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"Los niños no están bien": consejeros escolares piden ayuda urgente tras el tiroteo en Buffalo

El aumento en las necesidades de salud mental de los estudiantes, combinado con la escasez de personal y episodios de mala conducta y violencia, ejercen una presión extraordinaria sobre los consejeros y psicólogos escolares.

Por Jocelyn Gecker y Heather Hollingsworth - The Associated Press 

La crisis que enfrenta la juventud estadounidense y la presión que está ejerciendo sobre los educadores es un fenómeno que afecta a la mayoría de los centros educativos del país.

El consejero de una escuela intermedia ubicada en la zona rural de California, sintió esa presión después de dictar un seminario de prevención del suicidio porque 200 estudiantes comenzaron a solicitar ayuda. Muchos eran alumnos de sexto grado.

Otro consejero escolar en Massachusetts habla sobre un estudiante de secundaria que pasó dos semanas en la sala de emergencias de un hospital antes de poder conseguir una cama en una unidad psiquiátrica.

Para el personal de muchas escuelas, el tiroteo del fin de semana pasado en Buffalo, ejecutado por un joven de 18 años que el año pasado había hecho un comentario amenazante en su escuela secundaria, generó discusiones sobre cómo podrían responder de manera distinta.

Robert Bardwell, director de consejería escolar de la Tantasqua Regional High School en Fiskdale, Massachusetts, dijo que el tiroteo sucedido en el norte del estado de Nueva York determinó cómo manejó una evaluación de amenazas esta semana.

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Le dijo al personal: "Hay que prestar mucha atención porque no quiero que estemos en las noticias en uno o cinco años diciendo que la escuela no hizo algo para evitar esto".

El aumento en las necesidades de salud mental de los estudiantes, combinado con la escasez de personal y episodios generalizados de mala conducta y violencia, ha ejercido una presión extraordinaria sobre los consejeros y psicólogos escolares.

El tiroteo en Buffalo destaca sus preocupaciones sobre la capacidad para apoyar a los estudiantes y evaluar adecuadamente a quienes podrían ejecutar actos violentos.

Cuando un maestro de la escuela secundaria de Binghamton, Nueva York, le preguntó al tirador acusado en Buffalo, Payton Gendron, sobre sus planes después de graduarse, en la primavera de 2021, respondió que quería cometer un asesinato-suicidio, según la policía.

El comentario generó una llamada a la policía estatal y una evaluación de salud mental en un hospital, donde afirmó que estaba bromeando y fue autorizado para asistir a su graduación.

"Creo que las escuelas siguen siendo seguras", dijo Bardwell, quien también es director ejecutivo de la Asociación de Consejeros Escolares de Massachusetts.

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"Pero también parece que hay más y más niños que tienen dificultades. Y algunos de esos niños pueden hacer cosas malas", advierte el especialista.

Según los expertos, la depresión y la ansiedad infantiles aumentaron durante los años previos a la pandemia, pero el cierre de escuelas y la interrupción de la vida social exacerbaron esos problemas.

El regreso a las clases presenciales ha ido acompañado de una gran cantidad de tiroteos en las escuelas, y los especialistas aseveran que las disputas están terminando en disparos a medida que más estudiantes llevan armas a los centros de estudio. Los maestros dicen que las faltas de respeto y los desafíos han aumentado. La paciencia se acaba muy pronto y los estallidos de ira son frecuentes.

"Creo que los niños no están bien. Puedo decirles que los terapeutas están luchando con eso", dijo Erich Merkle, psicólogo de las Escuelas Públicas de Akron en Ohio, un distrito de unos 21,000 estudiantes que dijo que está lidiando con un aumento en la depresión, la ansiedad, las tendencias suicidas de los estudiantes y el uso de sustancias, así como episodios de agresión y violencia, entre otros problemas de conducta.

Muchos padres esperaban que, a medida que se reabrieran las aulas, los problemas del aprendizaje a distancia se desvanecerían. Pero rápidamente quedó claro que el aislamiento prolongado y la inmersión en las pantallas y las redes sociales tenían efectos duraderos. Las escuelas se han convertido en un escenario donde se manifiestan los efectos de la pandemia.

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El personal escolar está "muy preocupado", dijo Jennifer Correnti, directora de consejería escolar en Harrison High School en Nueva Jersey, donde los consejeros han estado bajo presión mientras ayudan a que los estudiantes se aclimaten después de dos años escolares signados por las interrupciones debido a la pandemia.

No hay nadie que se escape de esto".

Jennifer Correnti consejera escolar

"Todos. Directivos y el personal. No hay nadie que se escape de esto. No hay nadie que todos los días no salga de la escuela sintiéndose asombrado", afirma Correnti.

En particular, las evaluaciones de riesgo de suicidio han aumentado considerablemente. La consejera dice que, en los últimos tres años, ha hecho tantas como en los 12 años anteriores.

Ella y Merkle dijeron que usan tiroteos masivos como el de Buffalo, y otro en el que un joven de 15 años disparó a cuatro compañeros de clase en Michigan, para discutir cómo habrían respondido.

En la Escuela Secundaria Livingston, localizada en la zona rural central de California, los consejeros han impartido lecciones de prevención del suicidio en las aulas durante años. Antes de la pandemia, esas actividades hacían que que unos 30 estudiantes dijeran que querían ver a un consejero, dijo Alma López, coordinadora de consejeros del distrito y una de los dos consejeros de la escuela intermedia.

"Este año tuve 200 niños, que es una cuarta parte de nuestra población estudiantil. Es un número muy grande. No puedo ver a 200 niños cada semana. Eso es simplemente imposible", dijo.

Muchos de los niños que buscaban ayuda eran estudiantes de sexto grado con problemas relacionados con las amistades, dijo.

Rápidamente, el personal de la escuela hizo cambios, realizando tantas sesiones individuales como pudieron, brindando más lecciones grupales sobre salud mental y poniendo volantes en cada salón de clases con el número de la línea directa de prevención del suicidio.

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Trajeron tantas actividades, clubes y asambleas como pudieron para ayudar a los niños a conectarse. Y López dijo que constantemente le recuerda a su distrito que se necesita más apoyo, una petición que es repetida por sus compañeros en todo el país.

La mayoría de los estados están luchando con el apoyo de salud mental en las escuelas, según un informe reciente de Hopeful Futures Campaign, una coalición de organizaciones nacionales de salud mental. En algunos estados, incluidos West Virginia, Missouri, Texas y Georgia, solo hay un psicólogo escolar para más de 4,000 estudiantes, según ese informe.

López supervisa un número de casos de unos 400 estudiantes en su escuela en Livingston, California, mucho más que la proporción recomendada por la Asociación Estadounidense de Consejeros Escolares que es de un consejero por cada 250 estudiantes.

"En este momento eso genera una gran tensión", dijo. Muchos estudiantes de su escuela son hijos de trabajadores agrícolas en una comunidad muy afectada por los contagios y fallecimientos por COVID-19.

"Creo que se pueden perder muchas cosas. Si no intervenimos a tiempo, los problemas que surgen con el duelo se agravarán y crearán desafíos adicionales", dijo.

Si no intervenimos a tiempo, los problemas que surgen con el duelo se agravarán".

Alma López, consejera escolar

López y otros consejeros convocaron una discusión a principios de la semana pasada sobre cómo ayudar a los estudiantes a procesar los temores relacionados con el tiroteo en Buffalo y si era seguro ir al supermercado.

El dinero de las ayudas federales ha ayudado a abordar la escasez de profesionales de la salud mental en algunas escuelas, aunque algunos planteles han tenido problemas para encontrar empleados calificados o han utilizado la ayuda para capacitar al personal existente.

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Los desafíos se ven agravados por el aumento en la violencia armada en los centros escolares, dijo David Riedman, criminólogo y cofundador de K-12 School Shooting Database, organización que lleva un recuento nacional de incidentes en los que se dispara un arma en las escuelas.

Según ese recuento, hubo 249 tiroteos en escuelas K-12 en 2021, más del doble que en cualquier año desde 2018, cuando Riedman comenzó la base de datos. En lo que va del año, ha habido 122 tiroteos.

También hay una diferencia notable con respecto a años anteriores: muchos de los incidentes no fueron ataques planeados, sino disputas normales que terminaron en disparos.

Los especialistas en salud mental que no están vinculados a las escuelas también han sentido la tensión, dijo Bardwell, refiriéndose a su estudiante con antecedentes de enfermedad mental que pasó dos semanas en una sala de emergencias esperando ser admitido para recibir atención psiquiátrica.

Según el experto, este tipo de incidentes destacan los defectos del sistema de atención médica del país y muestran que el Estado no tiene suficiente capacidad residencial de salud mental, especialmente para los adolescentes.

Richard Tench, consejero de St. Albans High School en West Virginia, dijo que es imposible referir a los estudiantes que necesitan asesoramiento externo a los terapeutas en su área.

"Todas nuestras referencias están llenas. Estamos en lista de espera. Si los expertos externos están ocupados, ¿adónde recurrimos", dijo.