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Una garrapata puso su vida "patas arriba". Ahora un estudio ofrece pistas sobre la misteriosa enfermedad de Lyme

Hasta 500,000 personas contraen este mal cada año: la mayoría se cura con antibióticos, pero uno de cada 10 desarrolla unos síntomas de larga duración por causas no aclaradas.

Por Caroline Hopkins - NBC News

Una nueva investigación aporta pistas sobre un indicador del sistema inmune elevado en la sangre de personas con síntomas persistentes de la enfermedad de Lyme que podría ayudar a los médicos a entender por qué algunos pacientes se recuperan y otros sufren malestar crónico durante meses, años o incluso décadas. 

Los investigadores descubrieron que el marcador denominado interferón alfa –una proteína de señalización clave para indicar a células inmunitarias que ataquen a bacterias o virus– era alto en los pacientes de la enfermedad de Lyme con síntomas persistentes. Con niveles muy elevados, el sistema inmunológico puede actuar provocando dolor, hinchazón y fatiga.

En pacientes con altos niveles de interferón alfa, la respuesta inmunitaria a la bacteria de Lyme puede causar inflamación crónica, incluso después que desapareció la infección, explicó Klemen Strle, profesor de biología molecular de la Universidad Tufts y autor del estudio publicado el 9 de mayo en la revista Emerging Infectious Diseases de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés). 

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“Creemos que se trata de una posible causa de la persistencia de los síntomas”, afirmó Strle. La investigación podría suponer una opción de tratamiento para éstos malestares crónicos ya que hay varios fármacos aprobados para reducir el interferón alfa, señaló.

El estudio se realizó con 79 personas diagnosticadas con la enfermedad de Lyme y sólo halló una relación entre los niveles elevados del marcador y los síntomas crónicos. Se necesitaría un ensayo clínico más amplio para confirmar la conexión.

Male and female adult blacklegged ticks, Ixodes scapularis, on a sesame seed bun to demonstrate relative size.
Garrapatas adultas de pata negra, Ixodes scapularis.CDC

Entre 30,000 y 500,000 personas contraen cada año la enfermedad de Lyme por picadura de garrapata, según los CDC. Para la mayoría, es una infección leve y fácil de combatir con antibióticos. Un 10% experimenta fatiga y niebla cerebral, además de dolores musculares, articulares y nerviosos que persisten después del tratamiento. 

Los nuevos hallazgos representan un cambio significativo en la comprensión de por qué algunas personas sufren síntomas crónicos. Hasta ahora, algunos investigadores creían que la causa podría ser una cepa específica de la bacteria Borrelia burgdorferi, que tiene forma de espiral y causa el Lyme. Otros se preguntaban si, tras el tratamiento, persistían en el organismo niveles bajos de infección indetectables. La reciente investigación sugiere que la forma en que el organismo reacciona a la bacteria –y no el insecto en sí– podría provocar síntomas duraderos. 

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No queda claro por qué algunas personas presentan niveles elevados de interferón alfa, pero Strle aseguró que investiga una posible causa genética. 

Aunque la investigación se encuentra en una fase temprana, la doctora Roberta DeBiasi, jefa de la división de enfermedades pediátricas del Hospital Nacional Infantil de Washington D.C., la calificó de “muy bien diseñada e interesante”.

“Proporciona una posible diana terapéutica que podría estudiarse en ensayos clínicos para tratar a estos pacientes”, afirmó.

Para quienes se enfrentan a síntomas crónicos, cualquier explicación biológica del denominado síndrome de la enfermedad de Lyme post-tratamiento, o PTLDS, es un paso significativo.

“Una garrapata puso mi vida patas arriba”

Rebecca Greenberg, de 26 años, no está segura cuándo contrajo la enfermedad de Lyme, pero tiene sus sospechas. Recuerda que cuando tenía 9 años su madre le arrancó con pinzas una garrapata pequeña de la nuca tras haber jugado en un parque infantil cerca de Albany, Nueva York. Es posible que le hayan picado varias durante su estancia en las montañas Adirondack, pero no se preocupó por eso hasta que empezó a enfermarse a los 15 años. 

“Estaba tan cansada que le decía a mi madre que ya no podía levantarme para ir al colegio”, cuenta Greenberg, que creció en el norte del estado de Nueva York pero ahora vive en el sur de Florida. “Me dolían los músculos, las articulaciones y me daban migrañas”. 

Rebecca Greenberg.
Rebecca Greenberg.Rebecca Greenberg / NBC News

Los médicos le dijeron que sus síntomas probablemente eran hormonales y cuando llegó a la sala de emergencias sin poder mover el lado izquierdo de su cuerpo, le recetaron ansiolíticos y le sugirieron que fuera a un neurólogo. Esos médicos tampoco le ayudaron, sus síntomas empeoraron tanto que dejó de ir a la escuela y necesitó una silla de ruedas, relata.

En 2011, luego que su madre publicara en Facebook sobre la misteriosa enfermedad de su hija, un amigo pediatra sugirió la enfermedad de Lyme. Las pruebas de anticuerpos pronto mostraron que Greenberg había contraído Lyme; y babesiosis y bartonella otras dos infecciones bacterianas. 

Incluso hoy padece fatiga y dolores nerviosos. Sus síntomas más debilitantes han sido los efectos psiquiátricos, como ansiedad grave, depresión y alucinaciones. “Sigo poniendo curitas a todos mis síntomas”, afirma.,“una garrapata puso mi vida patas arriba”.

Por qué es tan difícil diagnosticarla 

Investigadores y autoridades sanitarias reconocen que, a medida que se intensifica la propagación geográfica de las garrapatas de Lyme, urge disponer de pruebas más precisas para detectar la infección en sus fases más tempranas. 

“No cabe duda que la enfermedad de Lyme y otros agentes infecciosos transmitidos por garrapatas están aumentando su prevalencia”, afirmó Strle.

La Agencia de Protección del Medio Ambiente advirtió de que las garrapatas portadoras de enfermedades son más activas con temperaturas más cálidas, y el cambio climático significará que sobrevivirán cada vez más al invierno y se extenderán a regiones más allá del noreste, el norte de California y zonas del Medio Oeste.

Las pruebas para detectarla son complicadas, sobre todo para médicos que no están familiarizados con el proceso, dijo DeBiasi.

“Esto lleva a que se ignore a muchas personas que tienen Lyme o a que se diga a quienes presentan síntomas que la tienen cuando no es así”, dijo, “si combinamos eso con mala información en internet, acabamos con mucha confusión”.

Una vez que la bacteria se transmite de una garrapata a un humano, se propaga rápidamente por el cuerpo a niveles demasiado bajos para que una prueba pueda detectarla.  “Esto se convierte rápidamente en un problema de detección”, explicó Brandon Jutras, profesor del departamento de bioquímica de Virginia Tech. 

Según expertos, las pruebas serológicas, que buscan anticuerpos en la sangre, son el mejor método disponible para diagnosticarla. Sin embargo, las pruebas de anticuerpos indican que el sistema inmune ha organizado un ataque contra un virus o una bacteria, pero no pueden determinar si existe una infección activa. No funcionan hasta que hay un número suficiente de anticuerpos, lo que puede tardar seis semanas o más tras la picadura inicial de la garrapata.

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Los CDC recomiendan usar una combinación de pruebas de anticuerpos para diagnosticar la enfermedad de Lyme, incluida una prueba por inmunoensayo como ELISA seguida de una por inmunotransferencia como Western blot. 

Médicos y autoridades sanitarias reconocen la necesidad de pruebas más fiables. “Tenemos que hacerlo mejor”, afirmó Jutras, que trabaja con un equipo de Virginia Tech para desarrollar una prueba rápida que pueda identificarla desde el primer signo de picadura.

“Lo que realmente queremos es una prueba que diga: ‘¿Sigue teniendo una persona la espiroqueta Borelli [la bacteria de Lyme], y necesitamos tratarla con antibióticos?”, dijo el doctor Brian Fallon, director del Centro de Investigación de Lyme y Enfermedades Transmitidas por Garrapatas de la Universidad de Columbia.  

Controversia sobre el Lyme crónico

Ante la imprecisión de las pruebas, no hay forma de vincular síntomas duraderos con la infección inicial. Muchos médicos evitan el diagnóstico de Lyme crónico, pues el término implica una infección persistente.

“No hay forma de decir que un diagnóstico de Lyme de hace seis años tenga algo que ver con los síntomas que se presentan ahora”, dijo DeBiasi, “síntomas como el dolor musculoesquelético, la fatiga, la dificultad para pensar y la depresión son poco específicos. Hay muchas razones posibles para esos síntomas aparte del Lyme”.

Fallon, de la Universidad de Columbia, prefiere el término “Lyme prolongado”. “Crónico es un término razonable si se refiere a tener síntomas de forma crónica”, dijo, “el problema es cuando alguien cree que tiene una infección crónica y necesita más antibióticos”.

DeBiasis insiste en que los síntomas que experimenta la gente son reales, aunque las experiencias de PTLDS sean la excepción.

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Como pediatra, ha visto a padres aterrorizados buscar terapias no probadas tras encontrar que una garrapata picó a su hijo. En un estudio reciente publicado en la revista Pediatric Research, DeBiasi y sus colegas descubrieron que el 75% de los niños con la enfermedad mejoraban tras seis meses de tomar antibióticos, mientras que el 9% tenía síntomas que afectaban su funcionamiento después de ese período. 

“Si se les da un poco más de tiempo, parecen recuperarse”, afirmó DeBiasi.

A excepción de Pfizer y Valneva, que están probando una vacuna contra la enfermedad de Lyme en ensayos clínicos, la industria farmacéutica no ha centrado energías o dinero en este mal. Y faltan subvenciones federales para la investigación, según Jutras.

“Muchas fundaciones privadas han dado un paso al frente en lo que respecta a la financiación de la investigación sobre la enfermedad de Lyme, pero a nivel federal, puede ser el momento de revisar algunas de las prioridades en lo que respecta a dónde estamos gastando el dinero de investigación”, concluyó.