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¿Tendrán algún impacto las protestas contra Donald Trump?

Las protestas en California contra Donald Trump se dan cuando las elites del partido republicano parecen haber aceptado su candidatura

Las protestas en California contra Donald Trump hacen recordar lo impopular que es el aspirante republicano a la presidencia entre gran parte del público, especialmente entre los latinos quienes han sido los más han salido a protestar en el “estado dorado”.

Es tal el malestar que Trump genera entre los latinos de California que hoy se habla que en las semanas previas a la primaria republicana en el estado serán de una gran intensidad. Las manifestaciones del jueves en la noche en Costa Mesa, en el Condado de Orange, y hoy en Burlingame, en el norte del estado, fueron apenas ejemplos de lo que vendrá en las actividades electorales que Trump tendrá en California (la primaria es el 7 de junio).

Al mismo tiempo que se da esta situación de protestas contra Trump en California, en Washington se habla de que cada día hay más gente del llamado “establishment” o liderazgo del partido republicano que aceptan la casi inevitabilidad de la candidatura de Trump. 

Al parecer a las elites del partido no les queda otra que tragarse ese “sapo amargo” que representa Trump y su candidatura presidencial, ya que todo hace suponer que el empresario conseguirá antes de la convención el número de delegados necesarios para ser el candidato. Pero también, porque el liderazgo republicano ve una potencial guerra civil o al menos una seria división partidaria si se le niega a Trump la candidatura.

“La gente se ha dado cuenta de que él (Trump) será casi con seguridad el nominado (presidencial)”, señaló Tim Pawlenty, ex gobernador republicano de Minnesota citado por el diario Washington Post en un artículo que ha generado mucho ruido en los corredores del poder en la capital de la nación titulado: “Las élites del GOP (partido republicano) están hoy resignadas a que Trump sea su nominado”. 

“La histeria ha disminuido y el rango de emociones es de resignación a entusiasmo”, añade Pawlenty, él mismo un miembro de ese llamado “establishment” republicano el cual hasta hace unos días en su inmensa mayoría se había resistido a subirse al tren de Trump. 

Los resultados de la primaria en New York la semana pasada y de las cinco primarias este martes, donde Trump ganó literalmente todo, pareciera fueron la gota que derramó el vaso en mucho del universo republicano en favor de Trump.

No es casualidad que el jueves mismo, apenas horas antes de las protestas contra Trump en California, en Washington varios prominentes republicanos daban su apoyo al magnate. Dos congresistas por ejemplo, Bill Shuster y Jeff Miller, ambos líderes de comités en la Cámara baja, dijeron estar por la candidatura de Trump.

“Hay una aceptación, una resignación, o lo que sea, de que Trump será el nominado”, explicó Dick Waldams, otro líder republicano en este caso de Colorado, también citado por el Post. “Más y más gente espera que él gane la nominación ya que no quieren ver una convención que explote en un total caos”.

No es nada fácil esta situación en la que se encuentran los líderes republicanos. Así como lo de Trump y su posible candidatura presidencial se convierte cada día que pasa más en una realidad, al mismo tiempo hechos como las protestas de California son igualmente una realidad. 

Una brutal realidad que le recuerda a los estrategas republicanos que su distancia con grupos como los latinos pareciera se agranda diariamente. Y como ellos mismos lo descubrieron en el informe o “autopsia” que mandaron hacer después de la elección de 2012, su camino de regreso a la Casa Blanca pasa por ganarse precisamente a una buena parte de ese voto latino.

Además de las imágenes negativas que significan las protestas contra Trump, hay datos duros que confirman este problema que tienen hoy los republicanos con los latinos. Es no sólo las muchas encuestas que desde hace meses vienen señalando que alrededor del 70 y más por ciento de los latinos tienen una pésima opinión de Trump, sino ahora también del propio partido republicano.

Sucede que el 61% de los latinos tienen una opinión desfavorable de los republicanos, según una encuesta hecha pública el jueves por el prestigioso Pew Research Center. Aunque la verdad, en este caso, no únicamente los latinos son los que tienen una mala opinión de los republicanos: el 62% de todo el público tiene una opinión desfavorable de los republicanos (el 33% tiene una opinión favorable). 

“La imagen del Partido Republicano, la cual ya era bastante negativa, se ha deslizado (aun más) desde el pasado otoño”, explica el Pew Center. “Las opiniones desfavorables del GOP son ahora tan altas como nunca lo habían sido desde 1992”.

Volviendo a lo de las protestas en California, es posible que estas tengan un efecto impredecible en la campaña presidencial. Un escenario por ejemplo, es que se generen tantos incidentes -queda todo mayo de actividad política en el estado- que muchos votantes republicanos lleguen a la conclusión que lo de Trump es dinamita y que es mejor no darle el voto. Trump tiene casi asegurada la nominación, pero si tuviera un desempeño pobre en California es posible que no alcance el llamado número mágico de los 1,237 delegados para ser el nominado.

Otro escenario es que en lugar de aprehensión entre los votantes republicanos, surja precisamente por las protestas de latinos y demás, más deseos y ganas de votar por Trump. Que las protestas mismas inflamen a las bases republicanas a votar en masa por el empresario como un gesto desafiante ante los que se le oponen. 

En cualquiera de los dos escenarios, nada favorable para el partido republicano. Si California le impide a Trump ser el candidato, se estará ante el escenario del “caos” en la convención republicana. Y si California es la coronación de Trump, se estará ante el escenario conocido de un candidato que ha sido aceptado por resignación, por cansancio o porque no quedaba de otra.

Por cierto, lo de California-Trump-latinos puede tener consecuencias de largo plazo en la política del estado. Uno recuerda como en 1994 con Pete Wilson y su campaña anti latinos, lo que resultó fue en un partido republicano que nunca más pudo ganar nada a nivel estatal. Un daño a los republicanos que ha durado una generación o más. Quién sabe si algo similar puede causar el efecto Trump.