Por Christina Chung-Lun Wang - The Conversation
[La autora de este artículo es médica e investigadora del Instituto Lundquist en el Centro Médico Harbor-UCLA y profesora de Medicina en la Escuela de Medicina David Geffen, Universidad de California, Los Ángeles]
Luego que la Corte Suprema anulara el fallo en el caso Roe v. Wade, que protegía el derecho al aborto, cada vez es más importante desarrollar opciones anticonceptivas para todos.
Las mujeres tienen varios métodos eficaces como píldoras, parches, inyecciones, implantes, anillos vaginales, DIU y esterilización. Para los hombres las opciones son limitadas.
Dos de ellas, el coito interrumpido y los preservativos, tienen un alto índice de fracaso. El coito interrumpido, que consiste en eyacular fuera de la vagina, tiene una tasa de fracaso del 20%. Los condones una del 2%, si se colocan correctamente, pero sube al 13% por la forma en que la gente los usa.
Las vasectomías fallan menos del 1% de las veces, pero requieren una cirugía mínimamente invasiva y se consideran un método anticonceptivo permanente. Ni las vasectomías ni el coito interrumpido protegen contra infecciones de transmisión sexual.
No ha surgido una forma nueva de control de natalidad masculina desde la “vasectomía sin bisturí” en la década de 1980. Mi equipo y yo hemos desarrollado métodos anticonceptivos para hombres desde los años 70. Creo que nuevas opciones seguras, reversibles y asequibles pueden ayudar a que ellos participen y compartan las responsabilidades anticonceptivas con sus parejas, y reducir la tasa de embarazos no deseados.
Asumir la responsabilidad de planificar
Una encuesta de 2017 –en la que participaron 1,500 hombres, de entre 18 y 44 años– reveló que más del 80% quería evitar que su pareja quedara embarazada y consideraba que tenía una responsabilidad compartida o única en el control de la natalidad.
Los hombres insatisfechos con los condones son más propensos a recurrir al coito interrumpido o a no usar nunca la anticoncepción. Un 87% de quienes dijeron estar inconformes con los preservativos, está interesado en nuevos métodos de anticoncepción masculina. Esto se traduce en unos 17 millones de hombres en Estados Unidos que buscan otras opciones para evitar embarazos no deseados.
Otra encuesta de 2002 –con más de 9,000 hombres en nueve países de cuatro continentes– mostró que más del 55% estaría dispuesto a probar un nuevo método. Y lo que es más importante, un sondeo previo en el año 2000, conducido en tres continentes, indicó que el 98% de las mujeres confiaría en que su pareja usara un método anticonceptivo masculino.
¿Por qué no hay nuevos métodos?
Si hay tanto interés por un nuevo anticonceptivo masculino, ¿por qué no ha surgido ninguno desde los años 80?
El desarrollo de estos métodos es apoyado por entidades gubernamentales y no gubernamentales, entre ellas la Organización Mundial de la Salud (OMS) que trabaja con centros médicos académicos. Pero estos no cuentan con la infraestructura para fabricar medicamentos, al contrario que las farmacéuticas, y sus programas están dirigidos por un personal reducido asistido por organismos de investigación clínica. Que los recursos financieros sean limitados dificulta aún más el proceso.
La falta de interés de las farmacéuticas puede frenar el avance de la anticoncepción masculina, y hay varias razones por las que la industria rehúye a este tipo de métodos.
[Más hombres buscan hacerse la vasectomía en Estados Unidos ante fallo sobre el aborto]
Una de ellas es cuánto costará, versus la incertidumbre sobre el mercado potencial. Otras son no saber quién los distribuirá y la falta de claridad de los requisitos para que sean aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés). A las empresas también les preocupa la responsabilidad en caso de un embarazo.
Métodos en desarrollo
Actualmente se están estudiando varias opciones anticonceptivas para hombres.
Los métodos hormonales suelen ser un gel aplicado a la piel, inyecciones al músculo o píldoras orales. Usualmente contienen testosterona y un progestágeno. La progestina suprime dos hormonas hipofisarias que controlan los testículos (que producen esperma). Aunque los testículos necesitan altas concentraciones de testosterona para ello, esta suele incluirse para garantizar un nivel adecuado de la hormona para otras funciones corporales.

Tomar testosterona puede ayudar a suprimir la producción de esperma pues el aumento de los niveles por encima de un determinado punto, suprime las dos hormonas hipofisarias. Añadir un progestágeno reduce aún más la producción de esperma.
El anticonceptivo hormonal más avanzado se encuentra en un estudio clínico de segunda fase que ha reclutado a más de 400 parejas en cuatro continentes. Soy la investigadora principal de este ensayo en el Instituto Lundquist.
Los resultados del estudio han sido prometedores hasta ahora, con efectos secundarios mínimos y las parejas han encontrado que el gel es aceptable para su uso. La investigación es patrocinada por el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano “Eunice Kennedy Shriver” y el Consejo de Población.
Mi equipo y yo también estamos desarrollando medicamentos que funcionan como la testosterona y la progestina, pero en un solo compuesto. Estos fármacos están probándose en personas como una píldora oral diaria o una inyección de acción prolongada.
Los métodos no hormonales son fármacos enfocados en los órganos que producen la esperma para disminuir su concentración o función. Estos métodos han demostrado su eficacia en animales, pero falta obtener resultados toxicológicos preclínicos antes de iniciar estudios para demostrar su seguridad, tolerancia y eficacia en personas. Algunos ya están trabajando para desarrollar la primera fase de sus ensayos clínicos.
Otro método no hormonal consiste en bloquear de forma reversible los conductos deferentes que transportan los espermatozoides para la eyaculación. Para conseguirlo están probando hidrogeles, un tipo de polímero que retiene el agua, en estudios patrocinados por la Iniciativa Anticonceptiva Masculina y la Fundación Parsemus.
La gente está lista para nuevos métodos anticonceptivos. Creo que la colaboración entre los sectores académico, farmacéutico, gubernamental y sin fines de lucro, puede ofrecer opciones seguras, reversibles y accesibles para todos.
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