Es el peor día del Capo, la DEA espera en el aeropuerto, su abogado y sus guardaespaldas actúan para impedir su traslado, las detenidas con él, rezan; Valentina corre para cumplir con su amiga.
La periodista Valentina no sabe qué hacer con la grabación del Capo, solo su amiga puede ayudarla a decidir. Pedro se exaspera en su celda, busca alternativas para impedir la extradición.
La ofensiva de Chicote comienza, sus hombres hacen una emboscada para matar a los escoltas del Capo; la situación de Guillermo se complica. Valentina enfrenta con razones al abogado Renán.
Marcela discute con Valentina y le confiesa cuáles son sus sentimientos. El Capo necesita dinero para su seguridad dentro de la cárcel; Antonio, un experto en fugas da indicaciones precisas.
Nancho coacciona a Julieta para que se involucre en la logística para sacar al Capo de la prisión. Aunque Marcela sale en libertad condicional, ella cree que está en desventaja con Isabel.
La declaración del Capo es esencial para que el fiscal general acate la solicitud del presidente; Valentina llega a un punto crítico en sus exigencias, a pesar de ser víctima de intimidaciones.
Chicote y sus hombres golpean a Tato para mandarle una razón al Capo, él debe dar una respuesta. Marcela nota la angustia cada vez mayor de Valentina, quien teme por su vida y la de su hija.
Tanto el Capo como el Gobierno intentan como sea que Valentina entregue la grabación, el abogado la manipula. Nancho busca la última salvación de su hermano; Felipe manda a llamar a su padre.
Guillermo encuentra apoyo en Tato para luchar por la vida de su hijo, él incita a los presos a alzar sus voces para exigir el traslado a un centro médico; el Capo se une a la protesta.
Pedro llega a la prisión de mujeres para liberar a Isabel, el ejército los persigue para cerrarles el paso; Nancho lanza sacos como maniobra y calma la angustia que se vive en el camión.
El Capo recibe respuesta de los mexicanos para contar con sus hombres y armas; el reñido encuentro con Velandia lo lleva a tomar una táctica extrema para contrarrestar al gobierno y a Vanegas.
Nancho va camino a la cárcel en un camión blindado acompañado de un grupo de sicarios; Velandia no puede vacilar, pero desconfía de que el Capo cumpla con la promesa de liberar a su familia.
Marcela le da a Pedro la noticia sobre su extradición, ella le hace una promesa. Nancho recibe el aviso de otro atentado que se trama en contra de su hermano, mientras Julieta es secuestrada.
Pedro cree que puede sobornar a Velandia, aunque tiene otra opción para obligarlo a que colabore con la operación que adelanta Nancho. El presidente firma el documento de la extradición.
Concha es obligado por Vanegas a revertir la estrategia con el gobierno y a ordenar el asesinato de Laura; el Capo afronta con tristeza la traición de su socio, encabeza un fuego cruzado.
El general Gaviria recibe el informe sobre los cuerpos encontrados, la prensa anuncia la muerte del Capo y Nancho; la madre de Pedro llora con profundo dolor su pérdida al saber la noticia.
El Capo arriesga a su único hombre de confianza para lograr un convenio con Vanegas. El fiscal general firma acuerdos con los detenidos, ellos tienen contados sus últimos segundos de vida.
El Capo pierde el control, está desconsolado por la muerte de su familia; Marcela se desespera al no recibir sus llamadas y lo da por muerto, Isabel tiene la esperanza de que él aparezca.
Marcela enfrenta de la manera más dolorosa sus sentimientos frente al Capo, ella le cuenta que está embarazada. El general Moreno se juega todas las cartas, él duda hasta del mismo presidente.
Velandia aún no sabe nada sobre su familia, mientras el Capo encuentra cómo salir de donde está escondido. Isabel está confundida, no cree que Marcela los delate, pero busca donde refugiarse.
El presidente evalúa acciones drásticas en una reunión con su gabinete; Velandia, quien es señalado públicamente por el gobierno como un traidor, tiene una oportunidad para matar al Capo.
La rivalidad entre las mujeres del Capo se acentúa en el sepelio; él se vale de una llamada para confundir a Marcela, la cita en un café. Priscila, la infiltrada del gobierno, está atenta.
Vanegas y Pedro dan las órdenes a sus hombres antes del duelo. Marcela lleva al ejército hasta la bodega para la captura, se desata una balacera; ella y Velandia quieren ejecutar su venganza.
Isabel, Perrys y Tato se debaten entre su afán de ir al velorio y el riesgo a ser capturados por el ejército. La ira de Velandia es indetenible, no piensa dejar impune la muerte de su familia.
Isabel escapa de Vanegas en medio del banquete que él ofrece cuando Pedro tiene preparado un asalto armado para rescatarla, pero el ejército detiene a Barón, sospechan de su falsa identidad.
El Capo quiere reivindicarse y no hacer más daño, él protege a los suyos cuando Velandia los persigue a la salida de la funeraria. Marcela duda de su decisión, se desahoga con su madre.
Marcela les pide perdón a sus padres, les cuenta la realidad y la consecuencia de su amor por el Capo; ella no imagina quién es testigo de su declaración a la prensa al llegar a la morgue.
Vanegas quiere convencer a Pedro para volver a los negocios juntos, Isabel los detiene. Velandia comprueba que el Capo está vivo, mientras el coronel Concha despeja las dudas del presidente.
Al presidente le informan del riesgo de fuga al momento del traslado, propone otra ruta y nombra a Velandia como nuevo director de la prisión. Una celda de la cárcel de mujeres arde en llamas.
Isabel, Marcela y Julieta se despiden entre llantos de los muertos en el cementerio, el Capo se esconde tras otras tumbas; Priscila le informa al coronel Concha sobre quiénes están presentes.
Nancho actúa con rapidez cuando el jefe de inteligencia recibe una llamada de alerta, se inicia una balacera. El presidente es presionado por el gobierno estadounidense para entregar al Capo.
Los soldados secuestrados en el búnker ofrecen declaraciones, ya no temen por sus familias. Los hermanos del Capo llegan al entierro, están preocupados por la desaparición de su madre.
Pedro nota que algo anda mal al ser trasladado a su segunda declaración, un grupo de reos tiene las armas listas. De la pericia de Nancho depende una alianza para que su hermano escape.
El Capo desconfía de Vanegas, los detalles preparados para recibir a Isabel despiertan su suspicacia; el presidente cuestiona quién está detrás del secuestro de las mujeres de León Jaramillo.
Valentina asiste a la cita con el presidente, él quiere deshacerse de la grabación que lo compromete. Una visita desmorona al Capo, mientras Chicote tiene claro el momento de su revancha.
Faltan Perrys y Tato por ser capturados por el gobierno, dos efectivos los tienen cercados, ambos quedan asombrados por quien los salva; Velandia escucha ruidos entre los mausoleos.
Velandia tiene información de último minuto para el coronel Concha, se dirige a su despacho. El Capo desconfía del desenlace de la fuga, se despide de Marcela y le asigna una misión.
El Capo toma partido con sus propias manos para librarse de las provocaciones de Chicote; su hija está en la mira de enemigos. No hay tregua para Valentina, Marcela se muestra intolerante.