Emily Geller Hardman estaba preparada para todos los aspectos del nacimiento de su bebé, excepto el lugar. Sin embargo, asegura que su extensa carrera como cantante de ópera la ayudó tanto mental como físicamente para este momento.
La mujer tenía 37 semanas de embarazo cuando acudió a una boda en Pensilvania, con su esposo Travis. Pero, aún lo suficientemente lejos de su fecha prevista de parto, pensó que no ocurriría ningún incidente y no sintió nada fuera de lo común durante el evento.
No obstante, apenas unas horas después de la boda, Hardman recuerda que se fue a dormir y despertó en medio de la noche en la habitación de su hotel cuando se rompió la fuente, pero pensó que tendría tiempo de regresar al hospital en Connecticut, que está a unas horas en coche.
Emily hizo todo lo posible para poder aguantar hasta que llegaran al hospital, pero cuando sus contracciones comenzaron a ser más rápidas e incluso más intensas, supo que no podría evitarlo.
"Ciertamente no pensé que mi trabajo de parto iba a ser tan corto", dijo a The Independent.
Ella le dijo a su esposo que se detuviera, pero no había ningún lugar para que pudiera dar a luz de manera segura, así que terminó teniendo a su hija en el asiento trasero del auto.
A pesar de las circunstancias que rodearon el nacimiento de su bebé, Hardman dijo que la experiencia no fue estresante. De hecho, afirma que, como cantante de ópera, está acostumbrada a situaciones de mucho estrés y considera que su carrera, además de todo el trabajo que hizo, la ayudó a manejar todo lo mejor posible.
"Realmente te acostumbras y entrenas a ti mismo y a tu cuerpo para concentrarte en la presión. Eso es algo con lo que tengo experiencia como cantante de ópera", señaló.
Además, habló sobre la importancia que tiene en su profesión la conexión cuerpo-mente.
"Al realizar una actuación te preparas mucho, justo antes de la actuación real, y entrenas tu cuerpo y mente. Cuando llega el momento de la actuación, hay cierta cantidad de memoria muscular", señaló.
Y agregó: “Tienes que descubrir cómo lidiar con los golpes un poco y hacer cambios cuando sea necesario”.
Emily se preparó ampliamente para el nacimiento de su bebé luego de que el nacimiento de su primer hijo no saliera como lo planeaba.
"Cuando eso no salió como yo quería, me sumergí de cabeza en el mundo del nacimiento". Si bien, su cirugía se llevó a cabo sin problemas, la experiencia le resultó difícil debido a la recuperación.
"Me obligaron a someterme a una cirugía que no quería y, francamente, no la necesitaba", se sinceró.
Fue entonces que para su segundo nacimiento quería intentar un parto vaginal. Pero, aunque no esperaba dar a luz a su bebé por sí misma, afirma que su parto fue una experiencia "empoderadora".
"El nacimiento de mi hija no lo describiría en absoluto como traumático. Encontré que fue una experiencia muy curativa y empoderadora. Y sé que para algunas personas dar a luz en un automóvil suena traumático. [Pero], si alguien me lo hubiera preguntado antes de hacerlo, habría estado de acuerdo", concluyó.
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