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Reforma migratoria, ¿asunto moral o político?

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Por Carlos Rajo

Qué bueno que el Presidente Obama y el Papa Francisco hablaron entre otros temas en su encuentro en Roma de cosas como la inmigración y la pobreza. Y ya que el al parecer tiene el apoyo del Pontífice en ambos temas, es hora de que el mandatario “utilice” la figura y el dicho del popular Papa para influenciar a los políticos y la opinión publica estadounidense.

En el tema de inmigración el camino es claro para Obama: por qué no recordarle al líder republicano en la Cámara baja, John Boehner, un católico de formación y practicante actual de la religión, que el líder mundial del catolicismo está precisamente en favor de una reforma migratoria.

Es más, al regresar a Washington el presidente puede poner una vez más el tema de inmigración en la agenda pública, ahora con el apoyo moral que le ha dado el propio Papa. 

Obama puede repetir no sólo lo que ha dicho el Pontífice sobre la necesidad de tener “compasión” por el otro -por los inmigrantes y los pobres- sino también lo que según el mandatario el Papa señaló en la reunión del jueves: que al analizar un problema no hay que olvidar la “perspectiva moral”. Que hay que ir más allá de “nuestros estrechos intereses propios”.

Esto de los “intereses propios” va directo a la yugular del líder Boehner: lo de la reforma migratoria debería de ser algo que rebasa su destino como presidente de la Cámara Baja. Es cierto que si permite que se vote por la reforma es casi seguro que se aprobará, aunque al mismo tiempo perderá su puesto como líder republicano. Sus colegas conservadores lo castigarán por haberse atrevido a presentar a votación una ley que la mayoría de republicanos rechazan.

La pregunta para Boehner sin embargo, sería qué es más importante, su interés inmediato y personal -hasta egoísta si se quiere- de continuar siendo el líder en la Cámara baja o el bienestar de millones de seres humanos. De nuevo, si uno le hace caso al Papa, sería más importante la dignidad y los derechos de los inmigrantes.

Es curioso esto del catolicismo de Boehner. El líder republicano estudió con jesuitas y sigue siendo un devoto católico como el más piadoso. Boehner ha dicho que admira al Papa y precisamente lo ha invitado a que visite Washington y se dirija a ambas Cámaras del Congreso. Todo esto está bien. Qué católico no siente devoción, respeto y admiración por el Papa. El problema es que ese mismo Papa le mueve el piso a Boehner con su llamado -y su autoridad moral de por medio- para que se actúe en favor de los inmigrantes.

Y todavía hay algo más que en el papel le complicará la vida a Boehner: ha invitado a un Papa que como sabemos es latino -y no habla inglés. Habría que ser necio o ciego para no ver la relación o similitud entre ese Papa nacido en latinoamérica que se dirigirá en español a los 535 congresistas y senadores y los millones de inmigrantes por los cuales pide justicia. 

Pero volvamos a lo de Obama. Es no sólo con Boehner que el presidente puede echar mano de lo dicho por el Papa. El Pontífice es muy popular entre la población estadounidense -más alla de la religión a la que se pertenezca o incluso más allá de si se practica alguna religión- lo que le daría más espacio político para pedir por la reforma migratoria. Y es que la reforma debería de verse como algo que tiene que ver menos con los partidos políticos o con Obama mismo y mas con el destino y la vida diaria de millones de seres humanos.