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Las latinas tienen más probabilidades de morir por cáncer de cuello uterino: cómo prevenirlo y buscar ayuda

Las consultas ginecológicas regulares son claves, pero también hablar sobre la salud sexual, recalcan expertos. La primera acción preventiva puede tomarse tan pronto como cuando las niñas tienen 11 años.

Cuando Adriana* tenía 15 años le dijo a su mamá que quería ir al ginecólogo. Había escuchado historias sobre mujeres con problemas en los ovarios, las mamas, en el útero, y sabía que sus dos abuelas sufrieron cáncer: tenía miedo.

“¿Ya tuviste relaciones sexuales? ¿Para qué quieres ir?”, le respondió su mamá.

Ella no supo cómo buscar ayuda, contó en una entrevista con Noticias Telemundo. "Yo quería estar segura de que no tenía nada”, recordó, "pero es como un tabú: no se puede hablar de querer ir al ginecólogo sin que te lo relacionen con que andas haciendo algo indebido”.

Ahora que ya ha pasado casi una década, la joven inmigrante, oriunda de El Salvador, tiene 26 años, ha estudiado Ciencias Políticas y está radicada desde hace años en Florida. Pero nunca ha ido a un examen ginecológico en el país, primero por la falta de seguro médico y luego, por no tener buenas opciones en la cobertura que ella pudo conseguir o el tiempo en el trabajo para ir al control. Su último examen de este tipo se lo hizo en El Salvador, donde estuvo un tiempo en 2018.

Si no vas al doctor de forma regular, el cáncer puede empezar hoy pero no te enteras hasta que ya han pasado años"

Alejandra Soto Planned parenthood

Adriana ha enfrentado las barreras que usualmente impiden a las personas latinas acceder a asistencia médica en temas de reproducción sexual en Estados Unidos y detectar así a tiempo una enfermedad. Esto es en particular preocupante, dado que las mujeres hispanas tienen un 40% más de probabilidades de que les diagnostiquen cáncer de cuello uterino y un 30% más de probabilidades de morir por esta enfermedad en comparación con las mujeres blancas no hispanas, según una revisión de las estadísticas a nivel nacional de 2014 a 2018 del National Cancer Institute.

Sea Mar Burien Medical Clinic ofrece exámenes de detección de cáncer de mama y de cuello uterino en un evento especial por la salud y el bienestar de las mujeres, en Burien, Washington. Clínicas de todo el país ofrecen servicios de este tipo con frecuencia.
La clínica Sea Mar Burien ofrece exámenes de detección de cáncer de mama y de cuello uterino en un evento especial por la salud y el bienestar de las mujeres, en Burien, Washington.Suzi Pratt / Getty Images for Hologic

Más de la mitad de las mujeres que son diagnosticadas con cáncer de cuello uterino o cervical en el país no se han hecho un examen ginecológico de rutina en los últimos cinco años o en toda su vida, señala Alejandra Soto, directora de Comunicaciones de Planned Parenthood, organización que provee servicios de salud reproductiva en todo el país.

Consultamos a especialistas de varias organizaciones y a médicos, así como activistas que trabajan sobre terreno en el acceso a la salud sexual reproductiva, y estas son cinco claves con sus recomendaciones.

  1. Hablemos de sexo y de ir al consultorio. La detección temprana previene en gran medida la posibilidad de morir por cáncer de cuello uterino. Pero las jóvenes tienen miedo de hacerse un cheque ginecológico, advierten, en parte por el tabú de hablar sobre la sexualidad.
  2. PAP, HPV y otros términos a aprender. La primera medida preventiva es hacer las visitas periódicas al ginecólogo porque allí se pueden hacer las pruebas de Papanicolaou o citología vaginal (PAP) y de detección del virus del papiloma humano (HPV, en inglés), que ayudan a prevenir y detectar la enfermedad. 
  3. Vacunas tan pronto como a los 11 años. Las familias tienen una opción para proteger a sus hijos desde la adolescencia con la vacuna contra el HPV y sus cánceres asociados. Fue aprobada en EE.UU. en 2006.
  4. Una enfermedad que avanza silenciosamente. Los controles deben hacerse aunque no haya síntomas. “Avanza sin que uno se dé cuenta”, dicen especialistas. Muchas mujeres no van al médico, además, porque no tienen tiempo: cuidan a todos, pero no a ellas mismas. 
  5. Es un derecho, y en tu idioma: dónde buscar ayuda. Las latinas enfrentan otros miedos. “Queremos que sepan que tienen derecho”, dice una activista, “a la atención médica, a un intérprete médico y a decidir qué información de sus estatus migratorio quiere compartir”.

1. Hablemos de sexo y de ir al consultorio

“Hay temor en las jóvenes de ir a las consultas, de buscar anticonceptivos”, cuenta a Noticias Telemundo Lucia Guerra-Reyes, profesora asociada en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Indiana Bloomington. Ella ha entrevistado a latinas para sus investigaciones sobre el acceso a la salud sexual y reproductiva en el Medio Oeste del país, y ha visto que se enfrentan a múltiples barreras para obtener servicios. Este es el caso de los tabúes, que pueden frenar por completo el acceso a una consulta e información confiable y necesaria. 

Muchas jóvenes latinas “no reciben ninguna educación sexual en las familias”, relata la investigadora, “las mamás no hablan con ellas sobre cuestiones como sexo, salvo para decirles que no lo hagan. Esto se agrava en estados como Indiana, en el cual, señala, “la educación sexual pública es abstinencia”.

Un estudio reciente de investigadores de la Universidad de Texas indica que las tasas de pruebas de detección de cáncer de cuello uterino han disminuido en los últimos años en todos los grupos, pero más entre las personas hispanas y asiáticas, así como también aquellas que viven en áreas rurales, no tienen seguro médico o se identifican como LGBTQ+. En 2015, un 14.4% de las consultadas no tenía un chequeo actualizado; en 2019, era el 23%, según datos analizados de la Encuesta Nacional de Información sobre la Salud (NHIS, por sus siglas en en inglés). De las latinas encuestadas, cerca del 65% dijeron que no hicieron una prueba por desconocimiento.

La desinformación y los tabúes no terminan allí. Muchas mujeres de todas las edades no acuden al médico porque se sienten avergonzadas ante los que les pasa en el cuerpo, como “un cambio en los fluidos vaginales–cambios de olor, de textura o de cantidad”, dice Guerra-Reyes, y esas pueden ser señales de cáncer cervical como también de una infección.

Las familias pueden encontrar información online en español de confianza sobre el cáncer, su prevención y la salud sexual, así como también guías para saber cómo hablar sobre la sexualidad, en organizaciones e instituciones como la Sociedad Americana Contra El Cáncer (ACS) y los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC, en inglés) y Planned Parenthood

2. PAP, HPV y otros términos a aprender 

La primera medida preventiva es hacer las visitas ginecológicas periódicas porque allí se pueden hacer las pruebas de Papanicolaou o citología vaginal (PAP) y de detección del virus del papiloma humano (HPV, en inglés), que ayudan a prevenir el cáncer o a detectarlo para poder tratarlo a tiempo

Las mujeres deben empezar sus pruebas de PAP a los 21 años, indican expertos, y repetirlas cada tres años, aunque esto puede variar según la edad y el nivel de riesgo. Las personas entre los 25 y los 65 años también deberían hacerse una prueba del HPV cada 5 años, según las guías de la Sociedad Americana Contra El Cáncer

Este último estudio se pide debido a que el cáncer de cuello uterino “casi siempre es resultado de una infección del virus HPV, que se puede transmitir por contacto y por una relación sexual”, explica en entrevista con Noticias Telemundo el doctor John P. Diaz, Jefe de Oncología Ginecológica, del Miami Cancer Institute.

Se trata de un virus muy común: más del 80% de las personas que viven en EE.UU., sin importar el género, van a tenerlo en algún momento de su vida. Pero cuando no puede ser eliminado por el sistema inmunológico en las mujeres, explica, puede provocar una lesión cancerígena. 

La prueba de Papanicolau puede hacerse gratis o con un bajo costo a través del programa nacional de detección temprana del cáncer de mama y de cuello uterino. Hay un buscador online para encontrar un centro de ayuda local. Planned Parenthood también ofrece servicios de salud reproductiva en todo el país. Otra opción es consultar las clínicas de salud comunitaria locales y los departamentos de salud de los estados. Médicos remarcan que un resultado anormal de un papanicolaou no significa que una persona tiene cáncer, sino que sólo permite empezar a investigar si algo está pasando.

3. Vacunas tan pronto como a los 11 años

Las familias tienen una opción para proteger a sus hijos ya desde la adolescencia: la vacuna contra el HPV y sus cánceres asociados, que fue aprobada en EE.UU. en 2006. “Ya tenemos más de 15 años de experiencia con esa vacuna, y sabemos que funciona y que los riesgos son mínimos”, indica el doctor Diaz, del Miami Cancer Institute. 

La vacuna ha demostrado ser muy eficaz para prevenir tanto la infección como el desarrollo de carcinoma de cuello uterino. Se recomienda a partir de los 11 a 12 años de edad, ya que las personas pueden comenzar su actividad sexual a diferentes edades. Su protección dura más de 10 años y hay dosis de refuerzo disponibles. 

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Diaz explica que hay muchos cánceres que están asociados a haber tenido una infección por este virus por lo que “la vacuna puede proteger a mujeres y hombres”. También se ofrecen a personas después de la adolescencia, típicamente hasta los 26 años. 

Alrededor de 36,000 mujeres mueren cada año en el país por el cáncer de cuello uterino, que es el más mortífero para este género. Pero una cantidad similar de personas fallece además a causa de cánceres anales y de garganta que también están relacionados con el virus HPV. 

4. Una enfermedad que puede avanzar silenciosamente

Un punto importante es hacer los controles, haya síntomas o no, ya que la detección a tiempo del cáncer de cuello uterino reduce sustancialmente la posibilidad de morir por esta enfermedad, y porque puede no haber señales. 

“El cáncer de cuello uterino es una enfermedad que avanza sin que uno se dé cuenta: puedes tener lesiones y no tener ningún síntoma o tener algunos que no son tan complicados”, explica además Guerra-Reyes de la Universidad de Indiana Bloomington.

Diaz remarca también no esperar hasta que haya un síntoma para hacer un control: “Si las mujeres esperan a algún sangrado anormal o algún flujo anormal, muchas veces eso puede ser una indicación de un cáncer que puede ser un poquito más avanzado”. 

Muchas mujeres también postergan la visita y el cuidado de su salud porque tienen familia a cargo. Están cuidando a todo el mundo pero no están tomando el tiempo para cuidarse a sí mismas”, señala Diaz. 

El riesgo para ellas es altísimo. “Cuando a una mujer le damos un diagnóstico de un cáncer de la matriz, suele decir, ‘doctor, hace cinco años que no he visto al ginecólogo porque no he tenido la oportunidad o el tiempo’’, dice. 

5. Es un derecho, y en tu idioma: dónde buscar ayuda

Las latinas enfrentan otros múltiples miedos a la hora de ir al médico: si afectará su estatus migratorio, si podrán hacerse entender (por una cuestión de idioma o cultural) o si las tratarán bien, así como también vergüenza y estigma por las creencias religiosas, indican especialistas.

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“Hay un patrón histórico en el que a nuestras comunidades se les ha negado el acceso a la atención médica en general, y en el que han vivido experiencias traumáticas en manos de médicos poco éticos e que incluso han sobrevivido a la esterilización forzada”, señala LuzHilda Campos, co-directora de políticas de la organización Bold Futures, que trabaja con mujeres y personas de color en Nuevo México.

Las latinas inmigrantes son las más desprotegidas a la hora de buscar ayuda en temas de salud sexual ya que suelen tener dificultades para acceder a un seguro médico o a servicios en su idioma nativo.
Las latinas inmigrantes son las más desprotegidas a la hora de buscar ayuda en temas de salud sexual ya que suelen tener dificultades para acceder a un seguro médico o a servicios en su idioma nativo.Damian Dovarganes / AP

No saber dónde acceder a la atención de la salud reproductiva y no tener seguro o calificar para descuentos, algo muy usual en la comunidad latina, dificulta aún más la prevención. Luego, se necesita tiempo. “Algunas no tienen la posibilidad de hacerse los exámenes porque tienen que trabajar y no tienen días”, cuenta a Noticias Telemundo Paula Saldaña, coordinadora de campo del National Latina Institute for Reproductive Justice del sur de Texas. 

Adriana, la joven salvadoreña, lo ha vivido por años. Cuando llegó a Estados Unidos, intentó tener seguro médico para ir al ginecólogo. “Eran demasiado caros, no me daban las cuentas”, dice. Ahora, tiene un trabajo nuevo y cobertura, pero conseguir ver a un médico aún le resulta una odisea: “Solo dan citas en horario laboral y lamentablemente en el trabajo a mí no me dan vacaciones o días por enfermedad”. 

La Coalición Nacional para la Salud Sexual (NCSH), en asociación con otros grupos, tiene una guía bilingüe y un sitio web gratuitos y fáciles de usar con el nombre “Tome el Control de Su Salud Sexual”. Pero expertos y activistas animan a buscar organizaciones y recursos a nivel local también

“Queremos que las personas conozcan sus derechos”, dice Campos, quien trabaja en campañas por el acceso a la salud, “que tienen derecho a la atención médica, a un intérprete médico autorizado y a decidir qué información de sus estatus migratorio quiere compartir”. 

Otros factores: tabaco, múltiples embarazos y anticonceptivos

Aunque el HPV es un factor de riesgo importante, hay otros, indican los informes de American Cancer Society, como no tener una alimentación saludable con frutas y verduras y el tabaquismo. “Cuando alguien fuma, tanto el fumador como las personas que le rodean están expuestos a muchas sustancias químicas cancerígenas que afectan a otros órganos, además de los pulmones”, explica la institución

También aumenta el riesgo tener un sistema inmunitario débil o comprometido y tener una infección con clamidia (que se transmite de modo sexual, suele no tener síntomas y también puede causar infertilidad). Existe evidencia además de que el uso de anticonceptivos orales (píldoras de control natal) por períodos prolongados eleva el riesgo de cáncer de cuello uterino. 

Puede aumentar la probabilidad además el haber tenido tres o más embarazos a término (completos) y haber tenido un primer hijo con 20 años o menos, entre otros factores. 


*La identidad y el nombre real de la joven salvadoreña no se incluye en este reportaje para resguardar su privacidad.