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¿La pobreza afecta el cerebro de los niños? Esto dice la ciencia

Crecer en situación de pobreza está vinculado con dificultades en el progreso académico y un nuevo estudio investiga cómo es que la pobreza afecta al cerebro en desarrollo.
Niños estudiantes en aula improvisada instalada en un sitio de construcción en 2019
Getty Images

Es bien sabido que crecer en situación de pobreza está relacionado con problemas en el rendimiento académico, la salud y el desempleo. Sin embargo, un nuevo estudio investiga cómo es que la pobreza afecta al cerebro de los niños.

En las últimas décadas, varias investigaciones han demostrado que los pequeños criados en circunstancias precarias tienen algunas diferentes sutiles en su cerebro en comparación con los pertenecientes a familias con mejor posición económica.

Por ejemplo, un estudio citado por The New York Times halló que la zona de la superficie de la capa exterior del cerebro es más pequeña, sobre todo en las áreas que se relacionan con el lenguaje y el control de impulsos, así como en el volumen de una estructura conocida como el hipocampo, que es responsable de la memoria y el aprendizaje.

Sin embargo, estas diferencias no son el reflejo de características innatas heredadas, según sugieren los análisis, sino de las circunstancias en las que crecieron los menores.

Otra investigación sobre el desarrollo cerebral cognitivo en niños que crecieron en orfanatos rumanos desde mediados de la década de 1960 hasta la de 1990 demostró que la privación y la negligencia reducen el coeficiente intelectual y obstaculizan el desarrollo psicológico en los niños que permanecen institucionalizados después de los 2 años, y que esta afecta profundamente el desarrollo del cerebro, amortigua la actividad eléctrica y reduce el tamaño del cerebro.

Es por ello que un estudio en curso llamado 'Baby’s First Years' busca determinar si la reducción de la pobreza podría por sí sola favorecer un desarrollo saludable del cerebro. 

Para el análisis, la autora del estudio Kimberly Noble y sus colaboradores seleccionaron al azar a mil madres con recién nacidos que vivían en situación de pobreza en Nueva York, el área metropolitana de Minneapolis-Saint Paul y Omaha, para que todos los meses recibieran una tarjeta de débito con 20 o 333 dólares que podían usar como quisieran.

"Es muy posible que las vías particulares del impacto en los niños difieran de una familia a otra. Por eso, al dar a las familias la posibilidad de usar el dinero como les parezca, no presupone que haya una sola vía o un mecanismo concreto que conduzca a diferencias en el desarrollo infanti", sostiene Noble.

La investigación también hace un seguimiento del desarrollo cognitivo y la actividad cerebral de los niños a lo largo de varios años mediante una herramienta no invasiva denominada como EEG móvil, que mide los patrones de ondas cerebrales.

Además, llevan un seguimiento del estatus financiero y laboral de las madres, así como de mediciones maternales como niveles de hormonas de estrés y si usan guarderías o servicios de niñeras.

Sin embargo, la pandemia, así como los pagos de estímulo que recibieron algunos estadounidenses a lo largo del último año, sin duda afectaron a las familias participantes de distintas formas. Pero, como el estudio es aleatorio, los investigadores esperan poder evaluar el impacto del dinero que el programa les da, señala Noble.

Y es que los paquetes de alivio económico por la crisis sanitaria tienen el potencial de sacar a millones de niños estadounidenses de la pobreza e incluso algunos científicos creen que estas ayudas podrían cambiar la vida de los menores de una manera fundamental: transformando sus cerebros.

"'Baby’s First Years' es considerado como un emprendimiento audaz para demostrar, a través de un ensayo clínico, un vínculo causal entre la reducción de la pobreza y el desarrollo cerebral. El estudio sin duda es uno de los primeros, si no es que el primero [en este campo]", asegura Martha Farah, neurocientífica de la Universidad de Pensilvania.

Mientras tanto, con el estudio los expertos esperan responder si una mejor situación económica ayuda a que el cerebro de los niños se desarrolle de una manera que los beneficie durante toda su vida.

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