a Cruz en su casa. La madre de Cruz, que le había adoptado, murió de neumonía el 1 de noviembre, dejándole huérfano; estaba entonces alojado con un amigo de la familia, pero quería cambiar de aires. El matrimonio aceptó alojarlo en su casa.

Cruz iba a heredar 800.000 dólares de su padres cuando cumpliera 22 años, según el matrimonio.

Kimberly, de 49 años, es enfermera. James, de 48, es un veterano condecorado y analista de inteligencia militar, según el citado diario. Le dijeron que debía seguir las reglas de la casa, y en particular las que tienen que ver con seguridad respecto a armas de fuego.

La pareja no tenía problemas con las armas de fuego: cuando Cruz llegó a la casa, simplemente le obligaron a poner su arsenal (que incluía el rifle AR-15 que utilizó para la matanza, y otros dos rifles de asalto, entre otras) en un armario con candado. Supuestamente, James era el único que tenía la llave, y debía darle permiso para sacar las armas. Lo pidió dos veces; en una ocasión, le dijeron que sí. En la otra, que no.  El día de la matanza, sencillamente las sacó por su cuenta, según el matrimonio.

“Era muy inocente. No era tonto, sencillamente inocente”, explica James, hablando de él ya en pasado.

No sabe cocinar. Le tuvieron que enseñar a usar el microondas. No sabía lacr la ropa, ni recoger aquello que ensuciaba. No sabía conducir, así que iba a trabajar (a una tienda Dollar Tree cercana) en bicicleta. Quería ser militar.

La noche anterior a la tragedia no fue diferente a las demás, según la pareja.

Cenó un sándwich de carne y queso con una galleta de chocolate dentro. Se fue a la cama a las ocho de la noche, lo que tampoco era inusual en él. A la mañana siguiente, les dijo que no necesitaba que le llevaran al colegio. “Es el día de San Valentín, y yo no voy al colegio el día de San Valentín”, dijo.

Kimberly le vio por última vez a las 10 de la mañana, antes de salir a hacer unos mandados. Le dijo que iba a irse a pescar. Cuando ella regresó, ya no estaba allí. Se fue a dormir, porque tenía turno de noche.

Cruz le envió varios mensajes de celular al hijo del matrimonio que le había animado a quedarse en la casa. En uno, preguntaba en qué clase estaba. Luego le dijo que tenía “algo importante” que contarle. Luego añadió, “Nada, hombre”.

A las 2:30, el hijo de la pareja llamó a casa aterrorizado. Estaba a salvo, pero había escuchado los disparos, y había ayudado a sus compañeros a huir del colegio saltando una valla. James le dijo que fuera a un Walmart cercano para poder recogerlo allí. Según conducía hacia allí, le llamó un comandante de las fuerzas especiales SWATa preguntarle por Cruz.

Lo único que les llamó la atención el día del tiroteo fue que Cruz no fue al colegio, pero tampoco les extraño tanto porque no había ido en otras ocasiones. "Dijo que era San Valentín y que él no iba al colegio el Día de San Valentín". 

Al principio le dijo que no lo sabía, pero luego cayó en la cuenta de lo que podía haber ocurrido y volvió a llamar al policía para pedir que enviaran protección a su casa para asegurarse de que su mujer estaba a salvo. Luego llamó a su hijo para decirle que se iba primero a casa a por Kimberly.

La policía se presentó en casa mientras la mujer dormía, gritando: “¡Las manos en alto!”. Para entonces, Cruz ya había sido detenido por la policía.

El matrimonio fue llevado a la oficina del sheriff de Broward. Allí tuvieron la oportunidad de cruzarse con Cruz, que fue llevado al edificio esposado. Ella trató de correr hacia él pero su marido la detuvo.

“¿De verdad, Nik? ¿De verdad?”, le gritó ella.

 Él dijo que lo sentía. Parecía perdido, totalmente perdido”, explica James.