IE 11 is not supported. For an optimal experience visit our site on another browser.

Miles de personas entraron en hospitales para curarse de otras enfermedades y allí contrajeron COVID-19. Muchos no salieron

Más de 10,000 pacientes fueron diagnosticados con coronavirus tras ingresar en centros médicos por otras causas en 2020. Uno de cada cinco perdieron la vida en la primera ola.

Por Christina Jewett - KHN

Ingresaron en hospitales por infartos, insuficiencia renal o por crisis psiquiátricas. Salieron de allí con COVID-19... si es que se salieron.

Más de 10,000 pacientes fueron diagnosticados con coronavirus en hospitales de Estados Unidos el año pasado después de ser admitidos por otra causa, según registros federales y estatales analizados exclusivamente por KHN.

Pero, de hecho, el número es un recuento insuficiente, ya que incluye principalmente a pacientes de 65 años o más, además de pacientes de California y Florida de todas las edades.

Cindy Johnson sostiene una pintura de su esposo, Steven, un farmacéutico jubilado que sobrevivió al cáncer de colon pero en diciembre de 2020 murió de coronavirus.
Cindy Johnson sostiene una pintura de su esposo, Steven, un farmacéutico jubilado que sobrevivió al cáncer de colon pero en diciembre de 2020 murió de coronavirus.Eve Edelheit / KHN

Sin embargo, entre los posibles escenarios que pueden salir mal en un hospital, es una cifra catastrófica: alrededor del 21% de los pacientes que contrajeron la enfermedad en un hospital de abril a septiembre del año pasado murieron, según muestran los datos. En contraste, casi el 8% de otros pacientes de Medicare murieron en el hospital en ese mismo tiempo.

[Estados Unidos reabre sus fronteras para extranjeros vacunados y familias vuelven a encontrarse]

Steven Johnson, de 66 años, esperaba que lo curaran de una infección que tenía su cadera en carne viva en el Blake Medical Center, en Bradenton, Florida, en noviembre pasado. El farmacéutico jubilado había sobrevivido al cáncer de colon y fue meticuloso para evitar contraer COVID-19.

No podía haber sabido que, de abril a septiembre, el 8% de los pacientes con coronavirus de Medicare de ese hospital fueron diagnosticados con el virus después de ser admitidos por otra necesidad médica.

Johnson había dado negativo a la prueba de COVID-19 dos días antes de ser admitido. Su esposa, Cindy Johnson, también farmacéutica retirada, contó que, después de 13 días en el hospital, dio positivo.

Steven Johnson, de 66 años, esperaba que le curaran una infección en la cadera en el Blake Medical Center, en Bradenton, Florida, en noviembre de 2020.
Steven Johnson, de 66 años, esperaba que le curaran una infección en la cadera en el Blake Medical Center, en Bradenton, Florida, en noviembre de 2020. Cindy Johnson / KHN

En pocas horas, estaba luchando por eliminar una flema que parecía pegamento en sus pulmones. Un equipo médico apenas pudo controlar su dolor. Le pidieron a Cindy que expresara sus últimos deseos. Ella le preguntó: “Cariño, ¿quieres que te intuben?”. Él respondió con un enfático “no”. Murió tres días después.

[“No puedo explicar con palabras lo feliz que estoy”: abrazos y lágrimas de emoción tras reapertura de las fronteras de EE.UU.]

Después de que su esposo dio positivo, Cindy Johnson, entrenada en rastreo de contactos, rápidamente se hizo la prueba de COVID-19. Dio negativo. Pero no paraba de pensar en la gran cantidad de personal del hospital que entraba y salía de la habitación de su esposo, los que, a menudo, le sacaban la mascarilla, y sospechó que un miembro del personal lo había infectado.

Que el hospital, parte de la cadena HCA Healthcare, todavía no haya hecho obligatoria las vacunas es “espantoso”, opinó.

“Estoy furiosa”, agregó.

“¿Cómo pueden decir en su sitio web que 'las precauciones de seguridad que hemos implementado hacen que nuestras instalaciones estén entre los lugares más seguros posibles para recibir atención médica en este momento'?”, se preguntó.

Lisa Kirkland, vocera del Blake Medical Center, dijo que el hospital “está alentando firmemente la vacunación” y señaló que sigue las pautas federales de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) y las normas estatales para proteger a los pacientes.

El presidente, Joe Biden, ha pedido que todos los empleados de hospitales estén vacunados, pero el requisito podría enfrentar resistencia en una docena de estados, incluida Florida, que han prohibido los mandatos de vacunación.

Johnson sostiene una almohada hecha con una camisa que usaba su marido, Steven.
Johnson sostiene una almohada hecha con una camisa que usaba su marido, Steven.Eve Edelheit / KHN

En general, la tasa de propagación intrahospitalaria entre Medicare y otros pacientes fue más baja que en otros países, incluido el Reino Unido, que hace públicos esos datos y los discute abiertamente.

En promedio, alrededor del 1.7% de los pacientes con coronavirus internados en hospitales de Estados Unidos fueron diagnosticados con el virus en estas instalaciones, según un análisis de los registros de Medicare del 1 de abril al 30 de septiembre de 2020, proporcionado por el doctor James Kennedy, fundador de CDIMD, una empresa de consultoría y análisis de datos con sede en Nashville.

[La reapertura de la frontera es un “revivir” para los comerciantes y algo “bonito” para los turistas]

Sin embargo, la tasa de infección fue mucho más alta en 38 hospitales donde el 5% o más de los casos de COVID-19 de Medicare se documentaron como adquiridos en el hospital. Los datos provienen de un período de tiempo desafiante del año pasado cuando los equipos de protección escaseaban, y las pruebas eran escasas o lentas para producir resultados. Los datos de Medicare para el cuarto trimestre de 2020 y este año aún no están disponibles, y los datos estatales reflejan del 1 de abril al 31 de diciembre de 2020.

Una revisión de KHN de los registros de seguridad en el trabajo, la literatura médica y entrevistas con el personal de los hospitales de alta propagación indica por qué se afianzó el virus: los líderes de los hospitales tardaron en admitir que se transmitía por vía aérea, lo que hizo que los pacientes que tosían fueran peligrosos para los compañeros de habitación y los miembros del personal, que a menudo usaban máscaras quirúrgicas menos protectoras en lugar de N95.

Los hospitales no pudieron realizar pruebas a todos los pacientes admitidos, gracias a la guía de los CDC que dejaba tales pruebas a "discreción de la instalación". La gerencia a menudo no informaba a los trabajadores cuando habían estado expuestos al coronavirus y, por lo tanto, estaban en riesgo de propagarlo ellos mismos.

La propagación entre los pacientes y el personal parecían ir de la mano. En Beaumont Hospital, Taylor, en Michigan, se registraron 139 infecciones por covid en empleados entre el 6 de abril y el 20 de octubre del año pasado, según muestra un informe de inspección del hospital. Casi el 7% de los pacientes de Medicare con COVID-19 dieron positivo después de ser admitidos en ese hospital por otra causa, según muestran los datos federales.

[Corte de apelaciones bloquea el mandato de vacunación impuesto por Biden a empresas con más de 100 empleados]

Un vocero del hospital dijo que las pruebas no estaban disponibles para evaluar a todos los pacientes el año pasado, lo que resultó en algunos diagnósticos tardíos. Dijo que, ahora, todos los pacientes que ingresan son evaluados.

El seguimiento de la enfermedad dentro de las instalaciones de salud no es una tarea nueva para los funcionarios federales, quienes informan públicamente cada semana sobre nuevos casos en empleados y residentes en cada hogar de adultos mayores a lo largo del país. Sin embargo, el Departamento de Salud y Servicios Humanos informa datos sobre su propagación en los hospitales solo a nivel estatal, por lo que los pacientes no saben qué instalaciones presentan casos.

KHN encargó un análisis de los registros de facturación de los hospitales, que también se utilizan de manera más amplia para detectar diversas infecciones adquiridas en el hospital. Para el coronavirus, los datos tienen limitaciones. Puede detectar algunos casos adquiridos en la comunidad que tardaron en aparecer, ya que pueden pasar de dos a 14 días desde la exposición al virus para que aparezcan los síntomas, con un promedio de cuatro a cinco días. Los registros no tienen en cuenta los casos recogidos en una sala de emergencias o diagnosticados después del alta de un paciente del hospital.

[Esta mamá latina y su bebé casi mueren por COVID-19. Ahora ella pide a las embarazadas que se vacunen]

Linda Moore, de 71 años, dio positivo al menos 15 días después de una estadía en el hospital por una cirugía de columna, según contó su hija Trisha Tavolazzi. Su madre estaba en el Centro Médico Regional Havasu en Lake Havasu City, Arizona, que no tuvo una tasa de propagación interna superior al promedio el verano pasado.

Linda Moore con su hija Stacey Taylor, murió de COVID-19 en julio de 2020. Su hija Trisha Tavolazzi dice que Moore dio positivo después de al menos 15 días en el Centro Médico Regional Havasu en Lake Havasu City, Arizona.
Linda Moore con su hija Stacey Taylor, murió de COVID-19 en julio de 2020. Su hija Trisha Tavolazzi dice que Moore dio positivo después de al menos 15 días en el Centro Médico Regional Havasu en Lake Havasu City, Arizona.Stacey Taylor

El hospital implementó “protocolos rigurosos de salud y seguridad para proteger a todos nuestros pacientes” durante la pandemia, dijo Corey Santoriello, vocero del hospital, quien no quiso comentar sobre el caso de Moore, citando normas de privacidad.

Moore fue trasladada en avión a otro hospital, donde su condición solo empeoró más, dijo su hija. Después de que le quitaron el ventilador, se aferró a la vida de manera irregular durante cinco horas y media, mientras su hija oraba para que su madre encontrara el camino al cielo.

“Le pregunté a su mamá, a su papá y a su familia y oré a Dios: ‘Por favor, ven a mostrarle el camino”, dijo Tavolazzi. “Vuelvo a vivir ese momento todos los días”, agregó.

Cuando Tavolazzi buscó respuestas en el hospital sobre dónde contrajo el virus su madre, dijo que no obtuvo ninguna: “Nadie me devolvió la llamada”.

De dos pruebas negativas a ser el 'paciente cero'

Cuando la segunda ola de covid disminuyó en septiembre pasado, los médicos del prestigioso Brigham and Women’s Hospital publicaron un estudio tranquilizador: con un control cuidadoso de la infección, solo dos de 697 pacientes con coronavirus adquirieron el virus en el hospital de Boston. Eso es aproximadamente el 0.3% de los pacientes, aproximadamente seis veces más bajo que la tasa general de Medicare.

Brigham evaluó a todos los pacientes que admitió, superando las recomendaciones de los CDC. Fue transparente y abierto sobre las preocupaciones de seguridad.

[¿Cómo cambian las normas de Estados Unidos para los viajes internacionales?]

Pero el estudio, publicado en la revista JAMA Network Open, transmitió un mensaje equivocado, según el doctor Manoj Jain, médico de enfermedades infecciosas y profesor adjunto de la Escuela de Salud Pública Rollins de la Universidad Emory. El COVID-19 se estaba extendiendo en los hospitales, dijo, y el estudio enterró “el problema debajo de la alfombra”.

Poco después de la publicación, el virus comenzó una racha sigilosa a través del hospital de élite. Entró con un paciente que dio negativo dos veces, pero resultó ser positivo. Fue la “paciente cero” en un brote que afectó a 38 empleados y 14 pacientes, según un estudio en Annals of Internal Medicine publicado inicialmente el 9 de febrero.

Los autores de ese estudio secuenciaron el genoma del virus para confirmar qué casos estaban relacionados y exactamente cómo se diseminó por el hospital.

A medida que los pacientes fueron trasladados de una habitación a otra en los primeros días del brote, la enfermedad se propagó entre los compañeros de habitación 8 de cada 9 veces, probablemente a través de la transmisión por aerosol, según el estudio. Una encuesta a los miembros del personal reveló que quienes cuidaban a los pacientes que tosían tenían más probabilidades de enfermarse.

El virus también pareció haber traspasado el equipo de protección apoyado por los CDC. Dos miembros del personal que tuvieron contactos cercanos con pacientes mientras usaban una máscara quirúrgica y un protector facial también se infectaron. Los hallazgos sugirieron que los respiradores N95, más seguros, podrían ayudar a proteger al personal.

Ahora, Brigham and Women’s hace la prueba a todos los pacientes al momento de la admisión, y nuevamente poco después. Se anima a las enfermeras a que vuelvan a realizar la prueba si ven un signo sutil de COVID-19, dijo la doctora Erica Shenoy, jefa asociada de la Unidad de Control de Infecciones del Hospital General de Massachusetts, quien ayudó a elaborar las normas en Brigham.

[Aeropuertos del país se alistan para recibir hasta el triple de viajeros que en diciembre de 2020]

Shenoy dijo que las enfermeras y los trabajadores de los servicios ambientales están sentados frente a la mesa para la formulación de políticas: “Yo personalmente me aseguro de decir: ‘Dime lo que estás pensando”, dijo Shenoy. “‘No habrá consecuencias porque necesitamos saber’”.

Las pautas de los CDC, sin embargo, dejaron un amplio margen en el equipo de protección y las pruebas. Hasta el día de hoy, dijo Shenoy, los hospitales emplean una amplia gama de políticas.

Los CDC dijeron en un comunicado que sus pautas “proporcionan un enfoque integral y en capas para prevenir la transmisión del SARS-CoV-2 en entornos de atención médica” e incluyen la prueba de pacientes que tienen “incluso síntomas leves” o exposición reciente a alguien con covid.

Las políticas de control de infecciones rara vez son evidentes para los pacientes o visitantes, más allá de si se les pide que usen una mascarilla. Pero las revisiones de los registros públicos y las entrevistas con más de una docena de personas muestran que en los hospitales con altas tasas de propagación de coronavirus, los miembros del personal a menudo se alarmaban por la falta de prácticas de seguridad.

Enfermeras hacen sonar la alarma

Cuando el coronavirus llegó a Florida en la primavera de 2020, la enfermera Victoria Holland se enfrentó a los gerentes del Blake Medical Center en Bradenton, donde murió Steven Johnson.

Dijo que la suspendieron temprano en la pandemia después de participar en una protesta y “tener un ataque de enojo” cuando se le negó un nuevo respirador N95 antes de un procedimiento que involucaraba la generación de partículas aéreas. Los CDC advierten que estos procedimientos pueden propagar el virus por el aire. Antes de la pandemia, se capacitó a las enfermeras para desechar una N95 después de cada encuentro con un paciente.

[Por qué los médicos piden con desesperación a las embarazadas que se vacunen]

Cuando terminó la suspensión, dijo Holland, sintió inseguridad. “No nos dijeron nada”, dijo. “Todo fue un rumor entre los médicos. Si tenías potenciales pacientes con COVID-19 obtendrías una pequeña mascarilla quirúrgica porque [ellos no] querían desperdiciar una N95 a menos que supieran que el paciente era positivo”.

Holland dijo que renunció a mediados de abril. Sus colegas de enfermería presentaron una queja ante la Administración de Salud y Seguridad Ocupacional (OSHA) a fines de junio alegando que al personal que “trabajaba en torno a posibles casos positivos de COVID-19” se le había negado el EPP. Los miembros del personal protestaron frente al hospital en julio y presentaron otra queja de OSHA que decía que el hospital estaba permitiendo que los empleados expuestos a covid siguieran trabajando.

Kirkland, el vocero de Blake, dijo que el hospital respondió a OSHA y “no se identificaron deficiencias”.

El análisis de Medicare muestra que 22 de 273 pacientes con coronavirus, o el 8%, fueron diagnosticados con el virus después de ser admitidos en Blake. Eso es aproximadamente cinco veces más alto que el promedio nacional.

Kirkland dijo que “no existe una forma estándar para medir las transmisiones de COVID-19 asociadas al hospital” y que “no hay evidencia que sugiera que el riesgo de transmisión en el Blake Medical Center sea diferente al que se encontraría en otros hospitales”.

En Washington D.C., 34 pacientes de Medicare con COVID-19 contrajeron el virus en el MedStar Washington Hospital Center, o casi el 6% de su total, muestra el análisis.

Insatisfechos con las prácticas de seguridad, que incluían la esterilización con gas y la reutilización de las N95, miembros de National Nurses United protestaron en el jardín del hospital en julio de 2020. En la protesta, la enfermera Zoe Bendixen dijo que una enfermera había muerto a causa del virus y 50 se habían enfermado: “ [Las enfermeras] pueden convertirse en una fuente de transmisión de la enfermedad a otros pacientes, compañeros de trabajo y familiares”.

La enfermera Yuhana Gidey dijo que contrajo la enfermedad después de tratar a un paciente que resultó estar infectado. Otra enfermera, no el personal que realiza el rastreo de contactos, le dijo que había estado expuesta, dijo.

La enfermera Kimberly Walsh contó en una entrevista que en septiembre de 2020 hubo un brote en una unidad geriátrica donde trabajaba. Dijo que la gerencia culpó a las enfermeras por llevar el virus a la unidad. Pero Walsh señaló otro problema: el hospital no estaba sometiendo a pruebas a pacientes que venían de hogares de adultos mayores, donde la propagación fue desenfrenada el año pasado.

MedStar rechazó una solicitud de entrevista sobre sus prácticas de control de infecciones y no respondió a preguntas específicas.

Si bien los hospitales deben rastrear e informar públicamente las tasas de infecciones persistentes como C. diff, estafilococos resistentes a los antibióticos e infecciones del sitio quirúrgico, no se informan sobre tasas similares de coronavirus adquiridas en el hospital.

KHN examinó una fuente diferente de datos que el Congreso requirió que los hospitales documentaran sobre las “afecciones adquiridas en el hospital”. Los datos de Medicare, que indican si cada caso de coronavirus estaba “presente en la admisión” o no, están disponibles meses después de una hospitalización en archivos oscuros que requieren un acuerdo de uso de datos que generalmente se otorga a los investigadores. KHN contó los casos, como lo hacen los funcionarios federales, en algunos casos en los que la documentación se considera insuficiente para categorizar un caso.

Para estos datos, considerar un caso adquirido en el hospital recae en codificadores médicos que revisan las notas de los médicos y los resúmenes de alta y les hacen preguntas a los médicos si el estado no está claro, dijo Sue Bowman, directora senior de política de codificación y cumplimiento de la American Health Information Management Association.

Dijo que los codificadores médicos son conscientes de que los datos se utilizan para medidas de calidad hospitalaria y tendrían cuidado de revisar el rastreo de contactos u otra información en el registro médico.

Si un caso estaba en los datos que utilizó KHN, “eso significaría que fue adquirido durante la estadía en el hospital, ya sea de un trabajador de la salud u otro paciente o tal vez si un hospital permitiera visitas, de un visitante”, dijo Bowman. “Esa sería una interpretación justa de los datos”.

La alta tasa de muerte para los diagnosticados con COVID-19 durante una estadía en el hospital, alrededor del 21%, refleja la tasa de muerte de otros pacientes con covid de Medicare el año pasado, cuando los médicos tenían pocos métodos probados para ayudar a los pacientes.

También destaca el peligro que representa el personal no vacunado para los pacientes, dijo Jain, el médico de enfermedades infecciosas. La Asociación Estadounidense de Hospitales estima que alrededor del 42% de los hospitales de del país han exigido que todos los miembros del personal estén vacunados.

“No necesitamos que [el personal no vacunado] sea una amenaza para los pacientes”, dijo Jain. “La administración [del hospital] tiene demasiado miedo de presionar al personal de enfermería, y el público en general no tiene ni idea de la amenaza que representa una persona no vacunada para una población vulnerable”.

Cindy Johnson cree que su esposo, Steven, contrajo COVID-19 de un miembro del personal en el Blake Medical Center, en Bradenton, Florida, en noviembre de 2020.
Cindy Johnson cree que su esposo, Steven, contrajo COVID-19 de un miembro del personal en el Blake Medical Center, en Bradenton, Florida, en noviembre de 2020. Cindy Johnson

Cindy Johnson dijo que el hospital donde cree que su esposo contrajo COVID-19 enfrentó un escrutinio mínimo en una inspección estatal, incluso después de ella misma informará que su esposo había contraído covid en la instalación. Johnson exploró la posibilidad de demandar, pero un abogado le dijo que sería casi imposible ganar un caso así. Una ley estatal de 2021 requiere que la prueba de “al menos negligencia grave” prevalezca en la corte.

Johnson sí le pidió a un médico que atiende pacientes en el hospital: por favor, quite el gran letrero que dice “ABIERTO Y SEGURO”.

En cuestión de días, el cartel desapareció.

La corresponsal de KHN del Medio Oeste Lauren Weber, contribuyó con este informe. KHN (Kaiser Health News) es la redacción de KFF (Kaiser Family Foundation), que produce periodismo en profundidad sobre temas de salud. Junto con Análisis de Políticas y Encuestas, KHN es uno de los tres principales programas de KFF. KFF es una organización sin fines de lucro que brinda información sobre temas de salud a la nación.