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Hillary Clinton sale bien librada en cuestionamientos de republicanos sobre ataques en Bengasi

He perdido más sueño que el de todos ustedes juntos, señala Clinton.

Los congresistas republicanos que interrogaron hoy por varias horas a la ex secretaria de estado Hillary Clinton insistieron una y otra vez en que todo lo que buscaban era la verdad y nada más que la verdad de lo que sucedió en Bengasi, Libia en el fatídico septiembre de 2012.

Después de horas de testimonio de Clinton ante el Comité especial de la Cámara baja que los republicanos formaron hace casi año y medio para investigar lo sucedido en Bengasi donde murieron cuatro estadounidenses, incluyendo J. Christopher Stevens, el embajador de entonces en Libia, no queda claro si se ha llegado a esta verdad de que los republicanos hablan. 

O al menos, una verdad distinta de la verdad que ya se conoce: han habido siete investigaciones previas de diferentes comités del Congreso y otra de un grupo de personalidades independientes, todas diciendo más o menos lo mismo. Que Clinton no tuvo responsabilidad en lo sucedido.

La audiencia de Clinton en el Congreso se produjo bajo la sombra de dudas y acusaciones. Los republicanos insisten en que no hay motivos obscuros o partidarios detrás del asunto y que todo lo que se busca es esa “verdad” que se le debe al pueblo estadounidense. 

Los demócratas por su lado, acusan al Comité mismo de ser una farsa y de haber sido creado únicamente con el propósito de dañar las aspiraciones presidenciales de Clinton. En su favor está el hecho de que fue un mismo líder de los republicanos quien públicamente aceptó que el Comité de Bengasi tenía como objetivo “bajar los números (ratings)” de Clinton.

La estrategia de los republicanos  en la audiencia tuvo al menos tres puntos, la primera, la de vincular la política del gobierno de Obama en Libia con Clinton. Es decir, por qué se intervino en Libia, por qué se decidió ser parte de la coalición que fue clave para derrocar en 2011 al líder libio Muamar Gadafi, etc. La respuesta aquí de Clinton fue simple: fueron los aliados los que pidieron la ayuda de Estados Unidos y el Presidente Obama decidió darla. 

Y que luego, una vez con Gadafi fuera de acción y con el país en un periodo de seria inestabilidad y peligro, los diplomáticos estadounidenses siguieron ahí debido a que así es como se desarrolla la política exterior: con diplomáticos en el terreno. Aun en los sitios más conflictivos y peligrosos del mundo. Que fue el mismo embajador Stevens quien pidió ir a Libia. De nuevo, nada que no se haya sabido en los últimos años producto de las distintas investigaciones.

El segundo pilar de la estrategia republicana estuvo centrado en la cuestión de seguridad en Libia. Por qué, preguntan una y otra vez los republicanos, no había suficiente seguridad en el sitio donde fueron muertos los estadounidenses y en general alrededor de los diplomáticos y demás personal de Estados Unidos -incluidos agentes y contratistas de la CIA.

La respuesta de Clinton en este punto es que fueron los expertos en seguridad los que decidieron el nivel de seguridad para los diplomáticos estadounidenses en Libia. Todo además, en el contexto de las limitaciones de presupuesto y recursos materiales. Que como en todo lo que hace el gobierno, hubo que priorizar. Que es imposible tener seguridad perfecta.

En este apartado los republicanos han encontrado otra línea de ataque contra Clinton, el cual surge de los famosos correos electrónicos que han aparecido en los últimos meses. Sucede que el embajador que fue muerto habría pedido más seguridad, con el detalle de que no lo hizo directamente a Clinton. Este embajador ni siquiera tenía el correo electrónico directo de Clinton. Su pedido lo hizo ante los especialistas en seguridad. Hubo otro personaje en cambio, de nombre Sidney Blumenthal, que sí tenia acceso directo con Clinton.

Este tipo Blumenthal es un ex periodista que trabajó en el gobierno de Bill Clinton y que sigue asociado con los Clinton y según los correos electrónicos personales de Clinton constantemente le escribía a la por entonces secretaria de estado con consejos y comentarios sobre Libia. La estrategia de los republicanos es mostrar a Clinton como alguien que sí tenía tiempo para escuchar a alguien fuera del gobierno y sin experiencia en Libia pero no para escuchar a su propio embajador.

El tema de Blumenthal dio lugar a uno de los momentos más tensos de la audiencia cuando el republicano que preside el Comité -Trey Gowdy- se enfrascó en una discusión con el demócrata de más alto puesto en el mismo Comité -Elijah Cummings- sobre el significado o el valor de los mensajes de Blumenthal. 

Una vez más, las dos narrativas: para el republicano importante dejar claro la manera de operar de Clinton, poniéndole más interés a los mensajes de un tipo que supuestamente no sabia nada de Libia que los pedidos de su propio embajador quien por cierto era un experto en Libia. 

La de los demócratas, insistiendo en que se hiciera público el testimonio de Blumenthal ante el mismo Comité para que todo el mundo vea que Blumenthal no jugo ningún papel en las decisiones de Clinton. Y Clinton misma, insistiendo también que Blumenthal no era su asesor ni cosa por el estilo. 

El tercer pilar de la estrategia republicana fue la de atacar a Clinton por lo que pasó después de los ataques, la manera de como el gobierno de Obama presentó el incidente ante la opinión pública. Este es también un punto que se ha discutido hasta el cansancio en el pasado, fundamentalmente la acusación de que el gobierno no dijo de inmediato que todo había sido un ataque terrorista, sino una acción espontánea basada en parte en un video que se había hecho público en el internet donde se insultaba a los musulmanes. 

Este último es quizá el punto más débil o vulnerable de Clinton ya que sino ella, al menos otros en el gobierno dijeron en algún momento en televisión que lo de Libia había sido algo espontáneo. La repuesta hoy de Clinton es que esos fueron momentos de gran confusión y que el gobierno hacía todo lo posible dentro de sus recursos para averiguar exactamente qué había sucedido en Bengasi. 

“Es una acusación personalmente muy dolorosa”, dijo Clinton ante la sugerencia de que no había dicho la verdad en los días inmediatos a lo de Bengasi. “He perdido más sueño que el de todos ustedes juntos. He estado rompiéndome el cerebro pensando sobre lo que pudo haberse hecho o debería de haberse hecho”.

En conclusión puede decirse que la audiencia no mostró nada nuevo, al menos en el terreno de lo que pasó en Bengasi mismo. Se quiera o no es casi imposible ver la comparecencia de Clinton sin el filtro partidario. La ex secretaria de estado está en la carrera presidencial y todo lo que haga o diga tendrá consecuencias en la misma. 

De seguro que la gente republicana o que no gusta de Clinton verá confirmada su tesis: de que hay algo ahí que se esconde en lo de Libia, o que aun si no se esconde nada Clinton es responsable de lo que sucedió. Bien por haberse metido en Libia, por no haber dado la seguridad que se exigía o por tratar de engañar a la gente sobre las causas del ataque. Que en conclusión, fue una mala e ineficiente secretaria de estado.

De seguro igualmente que los demócratas seguirán convencidos que todo el trabajo del Comité es un ataque partidista a Clinton y que los casi 5 millones de dólares que se han gastado en la investigación es dinero de los contribuyentes que se ha utilizado para algo que no tiene nada que ver con lo que hace el Congreso. Y que Clinton por supuesto, no tiene responsabilidad en lo de Bengasi.

Que cada quien saque sus propias conclusiones. Lo que sí es cierto es que las varias horas de televisión sirvieron a Clinton como una plataforma más para mostrarse ante el público estadounidense. Y en efecto, Clinton luce presidenciable. Nunca perdió la compostura, nunca entró a la pelea directa con ningún republicano y mostró la seguridad y confianza de alguien que no sólo domina los temas sino que por años ha estado en el centro de la atención pública.