Un joven mexicano que habita en las zona rural, cuyo nombre no ha sido identificado, acudió al oftalmólogo porque le dolía su ojo derecho y solamente podía ver el movimiento de una mano que se agitara delante de él.
Después de ser sometido a una serie de exámenes, médicos descubrieron un edema en la córnea, sangre, perforaciones del iris y una inflación de la membrana ocular.
Pero la sorpresa de doctores fue saber que un gusano parasitario de tres milímetros de extensión se movía a través de los agujeros que había realizado en el iris.
El parasito fue extirpado mediante una intervención quirúrgica, donde lo cortaron entres partes y así lograron retirarlo.
El animal no logró causar ninguna infección en el ojo del paciente, quien, sin embargo, no logró recuperar la visión normal.
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