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Una mujer ignoró su dolor de espalda y cinco días después casi pierde su pierna

Sarah Lemire atribuyó su dolor al envejecimiento, pero resultó que tenía un defecto congénito que se presenta en una de cada cinco personas.

Por Sarah Lemire - TODAY

Sarah Lemire pensó que su intenso dolor en la parte baja de su espalda se debía a que pasó horas sentada en la playa y a un largo viaje en automóvil.  Pese a que su esposo le insistió llevarla al médico ella decidió tomar analgésicos para aliviar su molestia, pero días después estuvo a punto de perder su pierna y ella comparte su testimonio.

Observé las luces fluorescentes pasar sobre mi cabeza mientras los paramédicos me transportaban en una camilla por el pasillo. Se emitió una alerta por el intercomunicador del hospital llamando urgentemente al equipo de traumatología al área de urgencias.

¿Un accidente de coche? ¿ataque cardíaco? No estaba segura. De cualquiera manera sonaba mal y recuerdo sentir lástima por quien fuera que iba allí.

No fue hasta que aparecieron las puertas de la sala de urgencias y un equipo de médicos y enfermeras esperaban con las manos con guantes en el aire, que me di cuenta de que el trauma era yo.

Aún sin ser diagnosticada con una condición poco conocida llamada síndrome de May-Thurner, estaba a horas de perder mi pierna y corría el riesgo de una embolia pulmonar derivada de un coágulo de sangre que comenzó en mi abdomen y corrió hasta la parte inferior de mi tobillo.

Todo lo que sabía era que no podía sentir mi pierna, que se había vuelto de un color púrpura grisáceo y estaba hinchada al doble de su tamaño.

El equipo médico se puso a trabajar.

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Esto ocurrió cinco días antes

El 2017 fue un año malo. Nuestra familia perdió a dos de sus miembros más queridos en el lapso de cinco meses y había sido una época oscura.

Era el 4 de julio y para escapar de la tristeza, pasamos el día en la playa. Hacía calor y estaba soleado, y pasé horas sentada junto al mar con los pies en el agua.

Cuando me desperté al día siguiente con dolor en la parte baja de la espalda, lo atribuí a la silla de playa y al largo viaje en automóvil del día anterior.

A los 49 años estaba aceptando todo tipo de molestias y dolores “nuevos normales”, pérdida de cabello y otros síntomas de la perimenopausia lo suficientemente significativos como para que mi ginecólogo me indicara una terapia de reemplazo hormonal unos meses antes.

“Me estoy haciendo vieja”, bromeé con mi esposo y tomé ibuprofeno.

Al igual que los dolores musculares y todas las demás lesiones que había experimentado después de correr o levantar algo demasiado pesado, pensé que una buena noche de sueño aliviaría el dolor de espalda.

Pero a la mañana siguiente, levantarse de la cama fue difícil. De hecho, era peor y el dolor se había extendido a mi cadera y mi pierna.

“Debe ser la ciática”, le dije a mi esposo.

Nunca me había pasado antes, pero según mi consulta con el doctor Google los síntomas coincidían, así que los descarté.

Al igual que los dos días anteriores, al día siguiente me desperté con dolor una vez más. Me encontré cojeando.

“Deberías ir al médico”, dijo mi esposo.

“¿Para qué? le pregunté. “Simplemente me dirán que descanse y tome Advil”.

Llegó el viernes y teníamos planes con mis amigos que no pude cancelar. Dupliqué el ibuprofeno y salí.

La decisión de tener la cita fue un gran error. Era obvio que debería haberme quedado en casa y haber seguido mi propio consejo de descansar porque a la mañana siguiente me desperté en agonía.

Después de levantarme, me paré en la parte superior de las escaleras preguntándome si podría llegar hasta el final para tomar un café. Bajé cojeando, luego me di cuenta de que no estaba segura de poder volver a subir.

“Por favor, déjame llevarte al médico”, dijo mi esposo. Lo rechacé.

Después de pasar gran parte del día trabajando en mi escritorio, me levanté y vi que una de las puertas del armario de nuestra oficina en casa estaba entreabierta y me agaché para cerrarla.

Una punzada sofocante se propagó a través de mi cadera y mi espalda, provocándome lágrimas. El dolor me dificultaba pensar.

Mi esposo me ayudó a subir las escaleras y me acosté temprano, trayendo una compresa caliente para tratar de aliviar el dolor interminable.

No pude ponerme cómoda, no pude dormir. Tuve fiebre. Todo dolía tanto que quería llorar.

La mañana del 9 de julio de 2017

Por la mañana me senté para bajar las escaleras, deslizándome de una a otra hasta llegar al final.

Entré cojeando a nuestra sala, vistiendo una camiseta y pantalones cortos de pijama, cuando una intensa sensación me recorrió la parte posterior de la pierna.

Mi mente fue a una sudadera con gorro y alguien tirando del cordón del cuello tan apretado como fuera posible.

Intenté estirar la pierna, pero no pude moverla. Parada cerca, una de mis dos hijas señaló y dijo: “Mamá, tu pierna está muy roja”.

Mi visión se desvaneció y sentí un hormigueo por todas partes. Curioso. No estaba bien, algo andaba mal, muy mal. Mi esposo corrió a llamar al 911.

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Vivíamos en el campo y esperar a los paramédicos se sentía como una pérdida valiosa de tiempo por lo que fuera que estaba pasando.

“Manejamos a la clínica de emergencia más cercana, mi pierna se hinchó más, atravesando los agujeros de los jeans rotos que llevaba puestos. Los dedos de mis pies cambiaron de rojo brillante a púrpura y luego a gris, en los 12 minutos que tardé en llegar allí”

SARAH LEMIRE

En cambio, condujimos a la clínica de emergencia más cercana, mi pierna se hinchaba más y más, atravesando los agujeros de los jeans rotos que llevaba puestos. Los dedos de mis pies cambiaron de rojo brillante a púrpura y luego a gris, en los 12 minutos que tardé en llegar allí.

Pronto hubo oxígeno en mi nariz, una vía intravenosa en mi brazo que me administraba heparina y una conversación en voz baja entre mi esposo y el médico acerca de que LIFE STAR me llevaría a un hospital con las instalaciones necesarias para tratarme. Se decidió que una ambulancia sería más rápida.

No sabía qué estaba mal, pero a juzgar por el tamaño y el color de mi pierna, me di cuenta de que sin una intervención inmediata, la perdería.

“¿Cuánto tiempo tengo?”, le pregunté al médico. Sin dudarlo respondió: ‘seis horas”.

Síndrome de May-Thurner

No hay un solo día en el que no está agradecida con el doctor Parth Shah, un cirujano vascular en el Hospital Hartford de Connecticut cuya rotación cayó en una mañana de domingo temprano en julio.

¿Alguien más habría identificado mi condición rara tan rápido?

El doctor Parth Shah dice que entre los ocho médicos de su grupo, todos habrían reconocido los síntomas característicos del síndrome de May-Thurner, un defecto congénito que está presente en una de cada cinco personas, según el sitio web de la Cleveland Clinic, aunque la mayoría nunca desarrollará síntomas.

Sin embargo, fuera de los cirujanos vasculares especializados, no estoy tan segura. Semanas después de mi recuperación tuve una visita de seguimiento con mi médico habitual, quien tuvo que buscar en Google la enfermedad.

Sarah Lemire todavía tenía una leve rojez del pie izquierdo después de comenzar el tratamiento, como se ve aquí.
Sarah Lemire todavía tenía una leve rojez del pie izquierdo después de comenzar el tratamiento, como se ve aquí.Sarah Lemire

La Cleveland Clinic dice que el trastorno vascular May-Thurner ocurre principalmente en la parte inferior izquierda del abdomen e involucra la arteria ilíaca, que lleva sangre a la pierna derecha, cruzando sobre la vena ilíaca izquierda, que lleva sangre al corazón desde la pierna izquierda.

Naciendo con el defecto, la mayoría de las personas que tienen la arteria y la vena entrecruzadas no se dan cuenta ni se ven afectadas.

Sin embargo, en ciertas personas, más comúnmente mujeres entre las edades de 20 y 50 años, la arteria obstruye la vena lo suficiente como para reducir el flujo de sangre, como si apretara una pajilla y luego tratar de beber a través de ella.

Con el tiempo, la presión puede provocar coágulos de sangre en la pierna y, en el peor de los casos como el mío, la “pajilla” se cierra por completo y no tiene a dónde ir, la sangre comienza a retroceder y a acumularse.

“Comienza a hincharse en la piel, en el tejido, luego está el coágulo de sangre encima de eso”, explicó el doctor Parth Shah. “Una vez que todas las venas se coagulan, comienzan a retroceder en el tejido, que es donde la decoloración azul y la vena comienzan a cambiar de color”.

Para entonces no hay tiempo que perder, según el experto, quien dice que los pacientes tienen entre seis y ocho horas para buscar tratamiento antes de que se pierda la extremidad o, lo que es peor, una parte del coágulo se rompa y viaje a los pulmones, dando como resultado una embolia pulmonar.

Como actué rápido, tengo la suerte de vivir cerca de un gran hospital y tenía un médico que sabía lo que estaba pasando, estoy entre los afortunados.

“Si estas a distancia y esto sucede, los resultados son diferentes”, explicó Parth Shah. “Desafortunadamente, algunos pacientes no llegan a tiempo”.

Los síntomas que ignoré

Meses después le pregunté a mi médico de cabecera qué habría hecho si yo hubiera venido al consultorio quejándome de dolor de espalda y cadera.

Verificó lo que ya supuse. Me habrían enviado a casa con una receta de analgésicos y ordenando calmarme.

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Sarah Lemire recibió medicamentos "anticoagulantes" por vía intravenosa a través de un catéter insertado en la parte posterior de su pierna.
Sarah Lemire recibió medicamentos "anticoagulantes" por vía intravenosa a través de un catéter insertado en la parte posterior de su pierna.Sarah Lemire

¿Qué podría haber hecho diferente?

No mucho, según el doctor Parth Shah, al menos no inicialmente, dado que el síndrome May-Thurner en personas jóvenes y sanas puede confundirse fácilmente con otras cosas, como un desgarre muscular o un dolor en la pierna que se pasa fácilmente por alto.

“Comenzará así, luego creará algo de hinchazón, que al principio puede ser muy sútil”, explicó el experto.

“Cualquiera de nosotros que estemos en ese bote no lo tomaremos en serio inicialmente porque se sentiría cómo ‘oh, esto es un dolor menor, algo debo haber hecho mal, déjame descansar”, dijo.

Si hubiera estado prestando atención, podría haber notado hinchazón o decoloración en mi pierna izquierda, ambas señales de advertencia. Y si no hubiera estado tan consumida por nuestras pérdidas recientes, podría haber recordado el nuevo dolor de espalda que había estado sufriendo ocasionalmente desde que comencé la terapia de reemplazo hormonal cuatro meses antes.

“Como muchas mujeres, descarté los síntomas. En todo caso, estaba avergonzada, avergonzada de que mi cuerpo envejecido comenzara a mostrar señales de desgaste”

SARAH LEMIRE

Pero como muchas mujeres, descarté los síntomas. En todo caso, estaba avergonzada, avergonzada de que mi cuerpo envejecido comenzara a mostrar señales de desgaste.

Ciertamente no me di cuenta que, junto con un mayor riesgo de accidente cerebrovascular, tomar anticonceptivos orales puede hacer que la sangre se espese, lo que a veces provoca coágulos de sangre y, en mi caso, reduce significativamente el flujo de sangre a través de mis venas entrecruzadas congénitamente.

Sentarse en una silla de playa durante seis horas y luego viajar en el automóvil durante otras dos horas, cerró el trato.


Sarah Lemire en la unidad de cuidados intensivos.
Sarah Lemire en la unidad de cuidados intensivos.Sarah Lemire

Pasé dos días en la unidad de cuidados intensivos y un tercero en el hospital recuperándome de dos procedimientos.

El primero involucró la colocación de un catéter especializado en la parte posterior de mi pierna que administraba simultáneamente lo que el doctor Parth Shah llama un medicamento “anticoagulante” de nombre Alteplase junto con ondas de ultrasonido de baja frecuencia para ayudar a romper el bloqueo masivo.

El segundo fue la inserción de un catéter en mi abdomen para mantener abierta la vena comprimida, con la esperanza de garantizar que no tendré una recaída en ningún momento del camino.

Tiene una efectividad del 96% en la prevención de una recaída, dijo el experto, y trato de no preocuparme por el otro 4%.

Además de usar medias de compresión debajo de la ropa durante meses, mi recuperación incluyó un largo ciclo de anticoagulantes, ameritando un brazalete médico para alertar a los paramédicos de que podría desangrarme si tuviera un accidente automovilístico u otra lesión grave.

Ahora, siete años después, tomo una aspirina infantil al día y un anticoagulante que me inyecto en el estómago para los vuelos que duran más de seis horas cuando viajo, por si acaso.

Qué saber sobre los coágulos de sangre

Cada vez que notes una hinchazón inusual en un brazo o una pierna, junto con dolor, sensibilidad, decoloración de la piel o piel caliente al tacto, requiere atención médica.

“Cien mil personas mueren y casi un millón de personas desarrollarán un coágulo de sangre cada año”, le dijo a TODAY.com Leslie Lake, presidenta voluntaria de la National Blood Clot Alliance.

Y mientras que los hombres tienen una incidencia ligeramente mayor de desarrollar coágulos de sangre, Leslie Lake explicó que las mujeres que los tienen constantemente tienen peores resultados.

“Si un hombre y yo presentamos los mismos síntomas, es más probable que yo muera que él”, dijo Leslie Lake, quien sufrió una embolia pulmonar no provocada en 2018 a la edad de 54 años.

“Las mujeres tienen riesgos únicos relacionados con la sangre”, explicó. “Es una de las razones número uno de la mortalidad materna en Estados Unidos”.

A pesar de lo comunes que son, Leslie Lake contó que a menudo los pasan por alto no solo quienes los tienen, sino también los médicos.

“Eso es realmente aterrador”, dijo ella. “Siento que la gente maneja bien los accidentes cerebrovasculares y los ataques al corazón en su mayor parte. Pero pregúnteles acerca de los coágulos de sangre y muy pocas personas probablemente podrían decirle los signos y síntomas o cómo tratarlos”.

Según la National Blood Clot Alliance, los factores de riesgo comunes para los coágulos de sangre incluyen:

  • Hospitalización por enfermedad o cirugía
  • Cirugías mayores
  • Trauma, como un accidente automovilístico u otra lesión.
  • Lesión en una vena
  • Cirugía de reemplazo de cadera o rodilla
  • Cáncer y tratamientos contra el cáncer
  • Uso de píldoras anticonceptivas o terapia hormonal que contenga estrógeno
  • Antecedentes familiares de coágulos
  • Sobrepeso
  • Confinamiento a una cama o silla de ruedas
  • Estar sentado por largos periodos, especialmente con las piernas cruzadas
  • Fumar
  • Tener 55 años o más
  • Enfermedades a largo plazo

En lo que respecta al síndrome May-Thurner, Leslie Lake comentó que los síntomas del trastorno incluyen hinchazón de la pierna, decoloración de la piel, úlceras, llagas abiertas y dolor.

Si no se trata, puede, y ha resultado, en la pérdida de una extremidad porque, como yo, otras mujeres tienden a ignorar sus síntomas y, a menudo, esperan hasta que es demasiado tarde para buscar ayuda.

“Entonces la parte difícil es encontrar personas que realmente sepan lo que están haciendo”, dice Lake.

Aunque creo que el destino podría haber influido en mi resultado positivo, es el doctor Shah quien me viene a la mente cuando miro mi pierna izquierda.

Estoy agradecida de que esté ahí y, lo que es más importante, que todavía esté disponible mi pierna para usarla.

La escritora Sarah Lemire y su esposo, Michael, en 2022.
La escritora Sarah Lemire y su esposo, Michael, en 2022.Sarah Lemire

Suelo llorar al menos una vez durante nuestros chequeos anuales. No porque esté triste, sino porque estoy agradecida.

“Muchas gracias por ser quien sabía lo que estaba pasando”, le digo cada vez que nos vemos. “Gracias por salvarme la pierna”.

Y, como siempre, siempre responde con una sonrisa: “Ese es mi trabajo”.

Si quieres leer la nota en su versión original en inglés ve aquí.

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