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Médicos ignoraron su dolor de espalda y era cáncer terminal

A Tori Geib sus doctores le dijeron que su dolor de espalda era por depresión y estrés, pero en realidad tenía cáncer en la columna vertebral.

Tori Geib sufrió las peores consecuencias de un mal diagnóstico médico, pues sus doctores le dijeron que su dolor de espalda era por depresión y estrés. La realidad era que la mujer tenía cáncer de seno terminal, que se había extendido a su columna vertebral.

Tori, originaria de Bellefontaine, Ohio, narró su historia al sitio Health como un ejemplo de cuando los síntomas médicos son ignorados o mal diagnosticados en las mujeres y esto tiene un altísimo costo. Tori lo vivió con su cáncer de mama. 

"Había tenido dolor de espalda crónico durante aproximadamente un año antes de encontrar el bulto", contó Geib, quien afirma que reportó este síntoma a tres reumatólogos para descubrir por qué tenía este dolor.

Desafortunadamente, esos médicos no tomaron en serio la dolencia de Tori por mucho tiempo. "La última a la que fui, en febrero de 2016, admitió que ella realmente no sabía cuál era la causa, pero tal vez la culpa era la fibromialgia", detalló la mujer.

La fibromialgia es conocida por muchos como la enfermedad del dolor, puede ser causada por eventos estresantes o traumáticos e infecciones virales, y las mujeres tienen el doble de probabilidades de padecerla. 

Algunos de los síntomas de la enfermedad son dolor y rigidez en todo el cuerpo, fatiga, cansancio, depresión, ansiedad, problemas para dormir, de la memoria y la concentración; migrañas, hormigueo o entumecimiento en manos y pies, inflamación abdominal y síndrome del intestino irritable.

No obstante, el médico de cabecera de Tori insistió en que lo que ella tenía era una depresión y que eso le provocaba dolor en todo el cuerpo. "¿Su sugerencia? Ir a los antidepresivos", contó la mujer.

Pero el dolor de Geib no mermó, todo lo contrario. "Un mes después, terminé en dos centros de atención de urgencia porque era muy terrible. Me dieron un esteroide, un medicamento antiinflamatorio y un relajante muscular en dosis bajas", relató.

"Me dijeron, una vez más, que tal vez esto era el resultado de una enfermedad autoinmune. O tal vez estaba exagerando en mi trabajo. Estaba trabajando como chef en ese momento", detalló Tori.

Debido a los diagnósticos de los especialistas, llegó el momento en el que la mujer pensó que su síntoma de dolor no era real: "¿Estaba todo esto en mi cabeza? Seguramente todos estos doctores no podrían estar equivocados; después de todo, ellos eran los expertos".

"Pero en el fondo, sabía que era un dolor físico real. No sabía qué me causaba tanto dolor de espalda, pero sabía una cosa: no me sentía como yo", afirmó. 

Entonces, el cáncer se hizo más visible aún

Tori relata que en marzo de ese año estaba en su cama cuando sintió un bulto rígido en uno de sus senos. En un primer momento, pensó que podía deberse a la cicatrización de una reducción de busto que se hizo en 2008.

"Estaba durmiendo en la casa de mis padres ese día. Llamé a mi madre, que es enfermera: 'Probablemente estoy pensando demasiado en esto, pero ¿puedes verlo, qué piensas?'. Sintió el bulto y parecía preocupada", contó Geib.

"Esto no parecía tejido cicatricial. Mi madre pensaba que era demasiado joven para el cáncer de mama y que probablemente no era nada, pero me sugirió que lo revisara", dijo la mujer, quien al lunes siguiente se realizó una mamografía.

"Después de la mamografía inicial, recibí llamadas para que me volvieran a escanear. Luego descubrí que necesitaba una biopsia. Una semana después, me dijeron que tenía cáncer de seno", contó Tori.

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La noticia fue devastadora para la mujer: "Todo estaba borroso. La enfermera me preguntó si quería que siguiera dándome más información, y tuve que decirle que necesitaba un descanso y un momento para respirar. Mi mamá estaba conmigo y lloré con ella".

En ese momento, Geib decidió mantener su diagnóstico en secreto para evitar que las personas la "miraran y sólo vieran cáncer", pero también se propuso buscar una segunda opinión y, ya que no había un oncólogo en su condado, viajó a la Universidad Estatal de Ohio.

Las noticias fueron aún más terribles

Al consultar a los médicos de la universidad, Tori les contó sobre el dolor de espalda que la había aquejado durante tanto tiempo. "Eso los llevó a hacer una tomografía computarizada, que mostró que el cáncer posiblemente había ido a mi columna vertebral", contó.

Una semana después de realizarse una biopsia para confirmar el diagnóstico, llegaron los resultados: cáncer de mama metastásico. "Pasé de escuchar: 'Eres demasiado joven para tener cáncer de seno' a 'Estás muriendo de cáncer de seno y no hay cura'", relató Tori.

Aun ante el terrible diagnóstico, la mujer encontró un pequeño alivio: el dolor de espalda no estaba en su cabeza. Sin embargo, pronto el diagnóstico terminal la golpeó con fuerza y pensó en el reumatólogo que vio unas semanas antes y que le dijo que estaba "bien".

Pero eso no fue todo, pocos días después se enteró de una nota en una exploración que tuvo un año antes, en la que se reportaban "lesiones sospechosas" en su columna vertebral y en el hueso de su cadera. "Nadie dio seguimiento ni me habló de esto", afirmó.

El cáncer se extendió y aplastó una de sus vértebras, lo que le causaba tanto dolor. La mujer necesitaba una vertebroplastía antes de someterse al tratamiento de cáncer de seno, que de haber sido detectado a tiempo, le daría más tiempo de vida a Tori.

Vivir con cáncer terminal

En un principio, la mujer tomó su diagnóstico con mucha valentía. "No sabía que el cáncer de seno no era curable cuando me diagnosticaron. Ves todos los listones rosados y piensas: 'Voy a vencer esto'", contó.

"Realmente no tenía educación sobre esa parte del cáncer de seno. Fui súper positiva hasta que descubrí que era terminal, momento en el que estaba en shock", relató Geib, quien se sometió a un tratamiento hormonal que podía retrasar el crecimiento de sus tumores.

Afortunadamente, la terapia funcionó por dos años, pero el cáncer volvió a avanzar. "Para tratar de controlarlo, sufrí diferentes cirugías paliativas y radiación, pero esto me dejó con más efectos secundarios", afirmó.

Tuvieron que retirarle el tejido alrededor de su seno izquierdo, donde el tumor se convirtió en una roca dura y dolorosa, y las quemaduras por la radiación en su estómago le impiden tolerar los alimentos con mucha fibra.

Los médicos no pueden extirparle los tumores en su etapa terminal porque no hay datos que demuestren que eso extienda la vida, así que piensan que no vale la pena el estrés físico adicional.

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El dolor empeoró, ya que el cáncer se extendió a sus huesos, así que tuvo que alternar entre usar una silla de ruedas, un andador y un bastón. Pero, actualmente, con los analgésicos correctos, rara vez tiene que usarlos y hasta pudo caminar 22 millas en su viaje a Disney World, en febrero pasado.

La esperanza no está perdida

La mujer volvió a casa de sus padres para recibir el tratamiento, durante tiempo que le queda de vida. También dejó su trabajo por sus metástasis óseas, pues ahora tiene una ocupación que llena todos sus días: "Permanecer viva es mi trabajo de tiempo completo ahora".  

"Mantener mi calidad de vida es lo más importante para mí ahora. Si sé que el tiempo será corto, entonces, deberá ser bueno. Siempre voy a tener un poco de dolor, pero se trata de algo que puedo tolerar", declaró Geib.

"Ahora, tengo escaneos cada tres meses para verificar las progresiones, y voy a mi oncólogo todos los meses para hacer análisis de sangre", contó. "Intento resistirme a vivir en lapsos de tres meses, de hecho, he planeado un viaje a Europa pronto", dijo.

Tori también se ha unido a algunos grupos de apoyo para mujeres con cáncer de seno terminal que entienden por lo que está pasando. Además, trabaja con grupos como Hear My Voice, de la organización Living Beyond Breast Cancer para hacer conciencia sobre la enfermedad. 

Para Tori, el diagnóstico oportuno nunca llegó, sin embargo, ahora aconseja a otros que estén en su misma situación. "Aboga por ti misma. Obtén una segunda, una tercera o una cuarta opinión, sin importar cuántas necesites para sentirte cómoda", afirmó. 

"Pide copias de todos tus informes, exámenes y escaneos, para que puedas leerlos tú misma y asistir a tu próxima cita con preguntas listas. Tráelos a nuevos proveedores, para que puedan ver lo que ya se ha hecho. Sobre todo, confía en ti misma", aconsejó Tori.

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