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Estas fueron las últimas palabras de los asesinos en serie que aterrorizaron al mundo

Los ejecutados no mostraron ningún arrepentimiento antes de morir.

La últimas palabras pronunciadas por algunos de los criminales más sanguinarios de los Estados Unidos que fueron condenados y ejecutados en la silla eléctrica o con la inyección letal, demuestran que no se arrepintieron de sus crímenes y no le tenían miedo a la muerte, según un artículo publicado en el sitio español de noticas Telecinco.es.

George Appel fue declarado culpable de asesinato en primer grado por la muerte de un oficial de la policía en la ciudad de Nueva York en 1928. El tribunal lo condenó a muerte en la silla eléctrica y cuando fue atado al dispositivo se le rio a los oficiales y dijo: “bueno, caballeros, están a punto de ver una manzana horneada”. En inglés manzana es “Apple”, que tiene una pronunciación similar al apellido del ejecutado.

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James D. French fue condenado a la silla eléctrica por dos cargos de asesinato en primer grado. En 1958, French secuestró a un motorista que lo recogió en medio de una carretera cerca de Stroud, Oklahoma, y después lo mató. Tras su detención, James estranguló a un compañero de celda en la cárcel.

Sus últimas palabras antes de ser ejecutado fueron: “¿Cómo sería el titular de esto?  papas fritas”. En inglés papas fritas es “french fries”, donde la primera palabra es el apellido del asesino, lo que se traduciría como French frito”.

Thomas J. Grasso fue condenado a muerte por inyección letal, después de que se le encontró culpable del asesinato de dos ancianas.

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Thomas estranguló a Hilda Johnson, una mujer de 87 años de edad, con el cable de las luces del árbol de navidad de su casa, el 24 de diciembre de 1990 en Tusla, Oklahoma. Seis meses después, mató a Leslie Holts, de 81 años, en Staten Island en Nueva York, el 4 de julio de 1991, por robarle el cheque del seguro social.

Antes de su ejecución, Thomas se quejó de su última comida con estas palabras: “No me dieron SpaghettiOs, me dieron espaguetis normales. Quiero que la prensa sepa sobre esto”.

John Wayne Gacy asesinó a 33 niños entre 1972 y 1978, por ello fue sentenciado a la pena de muerte y en 1994 se le ejecutó con la inyección letal. Veintiséis de sus víctimas fueron encontradas en el semisótano de su casa, otras tres en otros lugares de la casa y otras cuatro fueron lanzadas a un río.

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Las últimas palabras de John antes de morir fueron: “Bésenme el trasero”.

Carl Pnazram fue un asesino en serie de la década de los años 30 que mató a 22 personas y violó a más de 1.000 hombres. Fue condenado a pena de muerte y antes de ser ahorcado dijo: “ ¡Vamos, malditos bastardos! Podría haber colgado a una decena de personas mientras ustedes pierden el tiempo”.

Aileen Carol Wuomos fue condenada a la inyección letal por el asesinato de siete hombres, los que, según ella, intentaron violarla mientras ejercía la prostitución. Los asesinatos ocurrieron entre 1989 y 1990.

Su última palabra fue: “Regresaré” .

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