A través de los siglos, las culturas han tratado el tema de la muerte con mucho respeto y han creído que existe vida después de morir. Las grandes culturas mayas, incas, aztecas, egipcias, persas y otras, han rendido culto a la vida en el más allá y han preparado a sus fallecidos para ese nuevo mundo. Científicos, historiadores, psicólogos y otros expertos han estudiado el tema con detenimiento utilizando personas que han “muerto y vuelto a la vida” en cuestión de minutos y otras en el preciso momento de sus fallecimientos.
Aquí tres datos impresionantes sobre la muerte, según expertos:
1. Seguimos conscientes después de morir
Nuestra conciencia sigue deambulando por un rato tan pronto morimos, según postula el Dr. Sam Parnia de NYU Langone Medical Center y estudios en ratones de laboratorios que encontrado que sus cerebros experimentan un súbito aumento de actividad momentos después de morir, resultando en un estado mental hiperactivo y excitado. Si lo mismo sucede en los humanos significaría que el cerebro mantiene su conciencia lúcida durante las primeras etapas de la muerte y explicaría por qué algunos pacientes revividos, han dicho que recuerdan lo que sucedía mientras estaban técnicamente muertos.
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2. La muerte no es lo último en nuestro organismo
Un estudio en peces zebra y en ratones encontró que miles de genes se volvieron más activos después de morir. En algunos casos, esta actividad duró hasta por cuatro días. “Imagínate, 24 horas después de morir, tomas muestras y las transcripciones de los genes ¿Están aumentando en abundancia? Eso fue una sorpresa”, reveló para el Magazine Newsweek, Peter Noble, el autor del estudio y profesor de la Universidad de Washington.
De acuerdo con una Ley de Termodinámica, la energía que empodera toda la vida, no se crea ni se destruye sino que se transforma lo que significaría que cada vibración humana, cada unidad de calor, cada ola energética que provocamos, continúa existiendo, según el físico Aaron Freeman explica en su escrito ‘Eulogía de un físico’. Estudiar la muerte no se hace como una asignación de búsqueda mórbida sino como un ejercicio de comprensión de nuestra existencia para mejorarla.
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