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Virulento debate de republicanos ante nuevos comicios

Los insultos entre los precandidatos fueron los protagonistas de la noche. El tema migratorio volvió a enfrentar a los contendientes

Por momentos parecía que era un debate entre un candidato demócrata o liberal y un grupo de enojados conservadores que reaccionaban ante el ataque al último presidente republicano.

Era Donald Trump, recibiendo la enojada respuesta de sus colegas por las acusaciones que había lanzado contra el ex presidente George W. Bush por su falta de acción que permitieron los ataques terroristas de 9/11.

“El ‘World Trade Center’ se vino abajo. Perdí cientos de amigos”, señaló Trump en uno de los tantos intensos mini debates con Jeb Bush, el hermano del presidente Bush. “El ‘World Trade Center’ se vino abajo durante el reino de Bush”, añadió Trump, recordando luego que Bush no hizo caso a las llamadas de alerta de la CIA.

“Estoy cansado de lo que él dice contra mi familia”, intervino un Bush claramente molesto. Cuando Donald Trump estaba construyendo un show de televisión mi hermano estaba construyendo un cordón de seguridad para protegernos, añadió el ex gobernador de la Florida.

Marco Rubio se metería a la discusión señalando que él le “daba gracias a dios que George W. Bush estaba en la Casa Blanca en 9/11 y no Al Gore (el candidato demócrata que perdió ante Bush)”.

Ciertamente un extraño debate republicano. Trump por supuesto que no es liberal o demócrata, sin embargo, el empresario que va adelante en las encuestas republicanas y quien ganó la primaria de New Hampshire el pasado martes, hizo algo que en el papel pudiera ser un suicidio político: atacar o al menos cuestionar algunas de las acciones o grandes figuras del mundo republicano. Y todavía peor, en Carolina del Sur -donde fue el debate y donde será la próxima primaria- en donde el ex presidente Bush es todavía muy popular.

Pero eso no fue todo con Trump y sus ataques a Bush. Igualmente cuestionó lo que también es literalmente un mandamiento sagrado en el ideario republicano: que la guerra en Iraq fue un monumental error. “Sabían, dijo Trump, que no había armas de destrucción masiva”, en referencia al argumento de Bush para justificar la invasión a Iraq.

Más tarde habría otra igualmente intensa discusión con puntos de vista diferentes, en este caso en el tema de inmigración. Trump repitió lo de siempre, de construir un muro, de deportar indocumentados y demás. Pero la discusión principal fue entre Ted Cruz y Rubio.

Discusión esta que se ha dado también en otros debates: el apoyo que Rubio dio a la ley de reforma migratoria que pasó el Senado y si Cruz también la apoyo. Es uno de los puntos débiles de Rubio, al final de cuentas, en efecto el senador no sólo apoyó sino que fue uno de los creadores de esa ley.

Lo que llama la atención en este tema es la frialdad conque Cruz habla de lo que hará si llegase a ganar la presidencia. Que aplicará la ley, lo cual en otras palabras quiere decir que deportará a los indocumentados y que cancelará la acción ejecutiva del presidente Obama que dio estadía legal temporal a los llamados jóvenes “soñadores”.

Bush y el gobernador de Ohio John Kasich señalarían luego que en lugar de deportar hay que buscar un camino de legalización para estos indocumentados. Rubio en cierta medida acepta también esta idea. Los tres con el “pero” de que antes de cualquier tipo de legalización hay primero que “controlar la frontera” (lo cual puede tomar años).

Más allá de los detalles, el punto es que es claro que el tema de inmigración divide a los candidatos republicanos. Es una gran interrogante saber cuál de estas posiciones caerá bien o mal con los votantes.

Así como a Rubio se le golpea con lo de que en algún momento apoyó la reforma migratoria, a Bush y Kasich fácilmente se les puede golpear -desde el punto de vista de las bases duras del partido- con que están de acuerdo en algún tipo de alivio para los once millones de indocumentados. Trump y Cruz caen bien por supuesto con esas bases duras, pero igualmente de seguro les costará caro cuando venga la elección general y haya que conseguir votos de latinos.

El debate además se dio apenas unas horas después de que se había conocido la noticia del fallecimiento del Juez de la Corte Suprema de Justica, Antonin Scalia. Este juez ha sido por décadas una figura de enorme prestigio para los conservadores y sin duda el más influyente jurista conservador en la Corte en las últimas dos o tres décadas. Y al igual que en los otros temas, los candidatos también están divididos sobre cómo debe el Presidente actuar al respecto.

Sucede que según la Constitución, cuando hay que sustituir a un magistrado de la Corte -sea por retiro o por muerte- el presidente tiene la autoridad para nominar al sustituto. Nominación que eventualmente debe ser confirmada por el Senado. En este caso el pensamiento que priva en el mundo conservador es que Obama no debería de nominar a nadie sino que dejar el puesto vacante para que sea el próximo presidente quien haga la nominación.

Justo minutos antes de que comenzara el debate Obama señaló que precisamente cumplirá con su responsabilidad constitucional y en debido tiempo nominará al sustituto de Scalia. Algunos candidatos como Cruz o Rubio se oponen rotundamente a que Obama nombre a ese sustituto. Otros como Bush señalan que el presidente debe cumplir con la ley, aunque después el Senado no confirme a esa persona. Para Trump igualmente, el senado debe “retrasar, retrasar” la confirmación.

La muerte de Scalia literalmente cae como una bomba en la contienda presidencial -de ambos, no sólo de los republicanos. Si ya se hablaba de que esta era una elección de enorme importancia, entre otras razones precisamente porque al próximo presidente le pudiera tocar nominar a algún miembro de la Corte Suprema -hay un par de avanzada edad-, hoy la desaparición de Scalia recuerda todo lo que está en juego en la elección de noviembre.

No es claro si el debate cambió opiniones sobre los candidatos.

Quizá el único que jugó con fuego y al que le pueda ayudar o perjudicar brutalmente lo dicho es Trump. Carolina del Sur es un estado donde George W. Bush es popular y los asuntos militares como la guerra en Irak son vacas sagradas que no se tocan o critican -más allá de si Trump tiene razón de que todo fue un engaño y un enorme error que le costo al país miles de vidas de soldados, marines y demás y billones de dólares. Y ni hablar de la desestabilización que trajo al Medio Oriente, punto mencionado también por Trump-.

Es posible sin embargo, que esa gente que ha apoyado a Trump entre otras razones por decir lo que piensa -aun si no es políticamente correcto o es ofensivo- se habrán deleitado con lo dicho por el empresario y todavía lo apoyarán más. En todo caso, la moneda está al aire. La ventaja que Trump tiene en las encuestas en Carolina del Sur podrían esfumarse en la semana que queda antes de la primaria.

Del resto, nada que haga recordar un metida de pata o algo grandioso que los baje o eleve en las preferencias electorales. Cruz no hizo mucho más allá de sus peleas con Rubio y Trump. Sus bases de seguro seguirán con él. Rubio no cometió ningún error como en el anterior debate y al menos mantiene su posición como uno de los candidatos dando la pelea por ser el candidato del llamado “establishment”.

Bush es posible que haya sido el único que no tuvo negativos y que pudiera haber salido victorioso del debate. Primero, por lo de su hermano. De seguro que habrán votos de solidaridad para él por los ataques de Trump al ex presidente. Pero además, porque se vio a un Bush más al ataque, más directo, más seguro de si mismo, en particular en cuanta vez tuvo que entrar a la pela con Trump. Su punto débil quizá sea que algunas de sus posiciones -en inmigración por ejemplo- suenan muy liberales o suaves en el mundo del conservadurismo duro que es Carolina del Sur.

Por cierto, el neurocirujano retirado Ben Carson también estuvo en el debate. No mucho que recordar de lo que dijo. La verdad no queda claro tampoco que hace todavía el médico en la campaña republicana. Entre los otros cinco candidatos parecería haber suficiente conservadurismo de todos los colores y sabores para escoger.