Un estudio publicado por la revista Journal of Comparative Physiology revela que antes de que se descubriera que las aves podían guiarse por el campo magnético de la Tierra, Albert Einstein ya sospechaba sobre los supersentidos en los animales y lo que podían sumar a las futuras investigaciones.
Esa sospecha estaba plasmada en una carta escrita en 1949 y que estaba dirigida al ingeniero Glyn Davys, quien era reconocido por sus análisis sobre el radar.
Según los expertos, Einstein se sitió atraído por los estudios sobre las abejas del etnólogo Karl Von Frisch y por ello en 1949 asistió a una conferencia donde tuvo una reunión privada con Karl y Davys. Después de la conversación, Einstein redactó la carta, en lo que puede ser una respuesta a lo planteado.
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“Estoy bien enterado con la admirable investigación del señor V. Frisch. Pero no veo la posibilidad de usar esos resultados en una investigación que concierna a las bases de la física. Ello sólo podría ser en el caso de una nueva percepción sensorial, respuesta su estímulo, que podría ser revelado en la conducta de las abejas. Es concebible que la investigación de la conducta migratoria de algunas aves y palomas mensajeras algún día puedan dar al entendimiento de algunos procesos físicos que todavía no se conocen”, escribió Einstein.
Estudios posteriores hallaron cómo las aves sienten el campo magnético de la Tierra gracias a foto- receptores especiales en sus ojos, ayudándoles a migrar miles de millas sin perderse, tal como lo predijo el físico décadas antes sobre cómo algunos comportamientos de aves han ayudado a mejorar la tecnología.
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