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Dos vacunas contra el COVID-19 muestran resultados prometedores, ¿cuáles son sus diferencias y semejanzas?

Pfizer y Moderna han desarrollado sendas vacunas con buenos resultados, pero aún falta un largo camino para su fabricación y distribución masiva. El personal de salud y pacientes de riesgo serían los primeros en vacunarse cuando ya esté disponible.

La empresa farmacéutica Moderna desveló este lunes que su vacuna contra el COVID-19 ha demostrado ser altamente efectiva en un ensayo importante, lo que le ofrece al mundo una dosis de optimismo en la carrera por conseguir un remedio contra el coronavirus que, a diario, ocasiona el fallecimiento de unas 8,000 personas en todo el planeta.

El fin de semana pasado, Estados Unidos superó los 11 millones de casos —solo la semana pasada registró un millón de contagios—, y suma ya 245,000 fallecidos.

Moderna dijo que su vacuna parece tener un 94.5% de efectividad, según datos preliminares del estudio que está realizando. Hace una semana, Pfizer anunció que su propia vacuna parecía ser igualmente efectiva, una noticia que pone a ambas compañías en el camino correcto para poder solicitar el permiso para uso de emergencia en Estados Unidos.

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Stephen Hoge, presidente de Moderna, dijo que los resultados son un “hito realmente importante”, y aseguró que tener eficacias similares en dos compañías distintas es un hecho tranquilizador.

“Eso debería darnos la esperanza de que, en realidad, una vacuna podrá detener esta pandemia y, con suerte, devolvernos nuestras vidas”, dijo Hoge a la agencia de noticias The Associated Press.  

“No será solo Moderna la que resuelva este problema. Se van a requerir muchas vacunas” para poder cubrir la demanda global, añadió.

Ambas vacunas usan la misma tecnología

Tanto Moderna como Pfizer-BioNTech están desarrollando vacunas de ARN mensajero (ARNm), una tecnología completamente nueva. No están hechas con el coronavirus en sí, lo que significa que no hay posibilidad de que alguien pueda contraerlo por las inyecciones.

Contienen en su lugar un fragmento de código genético que entrena al sistema inmunológico para que reconozca la proteína enriquecida en la superficie del virus. Ese fragmento dispara alarmas en el sistema inmunitario y lo estimula a atacar, en caso de que el virus real intente invadirlo.

Aunque se están desarrollando varias vacunas que usan esta tecnología para otras infecciones y distintos tipos de cáncer, todavía no se ha aprobado ni comercializado ninguna.

[La farmacéutica Moderna anuncia que su vacuna contra el COVID-19 tiene una eficacia del 94.5%]

Alto porcentaje de efectividad

La vacuna de Pfizer tiene una eficacia del 90%. En las pruebas de la fase tres han participado 43,538 personas, de los que nueve de cada diez habían recibido hasta el 8 de noviembre una segunda dosis.

Entre todas esas muestras el análisis ha evaluado 94 casos especialmente, porque solo ocho fueron contagiados por el coronavirus tras haber recibido la vacuna en dos dosis con tres semanas de diferencia. Estas cifras han llevado a Pfizer a evaluar que su vacuna es eficaz al 90%, muy por encima del 50% requerido por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) para autorizar una vacuna contra el coronavirus.

El producto de Moderna tiene una efectividad del 94.5% y fue desarrollado con los Institutos Nacionales de Salud, que estudian a 30,000 voluntarios que recibieron la vacuna real o una inyección simulada.

El domingo, una junta de monitoreo independiente examinó 95 infecciones que se registraron dos semanas después de la segunda dosis aplicada a los voluntarios, y descubrió que todos esos casos, a excepción de cinco, ocurrieron en los participantes que recibieron el placebo.

El estudio continúa y Moderna reconoció que la tasa de protección podría cambiar a medida que se detecten y se agreguen más infecciones por COVID-19 a los cálculos. Además, es demasiado pronto para saber cuánto dura la protección. Ambas precauciones también se aplican a la vacuna de Pfizer.

Los monitores independientes de Moderna informaron algunos datos adicionales prometedores: los 11 casos graves de COVID-19 se produjeron entre los receptores de placebo y no hubo preocupaciones importantes de seguridad.

Los buenos resultados de ambos proyectos farmacéuticos son una sorpresa. Durante meses, los científicos han advertido que cualquier vacuna de COVID-19 podría ser tan buena como las vacunas contra la gripe, que tienen una eficacia de aproximadamente un 50%.

Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, comentó en una entrevista: “He dicho que estaría satisfecho con una vacuna que tuviese el 75% de efectividad. Aspiracionalmente, me gustaría ver una con 90 o 95%, pero no lo esperaba. Pensé que estaríamos bien, pero el 94.5% es muy impresionante”.

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¿Quiénes recibirían la vacuna primero?

Los reguladores de la FDA deben revisar la evidencia de las vacunas de Moderna y Pfizer, pero los indicios de éxito sugieren que ambas vacunas podrían estar disponibles para poblaciones de alto riesgo antes de fines de este año.

Fauci ha dicho que los trabajadores de la salud o pacientes con afecciones que aumentan su riesgo de desarrollar una enfermedad grave podrían comenzar a recibir dosis antes de fin de año. Después se vacunaría al personal escolar y las personas que trabajan en las cadenas de suministros de alimentos, en la fase posterior estaría disponible para los niños y adultos jóvenes, y luego el resto de la población.

La vacunación de personas en grupos de alto riesgo podría llevar unos cuatro meses y, en abril, la aplicación de las dosis podría expandirse a todas las personas.

Hasta el momento, los principales efectos secundarios de ambos fármacos fueron fatiga, dolores musculares y molestias en el lugar de la inyección. Según los expertos, estos síntomas son distintos a los registrados con, por ejemplo, las vacunas contra la gripe pero son similares a los que se presentan con la vacuna contra el herpes zóster.

El reto de la fabricación y distribución

Ahora el enfoque de las investigaciones para el desarrollo de las vacunas se desplazará a la abrumadora logística de fabricación y distribución. Aunque la FDA permita el uso de emergencia de los medicamentos de Moderna o Pfizer, habrá suministros limitados hasta final de año y ambas vacunas requieren dos dosis separadas por varias semanas.

Moderna espera tener unos 20 millones de dosis, destinadas a Estados Unidos, para cuando termine 2020. Pfizer y su socia alemana BioNTech esperan tener unos 50 millones de dosis en todo el mundo para finales de año.

Otro gran reto, sobre todo en el caso de Pfizer, es distribuir las dosis que deben mantenerse muy frías. La vacuna de Pfizer debe enviarse y almacenarse a -70 grados Celsius (-94 grados Fahrenheit), el tipo de temperatura típica de un invierno antártico. A las temperaturas estándar del refrigerador, se puede guardar por hasta cinco días.

Una ventaja clave de la vacuna de Moderna es que no necesita almacenamiento ultrafrío, lo que facilita su distribución. Moderna espera que sea estable a temperaturas estándar del refrigerador de 2 a 8 grados Celsius durante 30 días y se puede almacenar hasta 6 meses a -20 grados (-4 grados Fahrenheit).

El viernes, Moncef Slaoui, científico en jefe de Operation Warp Speed, el programa de la Administración Trump para acelerar el desarrollo de vacunas y tratamientos para el COVID-19, dijo que si alguno de esos proyectos farmacéuticos recibía el permiso para uso de emergencia, la inmunización podría comenzar en algún momento de diciembre. Sin embargo, Fauci dijo que las vacunas probablemente no estarán ampliamente disponibles antes de abril.

El Gobierno comprará las vacunas y se las dará al público de forma gratuita. Pero ambas empresas esperan obtener ganancias y no ofrecer sus productos al costo. Moderna dijo que cobraría a otros países entre 32 y 37 dólares por dosis. El cargo a Estados Unidos, que ya ha comprometido unos 2,500 millones de dólares para ayudar a desarrollar la vacuna de Moderna y comprar dosis, asciende a unos 24,80 dólares por inyección, según Jordan, el portavoz de la empresa.

Pfizer no recibió dinero del Gobierno para desarrollar o probar su vacuna. Pero Operation Warp Speed ​​le prometió 1,950 millones de dólares para proporcionar 100 millones de dosis, lo que equivale a unos 19.50 dólares por dosis.

Moderna ya ha tomado las primeras medidas necesarias para solicitar a las agencias gubernamentales de Gran Bretaña, Canadá y Europa que comercialicen su vacuna, y la compañía ha hecho acuerdos para vender 50 millones de dosis a Japón y cantidades no especificadas a Catar e Israel.

El anuncio de Moderna causó una reacción inmediata en los mercados financieros globales. El índice Dow Jones duplicó las ganancias previas a la comercialización y subió 500 puntos antes de la campana de apertura. Es probable que las acciones de Moderna —que se dispararon casi un 15% ubicándose en 102.64 dólares— alcancen un máximo histórico. Los mercados de Asia y Europa también se dispararon.

Con información de AP, The New York Times y The Washington Post