Hannah Powell estaba en un bar con sus amigas en Zante, Grecia cuando una bebida le cambió por completo la vida.
Era agosto de 2016, ella estaba bebiendo vodka, pero cuando despertó en su cuarto de hotel al día siguiente comenzó la pesadilla que ella misma relató a BBC.
"Sugerí abrir las cortinas y mis amigas me dijeron que ya estaban abiertas, pero no me di cuenta de lo que estaba pasando".
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Al principio pensó que sus amigas estaban bromeando, y más tarde se dio cuenta de algo estaba mal: “me levanté y encendí la luz. Ahí fue cuando entré en pánico, cuando me di cuenta de que no podía ver nada".
Su cabeza se llenó de ideas confusas, Hannah, de 23 años, llegó a pensar que la habían secuestrado: “pensé que tenía algo alrededor de los ojos o en mi cabeza”, relató.
La chica tuvo que visitar el hospital donde los médicos le practicaron algunas pruebas que arrojaron los resultados: sufría de envenenamiento por metanol.
La noche anterior Powell había bebido vodka, pero no sabía que éste había sido mezclado con dicha sustancia tóxica.
Reveló que, aparentemente, los bares adquieren clandestinamente el alcohol a un precio barato de la mafia que lo prepara en los bosques.
“Si tú eres un cliente, piensas que estás comprando un vodka Smirnoff legítimo, pero no es así. Lo ponen en las botellas de Smirnoff, botellas reales, por eso no tienes motivos para pensar que no es auténtico", comentó.
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El daño que había causado en su organismo le dañó los riñones, ella relata que estuvo 18 meses en diálisis hasta que su madre le donó un riñón.
En cuanto a sus ojos, dejó de ver completamente negro y comenzó a ver imágenes borrosas con el tiempo.
“Son esas pequeñas cosas..., como hacerse una taza de té. No podía encontrar nada, me tropezaba mucho con las escaleras. Estaba bien todo el día y luego me caía una vez en la escalera y eso ya me ponía mal".
Han pasado tres años desde aquél incidente y aún no se ha responsabilizado de lo que a ella le pasó. No está segura si es el bar el que vendía el alcohol adulterado o si alguien lo preparaba así, pero hasta el momento ella considera que alguien debe asumir la responsabilidad.
Sin embargo, a pesar de su ceguera, Hannah Powell trata de hacer una vida normal como cualquier chica de 23 años luego de tenerse que adaptar a su nueva vida.
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