IE 11 is not supported. For an optimal experience visit our site on another browser.

¿Pueden vivir más los seres humanos? Lo que revela un estudio

Experto se cuestionan cómo es que ciertos animales tardan muchos años en envejecer o nunca lo hacen y qué hace distintos a los seres humanos.

La historia ha demostrado que la inmortalidad siempre será una aspiración, aunque como humanos nos topamos con límites biológicos. La pregunta es: ¿Podemos aprender de la naturaleza para acercarnos a ella? ¿Podemos vivir más de lo que vivimos?

Todavía no hay respuestas suficientes para la cantidad de preguntas que se plantean con respecto al envejecimiento y cómo vivir más (o cómo “morir joven” lo más tarde posible), pero ya hay quien se adentra en la naturaleza como un mar de posibilidades.

Y es que, aunque lo asimilemos como algo inevitable y natural, el envejecimiento presenta diferentes facetas en la naturaleza: desde medusas capaces de revertir su estado adulto tantas veces como quieran, hasta árboles y langostas que mueren por accidente y nunca por edad.

En una entrevista, el joven científico danés Nicklas Brendborg, miembro del Programa de Talento Científico Internacional Novo Nordisk, nos cuenta en su libro ‘La medusa inmortal: todo lo que hay que saber para vivir más años’ (Ediciones Destino) cómo las formas de envejecimiento en el hábitat natural pueden darnos pistas para lidiar con la nuestra.

Hay animales que demuestran que, biológicamente hablando, es posible vivir mucho más de lo que vive un ser humano”, así sintetiza Nicklas Bendborg la esencia de su obra.

MIRA TAMBIÉN:

Una preocupación siempre presente

Presos del envejecimiento físico, los seres humanos, antes incluso del comienzo de la civilización, ya planteábamos preguntas cuyas respuestas todavía no conocemos. La construcción de leyendas, la experimentación para encontrar la juventud eterna o la obsesión en la que muchos han caído a lo largo de la historia son consecuencia de ello.

La ciencia, con base a lo empírico, intenta dar con la clave de la longevidad. Nicklas Brendborg se une con su obra a esta “batalla conjunta” contra el envejecimiento. Porque, tal y como señala el joven biomédico, independientemente de la etnia, sexo, riqueza o educación, todos envejecemos.

Brendborg inicia su incursión en el campo del envejecimiento tomando como base animales como la ballena boreal.

MIRA TAMBIÉN:

Vivir más es biológicamente posible

En la biología es muy frecuente extrapolar el caso de otros animales al ser humano y cuanto más cerca de esa especie estemos, mayores similitudes encontramos: “Por eso hablo de la ballena boreal, otro mamífero”, explica.

La ballena boreal puede llegar a alcanzar 200 años. Pero… ¿Por qué este animal puede y nosotros no?

La pregunta es esa: ¿Por qué no? Estos animales demuestran que es posible”, señala el investigador.

Eso sí, la ballena boreal no es el único animal cuya esperanza de vida sorprende. La naturaleza presenta verdaderas maravillas. “El tiburón de Groenlandia que vive 400 años, langostas que ni siquiera envejecen o medusas que envejecen a la inversa… Todo esto biológicamente no es imposible“, puntualiza.

La cuestión es que el ser humano se topa con límites biológicos, el deterioro de nuestra capacidad física y todos los cambios posteriores a la pubertad. Pero, Brendborg matiza: “Al menos en la biología humana actual”. En este momento no somos capaces de eludir los estragos del paso del tiempo, aunque lo que pone en valor el joven científico es esa misma pregunta: “¿Qué nos hace distintos?“.

MIRA TAMBIÉN:

Cómo “morir joven” lo más tarde posible

Entre investigaciones científicas que señalan prometedores fármacos, el papel del sueño en la regeneración de las conocidas como “células zombis”, la importancia del hábito higiénico de “pasarse el hilo dental“, y cómo lo que parece una solución se puede convertir en problema, el autor señala en su libro ciertas claves que pueden prolongar nuestras vidas.

¿Pasar hambre para vivir más?

En ningún momento se dijo que las respuestas serían todas de nuestro agrado. Porque, por controvertido que suene, la restricción calórica alarga nuestras vidas. Y, por si fuera poco, experimentaciones con ratones demostraron que los más longevos eran aquellos que rozaban el hambre extrema. Sin embargo, los experimentos a largo plazo con monos no dieron los mismos resultados (al menos no en la proporción esperada) y, como cabe esperar, no ha habido ningún voluntario que haya querido probarlo.

Eso sí, Brendborg insiste, no se trata de pasar hambre, sino más bien de no excederse. Y aunque no queramos seguir a rajatabla la restricción calórica, quizá la clave esté en reproducir su efecto sin padecerla.

El ayuno

Cabe destacar el papel del ayuno como parte de ese proceso de restricción calórica en los experimentos. Porque sin él, los resultados eran más bien distintos. Es más, se demostró que el ayuno, por si solo y sin restringir la ingesta de calorías en los roedores, también prolongaba sus vidas.

El café

No se pasa por alto en la obra el papel del café: la cafeína es un conocido supresor del apetito y, para más énfasis, si se consume sin leche y sin azúcar, no tiene calorías. Pero, además de todo esto, el libro recoge que existen estudios que demuestran que aquellos que consumen entre dos y cuatro tazas de café tienen menor índice de mortalidad.

Supersticiones y efecto placebo: ¿creer es poder?

La fórmula “anti-envejecimiento” ni se conoce ni se sabe si se llegará a conocer. Pero, ante la duda, muchas veces copiamos a aquellos que parecen haber dado con la clave. El problema es que en la mayoría de las ocasiones estaremos imitando rutinas superficiales.

El secreto del envejecimiento no se encuentra en seguir al pie de la letra la dieta de alguien que ha logrado alcanzar los 100 años, igual que no nos convertiremos en personas de éxito por copiar la rutina de los que ya lo tienen. Hay factores condicionantes que no siempre son perceptibles.

MIRA TAMBIÉN:

El marketing detrás de las propiedades antienvejecimiento

En esta misma línea, Brendborg habla sobre los “productos milagro” y los intereses empresariales detrás de la imagen positiva de los mismos, que no hace sino fomentar su consumo.

Insiste, en este sentido, en que en muchos estudios se dejan fuera variables que no interesan, por lo que debemos ser escépticos cuando se habla de propiedades antienvejecimiento de productos como el vino, por ejemplo.

Porque, en este caso, puede que la razón por la que se considere una bebida con propiedades antienvejecimiento no sea otra sino el hecho de que su consumo suele darse en niveles de renta más altos. El desahogo económico y el tipo de vida asociada a ello (en la que se contempla una mejor dieta, entre otras cosas) está intrínsecamente asociado a la longevidad.

Que sus bebedores tiendan a ser más longevos, por tanto, probablemente tenga mayor relación con el tipo de vida que llevan que con el hecho de que consuman vino.

Si hay algo que suena fácil y bien nos lo creemos. Es parte de la psicología humana”, indica el experto en relación al consumo de vino.

Eso sí, en este contexto no podemos obviar el “efecto placebo” y su peso en materia del envejecimiento.

¿Creer que algo retarda el envejecimiento realmente lo retarda?

Normalmente bromeo al respecto. No estoy seguro si se puede demostrar científicamente, pero en muchas medicinas ya está demostrado”, asegura Brendborg haciendo referencia a aquellos casos en los que se ha detectado mejoría en pacientes tratados con placebo.

Porque, aunque no sea una certeza, quizás creer que algo retarda el envejecimiento pueda retardarlo.

La importancia del ejercicio

Son muchos los estudios que demuestran que el ejercicio es esencial. Con la edad perdemos masa muscular y por eso nos debilitamos. El ejercicio físico, sobre todo aeróbico, es una receta antienvejecimiento garantizada.

La salud mental, el estado de ánimo y las relaciones sociales

Como parte del efecto placebo, los que se sienten más jóvenes, logran vivir más tiempo. Y del mismo modo, los que son felices también. Así que no podemos pasar por alto la importancia del estado de ánimo y de la salud mental.

“Nuestra mente lleva al cuerpo de muchas maneras”.

Como parte de todo ello, incluimos las relaciones sociales porque el ser humano, como tantos otros, es un ser social. Es más, la soledad es uno de los factores más relacionados con una muerte prematura. Y no hay más que ver que no somos los únicos en la naturaleza que dependen del entorno social, ¡Lo mismo ocurre con los babuinos!

En definitiva, aunque contemos con genética, si no somos felices, solitarios o no contamos con un entorno social sano estaremos reduciendo nuestra esperanza de vida a pasos agigantados.

MIRA TAMBIÉN:

Arrojar luz, simplificar la ciencia

Sea como fuere, la investigación sobre el envejecimiento todavía está “en pañales“. Así lo indica el autor, que intenta que su obra sea una forma de simplificar la ciencia detrás de todo ello, para llegar a todos. Y encuentra en su aportación un sinfín de posibilidades futuras.

Al referirse al envejecimiento, Brendborg comenta: “Creo que este es un campo muy rico, científicamente hablando. Lo podrías ver como un rompecabezas, aunque aún nos faltan muchas piezas, pese a ir intuyendo lo que va a ser”.

A ojos del científico, alcanzar el verdadero avance va a ser un viaje muy largo. Porque pese a que ya se pueden vaticinar cambios y avances en el mundo científico y médico, quizás nosotros no estaremos ahí para verlo: “¿Lo vamos a ver? Pues no lo sé. Quizás somos la última generación antes de que eso pase, que mala suerte, ¿no?”, bromea.

“La ventaja de la ciencia es que nada queda cerrado”

Porque aunque se contesten a las preguntas planteadas, siempre quedará una posibilidad en el aire de que todo lo presupuesto sea mentira. Indagar en ese limbo es, quizás, lo que hace que los avances se expandan y asienten.

(Con información de EFE)

RELACIONADOS:

REVELAN SECRETOS PARA RETRASAR EL ENVEJECIMIENTO Y PARECER DE 40 A LOS 70

CUIDADO CON LA SOLEDAD CRÓNICA: PODRÍA GENERAR ESTOS 6 PROBLEMAS DE SALUD

TRES HÁBITOS QUE PODRÍAN PROVOCAR ARRUGAS Y ENVEJECIMIENTO PREMATURO