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Una bacteria bucal se propagó al cerebro de un hombre y le causó un aneurisma

Jay Keller pasó de correr maratones a sentirse como una persona de 75 años de la noche a la mañana. Nunca imaginó que una caries lo pondría al borde de la muerte.

Por A. Pawlowski — TODAY

El problema de Jay Keller comenzó cuando las bacterias que causan las caries que todos tenemos en la boca viajaron al corazón y luego a su cerebro, causando un aneurisma potencialmente mortal.

Pero él no lo sabría por un tiempo.

Keller es un arquitecto de 49 años de Chicago, corredor maratones, atleta y que, asegura, nunca se enfermaba. Entonces, cuando de repente comenzó a sentirse fatigado en el verano de 2021 pensó que era solo un resfriado. Durante los meses siguientes los síntomas pasaron de ser manejables a difíciles de soportar.

“Estaba cada vez más cansado por la noche”, dijo Keller a TODAY.

“Eventualmente, descubrí que ya no podía correr más. Era demasiado difícil... mi esposa decía: ‘Es como si tuvieras 75 años al final del día”.

Jay Keller and his son Hudson.
Keller y su hijo, Hudson. Este padre activo de repente comenzó a experimentar fatiga, escalofríos, fiebre y otros síntomas.Courtesy Jay Keller

Acudió a una clínica de atención urgente, donde los médicos le dieron medicina para el resfriado. No ayudó. Keller pensó que tal vez podría haberse contagiado de COVID-19 sin saberlo.

Una mañana se despertó con un dolor de cabeza insoportable, “el peor que he tenido en mi vida”, recordó. “Toda mi cabeza estaba en un dolor extremo”.

Tomó varios días para que el dolor bajara a un nivel manejable. Keller siguió trabajando y haciendo su vida cotidiana, con la esperanza de que el dolor desapareciera. Se acercaba su examen físico anual, por lo que planeó mencionar los síntomas en ese momento.

Cuando su médico analizó su sangre hizo un descubrimiento sorprendente.

Una infección dentro del corazón

Keller tenía endocarditis, una válvula cardíaca infectada, por Streptococcus mutans, una bacteria que vive en la boca y causa caries.

La incidencia general de endocarditis infecciosa en la población general es baja, alrededor de 15 casos por cada 100,000 personas, dijo la doctora Karen Krueger, especialista en enfermedades infecciosas de Northwestern Medicine, donde se trató a Keller. Las bacterias de la boca o de otras partes del cuerpo a menudo ingresan al torrente sanguíneo, algo que por lo general es inofensivo, anotó.

“Sin embargo, en ciertos casos, las bacterias pueden abrumar la respuesta inmunitaria del cuerpo o adherirse a ciertos sitios, como las válvulas cardíacas, lo que provoca una infección”, explicó Krueger.

Cualquiera puede desarrollar una infección de una válvula cardíaca, pero es más probable en pacientes con una afección predisponente, como una enfermedad cardíaca estructural o valvular.

Keller entró en esa categoría porque nació con una válvula aórtica bicúspide, un defecto cardíaco congénito que significaba que su válvula aórtica, que regula el flujo de sangre desde el corazón hacia la arteria principal del cuerpo, tenía solo dos aletas en lugar de tres.

Él sabía que tenía la anomalía cardíaca, pero nunca afectó su vida, hasta la infección. No tenía una caries dental ni un trabajo dental reciente cuando sucedió, pero los gérmenes aún pudieron llegar a su corazón de todos modos.

“En este caso, la bacteria probablemente ingresó al torrente sanguíneo por comer o por la higiene dental de rutina y pudo desarrollar una infección en la válvula cardíaca anómala bicúspide del señor Keller. A partir de ahí, se extendió a otras partes de su cuerpo a través del torrente sanguíneo”, dijo Krueger.

Una infección dentro del cerebro

La infección de la válvula cardíaca fue solo el comienzo de los problemas de Keller. El corazón es la bomba central del cuerpo, por lo que, si parte de esa bomba está infectada, la sangre fluye a través de una pieza de maquinaria infectada, dijo el doctor Babak Jahromi, neurocirujano de Keller en Northwestern Medicine.

“Lo que eso significa es que los pedazos de chatarra infectada simplemente saldrán volando y se alojarán en cualquier lugar”, señaló. “Eso había sucedido en Jay… uno de estos se había alojado en su cerebro, infectó las arterias cerebrales”.

Estas arterias cerebrales infectadas no pudieron mantener su integridad y formaron un aneurisma cerebral micótico, un bulto peligroso en la pared de una arteria provocado por una infección. Un aneurisma puede romperse y sangrar en el cerebro, causando un derrame cerebral, daño cerebral, coma y la muerte, según el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares.

“Es una locura”, recordó haber pensado Keller. “Estaba como, ¿cómo estoy vivo si tengo un aneurisma?”

El caso de Keller fue raro: tener un aneurisma cerebral infectado es muy poco común y que esté relacionado con una infección cardíaca lo es aún más, dijo Jahromi.

Ambos problemas debían solucionarse, pero el aneurisma tenía un alto riesgo de reventar, por lo que los médicos decidieron tratarlo primero.

Probaron diversos antibióticos para tratar de encogerlo, pero no funcionó. Entonces, en febrero, Keller se sometió a una craneotomía, donde los cirujanos abrieron su cráneo y realizaron lo que Jahromi llamó un doble bypass cerebral. 

Preoperative MRI.
La resonancia magnética preoperatoria de Keller muestra la ubicación de su aneurisma cerebral.Courtesy Northwestern Medicine

Dado que el aneurisma involucraba arterias cerebrales cruciales, Jahromi y su equipo no podían simplemente cortarlo y terminar. Tomaron los vasos sanguíneos adheridos al bulto y los desviaron uniéndolos a las arterias cerebrales normales cercanas, explicó el especialista.

“Básicamente se trata de volver a cablear o rehacer las tuberías del cerebro cortando la parte que no funciona y haciendo que los tubos restantes se conecten entre sí”, señaló.

Jay Keller giving thumbs up in a hospital bed.
Keller tuvo que someterse a varias cirugías para tratar la infección cerebral y cardíaca. Courtesy Northwestern Medicine

Para el alivio de Keller, salió de la cirugía cerebral de ocho horas pensando con claridad y se recuperó rápidamente.

Dos meses después, estaba de nuevo en la mesa de operaciones para que le reemplazaran la válvula cardíaca.

Hoy, se siente “prácticamente al 100%” y está corriendo y haciendo ejercicio nuevamente. No hay restricciones sobre lo que puede hacer y solo necesita visitas de seguimiento anuales con su equipo médico.

“La vida ha vuelto prácticamente a la normalidad, menos por un par de cicatrices realmente geniales”, dijo Keller. “Me siento genial.”

Keller invita a los demás a escuchar sus cuerpos y no pasar por alto o ignorar el dolor o los síntomas inusuales. “Sea más consciente de su salud y siéntase más cómodo yendo al médico para hacerse análisis básicos de sangre y orina que pueden descubrir problemas más profundos”, aconsejó Keller. Él desearía haberlo hecho antes.

Si quiere leer la nota en su versión original en inglés ve aquí.

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