Malin Stenberg es una mujer sueca que nació con el Síndrome de Rokitansky-Küster-Hauser, una alteración que hace que no tenga útero, pero sí ovarios funcionales. Y ahora, gracias a una donación, finalmente pudo convertirse en madre.
Este síndrome se desarrolla desde la formación fetal y aparentemente no tenía "cura", así que Malin y su esposo Claes Nilsson creyeron que nunca podrían experimentar el proceso del embarazo, pero nunca se dieron por vencidos.
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En 2015 Stenberg y su pareja decidieron probar suerte con un trasplante de útero, una técnica experimental que estaban investigando como parte de un proyecto en la Universidad de Gothenburg.
Malin se postuló como participante, y después de un exhaustivo proceso de selección fue elegida junto a otras ocho mujeres que tenían una condición similar. Finalmente, la sueca de 37 años recibió el útero de Ewa Rose, una mujer de 61 que había tenido dos hijos, y que ya hasta era abuela.
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"Ella es increíble. Hizo una gran contribución a unos desconocidos al convertirse en donadora sin ninguna retribución, solo por su buena voluntad", dijo Stenberg al periódico sueco Dagens Industri.
Después de un mes y medio del trasplante, Malin se enteró que estaba esperando un hijo.
El embarazo no tuvo complicaciones fuertes, y el bebé se desarrolló de forma normal, pero nació a las 31 semanas de gestación, mediante una cesárea.
Vincent se convirtió en el primer bebé en el mundo en nacer de un útero trasplantado, y su mamá aseguró que nunca había sido tan feliz como la primera vez que pudo sostenerlo entre sus brazos.
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