¿Crees que el zen y los niños no pueden mezclarse? Las técnicas de relajación pueden ser aprovechadas por cualquier persona, ¡incluyendo a los más pequeños! Comienza de a poco eligiendo de aquí...
Aprender a respirar
¿Es que no sabemos hacerlo ya? No es lo mismo la respiración cotidiana, sobre la que no pensamos, que hacerlo de forma profunda y purificadora. Esta técnica es ideal para realizar en salas de espera u otros lugares que generan ansiedad, se indica desde el sitio Family Education.
Dile a tu hijo que descanse las manos sobre su barriga, con los ojos cerrados. Aliéntalo a inhalar profundo a través de la nariz, contando hasta cinco, sostener el aire por dos segundos y luego contar hacia atrás mientras exhala todo el aire que tiene dentro. Pídele que note cómo su pecho se levanta y baja mientras hace el ejercicio. ¿Le cuesta concentrarse lo suficiente para realizarlo? Prueben susurrando sonidos de animales al exhalar, como el mugido de una vaca.
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Un frasco relajante
Este contenedor lleno de líquido y objetos pequeños que caen suavemente al fondo es una manualidad súper divertida para hacer con los niños en casa. Además, sirve para despejar la mente antes de dormir o ante una situación estresante, según el mismo sitio.
Para hacer el frasco, llénalo por la mitad con pegamento brillante. Si no puedes conseguirlo, usa pegamento normal y tiñe el agua con colorante de alimentos. Añade los objetos, como estrellas que brillan en la oscuridad, botones o juguetes pequeños. Llena la botella con agua destilada, dejando 0.5 pulgada (1.27 cm) de espacio antes de llegar al borde. Adhiere la tapa con un pegamento permanente. Asegúrate de que quede bien pegada y que no pueda abrirse, sobre todo si tienes hijos pequeños.
Caminatas mindful
Si tu hijo prefiere estar en movimiento, pueden salir a caminar y jugar a ver cosas que no habían notado antes, se sugiere desde el sitio Left Brain Buddha. Inclusive pueden dedicar un rato a estar en silencio y prestar atención a los sonidos que pueden escuchar: animales, una cortadora de césped o las hojas movidas por el viento.
También puedes usar tu imaginación para pensar otras opciones. Procura proponerle a tu hijo actividades y técnicas que se adapten a su personalidad. ¡Las posibilidades son ilimitadas!
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