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Una profesora latina a la que se le negó un puesto fijo en Harvard exige una "revolución" en la academia

“Es evidente que lo que ocurrió estuvo mal”, denuncia Lorgia García-Peña en un libro en el que relata su experiencia de acoso en la prestigiosa universidad, “todo el mundo lo sabía”.

Por Zachary Schermele — NBC News

Una de las más destacadas académicas de estudios étnicos del país, a la que se le denegó un puesto fijo en Harvard en 2019 —lo que provocó la indignación de estudiantes y profesores de todo el país y reavivó el llamado a una mayor diversidad en la escuela y en el mundo académico en general—, ha diseccionado por primera vez su experiencia en profundidad en un nuevo libro.

En Community as Rebellion: A Syllabus for Surviving Academia as a Woman of Color (Comunidad como rebelión: un plan de estudios para sobrevivir a la academia como mujer de color), Lorgia García-Peña ofrece detalles sobre el acoso y la “violencia institucional” a los que, según dice, se enfrentó mientras navegaba por la vida cotidiana como miembro de la facultad en un campus predominantemente blanco. También subraya la necesidad de realizar cambios radicales para que la academia sea más accesible a los profesores y estudiantes de color.

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García-Peña se trasladó de la Universidad de Georgia a Harvard en 2013, convirtiéndose en la única profesora latina negra titular en la Facultad de Artes y Ciencias de la escuela. Ese fue el comienzo de lo que ella describe en su libro como una “relación abusiva de ocho años” con su empleador, empañada por lo que ella caracteriza como dolorosos momentos de agresión, que van desde comentarios de desprecio de otros profesores hasta amenazas contra su carrera. 

Lorgia García-Peña.
Lorgia García-Peña.Cortesía Haymarket Books

“No hablamos demasiado de los traumas institucionales porque a menudo se descartan como irreales”, dijo a NBC News, “sabes que es real por la forma en que tu cuerpo reacciona”. 

En 2016, escribe García-Peña, fue atacada en el campus por dos hombres que le arrojaron café caliente y le gritaron: “construye el muro”. En 2019, encontró una nota en la puerta de su oficina que decía: “No perteneces aquí”. En 2020, su conferencia en línea fue atacada y los infiltrados pidieron que la lincharan, escribe. 

García-Peña se refiere a estos incidentes y a otros en su libro como actos de “violencia institucional”, un término que utiliza para denunciar las implicaciones de siglos de exclusión de la gente de color de los círculos académicos. 

“Lo que intento transmitir con el libro es que esa es solo una experiencia de una multiplicidad de experiencias violentas que las mujeres de color en particular, pero no solo, experimentan en la academia”, aseguró. 

Esas experiencias llegaron a un punto crítico a finales de 2019, cuando a García-Peña, cuyos cursos cubrían temas como la inmigración y la literatura latina, se le negó la titularidad. La decisión provocó una rápida y feroz reacción de los académicos de su disciplina. Alrededor de 50 estudiantes organizaron una sentada en protesta y pidieron a la universidad que creara un programa de estudios étnicos más formalizado, informó The Harvard Crimson. Más de 5,000 académicos y estudiantes de dentro y fuera de Harvard firmaron una petición en la que calificaban la denegación como “una desautorización del reciente compromiso de Harvard de invertir en estudios étnicos”. 

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“Fue claramente incorrecto lo que ocurrió”, dijo García-Peña, “todo el mundo lo sabía”. 

Claudine Gay, decana de la Facultad de Artes y Ciencias de Harvard, aceptó una revisión del proceso de titularidad de la escuela en diciembre de 2019. En febrero de 2020, García-Peña presentó una queja formal por su denegación, según informó el periódico The New Yorker, tras enterarse de que un profesor de su comité de titularidad se había referido a su beca como “activismo” en lugar de investigación. 

A lo largo del proceso, la mayoría de sus colegas, con algunas notables excepciones, no la apoyaron, relató García-Peña. 

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“Mientras los estudiantes protestaban, cruzaban literalmente la calle para no ser vistos, para no ser interpelados, para no tener que comprometerse”, dijo. “Su silencio era cómplice”, condenó.

Un portavoz de Harvard no quiso comentar el libro de García-Peña, ni ninguno de los incidentes específicos que alega en él, y remitió a NBC News al informe más reciente sobre la diversidad del profesorado de la escuela. 

En octubre de 2021, la universidad publicó un informe de 106 páginas del Comité de Revisión de la Titulación que consideraba que el sistema en general era “estructuralmente sólido”. El informe recomendaba varios cambios, entre ellos el aumento de la transparencia en el proceso de revisión de la titularidad y la mitigación de posibles sesgos en el sistema. La revisión se centró en el modo en que el sistema de titularidad afecta a las mujeres y al profesorado de color, según el sitio web de la escuela. 

Sin embargo, cuando se publicó el informe, García-Peña ya se había ido. Esa primavera dejó Harvard para ocupar un puesto fijo en la Universidad de Tufts, a unos 10 minutos de distancia, donde es profesora asociada y directora del departamento de estudios sobre raza, colonialismo y diáspora. 

Sin embargo, durante su estancia en Harvard se consiguieron algunas pequeñas victorias, como la creación de un programa de estudios étnicos para estudiantes universitarios y un programa de postgrado en estudios latinos. También dijo que la controversia estimuló la importancia de los programas de estudios étnicos y la necesidad de aumentar la diversidad del profesorado en el mundo académico. 

“Antes del caso de Nikole Hannah-Jones, no había habido un caso tan público”, señaló. 

Nikole Hannah-Jones, periodista del New York Times Magazine y creadora del ‘Proyecto 1619’, ganador del Premio Pulitzer, sobre el impacto fundamental de la esclavitud en la formación y la historia del país, no recibió inicialmente una oferta de puesto fijo en abril de 2021 de la Universidad de Carolina del Norte, después de haber obtenido la prestigiosa Cátedra Knight de Periodismo de Investigación y Raza. Una fuerte reacción hizo que el consejo de administración de la universidad le ofreciera finalmente la titularidad, pero Hannah-Jones decidió aceptar un puesto de titular en la Universidad de Howard, una escuela históricamente negra, en lugar de la UNC, su alma mater. 

Los casos de García-Peña y Hannah-Jones llamaron la atención a nivel nacional sobre las duras realidades a las que se enfrentan las mujeres y los profesores de color en el mundo académico, incluso cuando muchos colegios y universidades se comprometieron a luchar contra el racismo en el verano de 2020.

En otoño de ese año, casi tres cuartas partes del profesorado a tiempo completo de las universidades que otorgan títulos en Estados Unidos eran blancos, según los últimos datos disponibles del Centro Nacional de Estadísticas de la Educación. El 4% eran mujeres negras y el 3% eran latinas. 

Esta dinámica ha influido en gran parte de la experiencia de García-Peña en el mundo académico. Estudiante universitaria de primera generación nacida en la República Dominicana, dice que rara vez vio sus experiencias vitales reflejadas en los cursos que tomó y en el profesorado que los dirigió. 

“El mensaje que recibí de los cursos que tomé, de los profesores que tuve, fue: tu gente no es creadora de conocimiento; tu gente es objeto de estudio”, aseguró. 

En los últimos años, han surgido en todo el país posibles soluciones para mejorar la diversidad del profesorado, como la contratación de grupos y las nuevas becas postdoctorales.

Aunque García-Peña cree que algunas de esas innovaciones pueden tener efectos beneficiosos, afirma que el mundo académico debe pensar en grande. Pide una “revolución” que diversifique la financiación pública para que las escuelas dependan menos de los donantes ricos. 

Lo que le da esperanza no son las iniciativas institucionales que ve, asegura, sino la próxima generación de estudiantes y profesores, que están “cuestionando las cosas” y “haciendo las cosas de forma diferente”. 

“Cuantas más conversaciones abiertas tengamos sobre lo que está mal en la academia”, afirmó, “más gente podrá llegar a estos puestos de trabajo con los ojos bien abiertos y sabiendo qué esperar”.