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"Martillaron diferencias entre Obama y Romney"

Columnista Carlos Rajo analiza la primera noche de la Convención Demócrata en Charlotte

Por Carlos Rajo/Opinión

Vaya primera noche de la Convención Demócrata. Los dos principales oradores, la primera dama Michelle Obama y el alcalde San Antonio, Texas, Julián Castro, no sólo provocaron genuina emoción y entusiasmo entre la audiencia, sino igual de importante, martillaron las diferencias entre el Presidente Obama y Mitt Romney. El uno de origen humilde y el otro venido de un mundo de privilegios.

Diferencias también entre las visiones de sociedad que cada partido tiene. La de los demócratas, la de un país en el que el gobierno y la solidaridad juegan un rol en la oportunidad que tenga cada persona para superarse y tener éxito. La de los republicanos, la de un país en el que el esfuerzo personal, y no el gobierno ni la sociedad, es el eje del triunfo de cada individuo.

Se había dicho que tanto el discurso de Michelle Obama como el del alcalde Castro tendría un objetivo central: intentar recrear entre las bases demócratas esa magia que existió hace cuatro años alrededor de la campaña de Obama. Será el tiempo el que dirá si lo consiguieron, pero lo que es claro -por las reacciones en el piso de la Convención y la cobertura de prensa- es que al menos en el terreno de generar entusiasmo y simpatía por Obama ambos oradores salieron bien parados.

Lo que hizo la Primera Dama fue en cierto sentido reintroducir al país al Barack Obama esposo y padre que ella misma presentó a la nación hace cuatro años, sólo que ahora con el agregado de un Obama curtido por sus años en la Casa Blanca. “Cuando se trata de su carácter y sus convicciones y su corazón”, explicó Obama, “Barack Obama es todavía el mismo hombre del que he estado enamorada todos estos años”. Quizá no haya magia para el gran público, pero para ella sigue siendo el mismo Obama con los mismos valores y cualidades que lo llevaron a la presidencia.

Para reintroducir al mandatario, la Primera Dama utilizó mucho de su propia historia personal. Recordó como ambos provienen de familias humildes y como en su caso por ejemplo, su padre -un empleado público- a duras penas pagaba los créditos por la porción que le tocaba pagar de la Universidad a la que ella asistía. En el caso del presidente, también una educación universitaria pagada a base de ayudas y préstamos del gobierno.

De nuevo, martillar en la misma idea: lo nuestro, sugería la Primera Dama, lo de los demócratas, es el caso de gente de pocos recursos que ha salido adelante con la ayuda del estado y de la sociedad. Nada que ver por supuesto, con la vida del candidato republicano (Obama nunca mencionó el nombre de Romney) quien proviene de una familia adinerada. Y aún más, que debido a esas experiencias de deber dinero, de haberse criado en una familia de clase trabajadora y demás, el Obama presidente entiende las adversidades y desafíos del estadounidense promedio. “Para Barack estos asuntos no son políticos, son personales”, aseguró la Primera Dama.

Por cierto, sobre Romney, sucede que la semana pasada cuando los republicanos se referían “al éxito”, aun sin decirlo abiertamente era claro que lo relacionaban con la carrera de ejecutivo millonario del candidato. La Primera Dama habló sobre cómo su familia entiende esto del éxito. “El éxito no es tanto sobre cuánto dinero uno gana”, dijo Obama, “es sobre la diferencia que se puede hacer en la vida de la gente”. No estuvo de más mencionar lo del joven Barack Obama cuando este comenzaba su carrera profesional. Abogado graduado de Harvard quien prefirió “trabajar en vecindarios con dificultades” en lugar de alguna prestigiosa firma de abogados donde ganaría un salario alto.

Julián Castro, por su lado, también habló de estas ideas o visiones distintas de país entre demócratas y republicanos. De que no es cierto que el individuo él solo -sin apoyo del estado y la familia y sociedad- pueda simplemente salir adelante. “Si rompemos las ligas que nos conectan, la única gente que irá lejos es la que ya está adelante”, señaló el abogado, que al igual que los Obamas hizo su carrera universitaria con préstamos y ayudas estatales. Un detalle: la abuela de Castro vino de México cuando niña y de adulta trabajo limpiando casas.

Castro mencionó algo que dijo Romney hace unas semanas ante un grupo de universitarios a quienes el candidato republicano sugirió que para iniciar el camino del emprendedor de éxito tendrían que prestar dinero de sus padres y fundar una empresa. “¿Por qué no pensé eso?, dijo Castro en tono burlón en referencia a que en su caso, su madre soltera, activista comunitaria y empleada pública, apenas ganaba para irla pasando. “Alguna gente tiene suficiente suerte para prestar dinero de sus padres, pero eso no debería determinar si uno puede seguir sus sueños”, añadió Castro.

En cierto sentido es bueno que los dos principales oradores de la primera noche de la Convención hablaran en los términos que lo hicieron. Bueno porque sus discursos contrastan claramente lo que son dos maneras de ver el mundo, dos propuestas electorales para la elección presidencial. Para los republicanos obviamente, esto del individualismo, de salir adelante sin ayuda estatal, de fundar una empresa, de hacer dinero, en fin, de conseguir el éxito monetario a como dé lugar, es parte central de su ideario político y de su vida diaria.

Así como los demócratas se entusiasman cuando Michelle Obama habla de que al presidente nunca le interesó el dinero y de que cuando analiza los problemas que llegan a su escritorio es guiado no únicamente por cifras y tablas de ganancias y pérdidas -como lo hacía el Romney que compraba y vendía compañías o que despedía empleados o cerraba fábricas, parecía sugerirse- sino por “sus valores y su visión”, de seguro que los republicanos dirán que esto es un sin sentido. Que no hay nada malo con ser rico, con tener éxito y con cerrar fábricas y/o despedir gente si eso es lo que demanda el negocio. Que esto es Estados Unidos. Que así fue creado el país y que estos siguen siendo los principios de la economía de libre mercado.

En este sentido quizá tengan razón los que dicen que esta es una de las campañas presidenciales más importantes en décadas (todas las campañas lo son por supuesto, es sólo que lo que hoy está en juego es mucho). Esto debido a que si los republicanos llegan al poder intentarán borrar del mapa, retrasar o hacer irrelevantes las políticas o cosas que se han hecho durante la Administración Obama.

Para un republicano, que bueno que esto suceda. Toda elección tiene sus consecuencias y ya en la presidencia será hora no sólo de eliminar toda huella de Obama sino de poner en práctica las ideas de quienes hoy dominan el partido, la gente del Tea Party. Para un demócrata, razón por la urgencia para votar por Obama. Bienvenido el debate. Es para eso que son las convenciones y las campañas presidenciales.